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3 cosas en las que piensas demasiado y te impiden avanzar en la vida.

Nuestra mente trabaja continuamente (esperemos que así sea). El problema es que la mente, como ya hemos dicho en otras ocasiones, puede ser nuestra mayor aliada o nuestro peor enemigo. En ocasiones no tenemos éxito en nuestra carrera e incluso no sabemos qué hacer, y el problema no tiene nada que ver con el ámbito profesional, sino porque nuestra mente está en otro lugar, dedicada a ciertos pensamientos improductivos que únicamente nos restan potencia para seguir avanzando.

Somos lo que pensamos, y actuamos en función de cómo pensamos. Por tanto, ¿está nuestro pensamiento realmente enfocado, o por el contrario, debemos ajustar el enfoque?

Existen gran cantidad de pensamientos que únicamente sirven para agotarte y auto-sabotearte en todos los aspectos de tu vida. Y la buena noticia es que todos y cada uno de esos pensamientos se pueden cambiar si somos conscientes y trabajamos en ello.


Es ahora cuando algunos pueden preguntarse… ¿y qué tiene que ver la temática de la mente con el éxito profesional, negocios o finanzas?

Y la respuesta es sencilla. La mente es tan jodidamente perversa que un único pensamiento podrido puede pudrir cualquier decisión que tomemos. Es más, grandes empresarios y grandes inversores, probablemente hayan tomado las peores decisiones de sus carreras, porque en un momento dado tuvieron un problema externo que acabó contagiando negativamente su capacidad de tomar buenas decisiones en su trabajo.

Pero… ¿cuáles serían esos pensamientos tóxicos a los que dedicamos más tiempo del que realmente deberíamos dedicarles?

Si tuviera que elegir los más importantes, aquellos en los que las personas más tiempo se estacan y que incluso te pueden hacer caer en una especie de estado depresivo impidiendo avanzar y viéndolo todo negro, serían los siguientes:

1. Las viejas heridas del pasado.

El pasado, con sus alegrías y quebraderos de cabeza, te ha hecho la persona que hoy día eres. Para eso sirve el pasado; hay que dejarlo ir. El pasado es un recuerdo, no un sitio donde vivir. Y supongo que todos tenemos recuerdos dolorosos, pero como decía Marc Chernoff en uno de sus post, algunos recuerdos del pasado siempre los llevaremos como cicatrices, y las cicatrices son una señal de sanación. Deja cicatrizar las heridas, y a otra cosa.

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Pero no sólo hablamos del pasado de largo plazo, sino que personalmente, añadiría incluso el pasado más reciente.

La primera vez que parecía que el mundo se me caía encima, fue a raíz de un desengaño amoroso. Por desengaño amoroso me refiero a esa sensación de estar enamorado de alguien, tener una relación con esa persona, y que esa persona diga de terminar la relación. Tenía 23 años, y a pesar de que había tenido otros desengaños amorosos, nunca me había imaginado que una cosa así me pudiera hundir de esa forma a esas alturas.

Supongo que la mayoría de las personas habrán experimentado algo así; no tener ganas de nada, ir a trabajar como un zombie vegetariano, no divertirte en las reuniones sociales, no ser capaz de quitarte a esa persona de la cabeza, y después de 20 días, aprovechar el fin de semana para quedarte en casa, porque tu amargura es tal que es lo único que te pide el cuerpo.

Todo el mundo te dice que salgas, que te diviertas, que eso se pasa, y que cuanto antes comiences a asumirlo, antes se te pasará… pero es tan difícil…

Es entonces cuando tienes una charla con una persona que te habla claro y te dice: «Sal y aparenta que te diviertes. Con lo tonto que estás demostrando ser, lo mismo hasta te engañas a ti mismo y comienzas a pasártelo bien». Y realmente, de toda la charla, ese párrafo fue lo más amable y educado que esa persona me dijo aquel día. De hecho, me habló de tal forma que la sensación de cabreo superó a la de tristeza y amargura. Pero tenía razón; qué necesidad tenía de continuar sufriendo por algo que ya no iba a volver. Asumir el final y prepararse para comenzar de nuevo.

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Y aquella experiencia fue como una vacuna, pues con el tiempo, en cuestión de desengaños amorosos, independientemente de quién deje a quién, aprendí a estar fresco como una lechuga en 72 horas máximo.

Desde entonces sigo un lema para las cuestiones del corazón: Si tarde o temprano el desamor se pasa, para qué voy a perder más de 3 días en algo que se me va a pasar seguro. Por tanto, hay que asumir la realidad de que algo ya ha terminado para volver a comenzar de nuevo. Aplica éso a cualquier campo.

(Ver: Cómo superar un desengaño amoroso en 72 horas)

2. Los temores.

Alguien dijo una vez: «sólo tengo un miedo, y es el miedo a tener miedo de algo». Son los miedos los que nos impiden avanzar en la mayoría de facetas de nuestra vida. Y lo triste es que no se puede huir de los miedos. Únicamente se pueden combatir enfrentándote a ellos.

¿Tienes miedo a hablar en público?, pues habla en público hasta que el miedo desaparezca. ¿Eres tímido para comenzar a hablar con un desconocido?, pues habla con desconocidos hasta que la timidez desaparezca.

Richard Branson dice que cada temor que ha tenido a lo largo de su vida lo ha convertido en un reto. De hecho, dedicaba cuerpo y alma en practicar aquellas cosas que le daban miedo hasta que ese miedo desaparecía. Hoy día solemos verlo practicando todo tipo de deportes de riesgo; los mismos que le daban pánico hace unos años.

En otras ocasiones tenemos miedo de lo que pueda suceder, y es el propio miedo el que se encarga de hacer que suceda, porque le cedemos el control a esos miedos.

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Y para avanzar, si bien siempre aparecerán temores en cualquier cosa, lo único que diferencia a unas personas de otras es la capacidad de enfrentarse a sus mayores miedos. Eso es avanzar.

(Leer: 8 trucos probados para superar el miedo y la ansiedad)

3. Lo que los demás piensan de ti.

¿Sabías que muchos emprendedores inician su propio negocio únicamente porque les gustaría impresionar a los demás con su posible éxito? Otras personas se dedican a una profesión concreta, no porque les guste, sino porque está mejor vista por los demás, y piensan que así podrán impresionar a otras personas.

Pero lo cierto es que esta competición mental por impresionar a los demás, suele terminar mal, porque en última instancia, nosotros sólo competimos contra nosotros mismos.

 El hecho de que otras personas estén haciendo algo, no significa realmente que esa opción sea la adecuada para nosotros.

Era Steve Jobs quien decía que «no vivas la vida de otros». Vive esa vida con la que te sientas bien, y haz lo que realmente quieres hacer. Algunas personas sin una vida propia a la que prestar atención, te adorarán o criticarán, pero al final, eres tú el que decide si te sientes feliz con la vida que estás llevando y haciendo aquello que estás haciendo.

Recuerda que las personas te criticarán por cómo eres, y otras te adorarán por ese mismo motivo. Muchos ahora mismo no lo entienden, pero cuando comienzas a hacer las cosas únicamente por ti mismo y no por la imagen que quieres transmitir a los demás, la vida comienza a verse de una forma muy distinta.

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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