Todos nosotros hemos sentido infelicidad en algún momento dado, pero muchas personas son infelices casi siempre, o no están satisfechos con ellos mismos y con su vida la mayor parte del tiempo. En estos casos, con total seguridad, la causa de la infelicidad no es externa. Nosotros provocamos esa ausencia de felicidad.
El autor Jeff Haden, considera que esa excesiva infelicidad permanente se debe a creencias venenosas o falsas creencias que intoxican la realidad, y ha enumerado unas cuantas de esas creencias que te impiden lograr ser feliz aunque te pongan la felicidad en tu propia cara. Nombramos algunas de ellas y las ampliamos.
En primer lugar, el error número uno es buscar la felicidad como si se tratara de un objetivo, cuando en realidad es únicamente un estado mental. (Leer: Por qué debes dejar de buscar la felicidad)
1. Crees que el éxito profesional te traerá satisfacción duradera.
Puedes amar aquello que haces, incluso amar la empresa para la que trabajas, pero nadie en su lecho de muerte pronunció como últimas palabras: «me arrepiento de no haber pasado más tiempo en el trabajo».
(Leer: 5 cosas de las que puedes arrepentirte en tu lecho de muerte y que puedes solucionar hoy)
El éxito profesional es muy fugaz. No puedes ligar tu felicidad al trabajo, porque, sobre todo, cuanto trabajas para empresas de terceros, ese trabajo que hoy amas, mañana puede desaparecer.
La felicidad la encontramos más bien al lograr algo y saber que ese algo va a continuar. Por ejemplo, dedicar tiempo a criar unos maravillosos hijos, ser parte activa de una familia, saber que has ayudado a otros y que has cambiado algunas vidas para mejor.
Y sí, trabaja duro en los negocios, pero trabaja igual de duro en otras cosas que algún día puedas mirar con otro tipo de sentimiento diferente de orgullo.
Lo cierto es que si lo único que te hace feliz es el trabajo, no tardarás en recibir la visita de la infelicidad.
2. Crees que puedes hacer cualquier cosa.
Nuestros padres y profesores, con la mejor intención del mundo, nos habrán dicho que podemos ser lo que queramos ser en la vida. Pero eso es falso. Podemos hacer cosas increíbles, pero no podremos hacer todo aquello que nos propongamos. La genética, la disposición, nuestras habilidades y talentos, así como las habilidades y talentos de nuestros adversarios, juegan un papel muy importante para que no podamos hacer cualquier cosa.
Es por eso que debemos identificar algunas de esas pocas cosas que podamos hacer excelentemente bien e ir a por ellas.
La clave está en conocerse a uno mismo y luego trabajar para ser mejor, desarrollando un variado conjunto de pequeñas habilidades que las sumaremos a nuestros principales talentos.
Todos tenemos fortalezas y carencias. Si no conoces tus carencias, tienes una de las peores carencias.
3. Tienes miedo de lo que realmente eres.
La mayoría de nosotros no nos gusta cómo nos vemos. Es por eso que tratamos de ocultarlo usando maquillaje, ropa adecuada y coches que en ocasiones no nos podemos permitir.
De hecho, hace tiempo teníamos un debate en Negocios1000 sobre algunas discrepancias ante una frase de un publicista, el cual decía que su negocio se basa en la infelicidad, pues las personas felices no compran.
Piénsalo. Únicamente tienes que ver una revista de belleza en la que aparece una modelo con 3 kilos de Photoshop para verte gorda al lado de ella, aunque peses 50kg. Si te comparas con la nueva imagen física que aparece en las revistas y pasarelas, no estarás a gusto con tu imagen, aún siendo una preciosidad natural.
Y esta infelicidad aparece cuando intentamos compararnos con los demás, ya que realmente nosotros, en cierto modo proyectamos a los demás lo que vemos en nosotros mismos.
Claro que si pesas 240 kg, quizás deberías hacer algo, no por lo que piensen los demás, sino por ti mismo.
(Leer: 16 formas de ser más atractivo)
En cierto modo pienso también que muchas personas no son felices porque no llevan la vida con la que un día soñaron, y en muchos casos requiere menos trabajo lamentarse que solucionarlo. Si decides trabajar por solucionarlo, puede que te salga bien o que fracases, pero mientras lo intentas, al menos tienes una ilusión y motivación, y no eres todo «penas» y lamentos.