En el año 2003 se publicaba el libro «El factor de la suerte: La Cuatro Principios Esenciales (The Luck Factor: The Four Essential Principles)», escrito por el Richard Wiseman y basado en su propio estudio y experimento.
Wiseman quería investigar hasta qué punto nuestro éxito depende del impacto de la suerte, de los golpes de azar, de estar en el momento justo, en el lugar correcto y a la hora adecuada. Finalmente, Wiseman pudo comprobar por qué algunas personas tienen más suerte que otras, llegando a la conclusión de que cualquier persona puede desarrollar la habilidad de generar más suerte para sí mismo.
«Para iniciar mi estudio puse anuncios en periódicos y revistas para atraer tanto a las personas que se sentían muy afortunadas como aquellas que se sentían completamente desafortunadas. Durante 10 años analicé a cientos de personas que iban desde los 18 hasta los 80 años de edad».
A través de diferentes pruebas que no nos vamos a poner a detallar en estos momentos, se podía llegar a la conclusión de que cuanto más culta era una persona (inteligencia básica), más suerte tenía. Aunque finalmente las personas afortunadas generan buena suerte a través de 4 principios básicos.
Las personas afortunadas….:
- Son expertas en crear y notar oportunidades casuales.
- Toman decisiones afortunadas al escuchar su intuición.
- Crean profecías autocumplidas mediante expectativas positivas.
- Adoptan una actitud flexible que transforma la mala suerte en buena suerte.
Las personas con mala suerte no siguen su intuición, pues realmente no confían en sí mismos, y por tanto, creen que su intuición les va a llevar a una mala decisión.
Mientras que la misma «sensación» para la persona afortunada se llama «corazonada», para la desafortunada suele predecir una «cagada».
Las personas con mala suerte suelen ser personas de rutinas fijas. Tienden a hacer las mismas cosas y hablar con las mismas personas. No introducen variedad ni diversificación en sus vidas. Nunca salen de esa zona de confort, y por tanto, aún no teniendo mala suerte es muy difícil que les encuentre la buena.
Las personas afortunadas suelen mirar el lado positivo de las situaciones negativas. Ejemplo del Doctor Wiseman: «suelen tener un pensamiento positivo, hasta el punto que si caen por una escalera y se rompen el brazo, se sienten afortunadas, ya que podrían haberse roto la cabeza.»
Pero, ¿realmente podemos aprender a tener más suerte?.
El experimento de Wiseman consistió en crear una especie de «escuela de la suerte» donde cogió a los menos afortunados y les enseñó a pensar como los más afortunados. Asegura que meses más tarde, el 80% de los más «gafes» se sentían tipos con suerte al haber logrado muchos retos que hasta aquel entonces no habían alcanzado. La vida de aquellas personas mejoró notablemente en todos los aspectos.
Finalmente, la suerte también es una cuestión mental y de hábitos. Como dijo Warren Buffett en la entrevista de Bloomberg: «Hay mucho azar en la forma que venimos al mundo. No podemos elegir el vientre del que salimos, pero una vez salimos, tú decides el tipo de persona que vas a ser, aunque tengas que esforzarte más que otros.«
– A veces llamamos suerte a la correcta planificación, y mala suerte a la falta de un plan u objetivo.
– Llamamos suerte a las horas de dedicación en el aprendizaje de una habilidad.
– Llamamos suerte al resultado del sacrificio y esfuerzo continuado tras días o años.
Hay un relato breve de Somerset Maugham titulado The facts of Life que termina así :
«My belief is that your boy’s born lucky, and in the long run that’s better than to be born clever or rich». Y hay otro libro muy bueno La Buena Suerte de Alex Rovira y Fernando Tries de Bes que explica muy bien la diferencia entre saber distinguir eso que va a hacer que tu vida cambie o simplemente dejarte llevar.