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Alerta «amarilla»: productos alimentarios chinos.

Hubo un día en el que hablar de los productos chinos era sinónimo de calidad (porcelana china, seda china…), aunque en algún momento del camino, China optó por un plan estratégico para convertirse en el exportador número uno del mundo. Lo haría exclusivamente compitiendo en precio sin importar la calidad de sus productos.

Primero fueron los bazares y abastecimiento a todo tipo de comercios con productos que nadie podía competir, a pesar de que la gran mayoría no hubieran pasado los controles de calidad. Aún así, se les dejó. Luego fue la ropa, donde al resto del mundo le es imposible competir en precio, ya que el precio de la mano de obra en China roza lo absurdo (entre 0,40€/hora y 1,30€/hora). En numerosas ocasiones se han encontrado productos tóxicos en las prendas de ropa potencialmente nocivas para las personas, así como calzado que literalmente te pudría los pies. Las autoridades miraron para otro lado. El daño económico que han provocado, sería incalculable. Ahora saltan todas las alarmas con los productos alimentarios chinos, donde, ya no sólo cuenta el daño económico, sino los potenciales peligros para la salud.
Residuos de pintura en caviar, golosinas que provocan quemaduras, contaminación radiactiva ionizante en algunos productos, antibióticos en carne de conejo, estafilococos en la salsa de ostras, salmonela en el jengibre en polvo, especias con radiación, hongos tóxicos en cacahuetes, sustancias nocivas en la carne de pollo, arsénico en calamares congelados y podríamos seguir así hasta más de 200 escándalos alimentarios.
El último son 11.000 niños intoxicados en Alemania por culpa de 44 toneladas de fresas chinas que se ofrecieron en los colegios. Por suerte, esta vez todo quedó en vómitos y diarreas, aunque se podría haber repetido la tragedia que hace años vivieron 300.000 bebés por culpa de leche contaminada con melamina procedente de China donde 4 de ellos murieron.
Si la policía española no hubiera decomisado en junio de este mismo año un cargamento de 3 toneladas de productos congelados, se hubieran repartido por el territorio español, pescado, guisantes y setas que viajaban en un camión no refrigerado, y por tanto hubiese llegado a restaurantes y tiendas en mal estado.
Otro caso no afectó a las personas, sino a las mascotas, donde miles de perros murieron por un componente químico que se encontró en los piensos para perros.
Y hablando de guisantes, incluso los chinos saben que un guisante es de color verde, por lo que se ha encontrado pintura de color verde en los propios guisantes.
Carne de cerdo que brillaba en la oscuridad, lo que algunos blogueros llamaron el «cerdo avatar». Sólo ellos sabrían por qué brillaba la carne de forma azul «fosforito». Y por último, aceite recogido de las alcantarillas para ser filtrado y embotellado para su uso en restaurantes.
Ahora se dice que hay en el mercado huevos que no proceden de gallinas, sino que son huevos falsos creados a través de un componente químico y que su coste es de 1 céntimo la docena. Difícilmente, con el margen de beneficio que un comercio le puede sacar a esa docena de huevos, no se sentirá tentado a comprar aún sin conocer el riesgo para la salud.
Así se abarata el precio y así se hacen competitivos. Empresas como Wallmart, Carrefour, Tesco y Metro reconocen que ya no pueden fiarse de los distribuidores chinos ni de los controles de seguridad alimentaria china.
Más preocupante aún es el papel de los gobiernos en este asunto.
Finalmente, la Unión Europea, a pesar de haber sido víctimas de los productos chinos en incontables ocasiones, no pueden cortar las relaciones comerciales con China, pues sin ir más lejos, en España, los fondos de inversión chinos son los poseedores del 10% de nuestra deuda.
Según el diario XLSemanal, nuestra relación comercial con China sigue este balance: Nosotros exportamos 3.300 millones y, en cambio importamos 18.600 millones. Algo de desequilibrio existe.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama ha dicho que no contará con las empresas renovables chinas para sus futuros proyectos, pues no se la juega en precio.
El 80% de los ajos que se venden en el mundo, son chinos. Son perfectamente reconocibles por ser ajos de baja calidad (algunos ni saben a ajo). Ahora China quiere hacerse el primer exportador de carne de todo el mundo, y eso sería muy peligroso, pues es en la carne, paralelamente con el pescado, es donde más incidencias se han encontrado.
Por tanto, si bien la Unión Europea ha sido permisiva con el sector textil y bazares, aún asumiendo el daño económico causado a miles de emprendedores y empresarios, sólo espero que no permitan la entrada de productos que atenten contra la salud de la población, pues tras el caso de la leche contaminada, donde supuestamente la Unión Europea se puso «seria» con China, han aparecido más de 200 incidencias de gran envergadura con los productos alimentarios chinos.
Fuentes: XLsemanal, Der Spiegel.  Adaptación: Negocios1000.com
A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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