El hábito de pensar negativamente no sólo predice la probabilidad que alguien tiene de deprimirse, sino que también predice la probabilidad que existe de sufrir todo tipo de enfermedades y trastornos a lo largo de la vida. Esto no quiere decir que el pensamiento negativo por sí solo crea enfermedades, pero ciertamente las ayuda.
Las personas negativas, a menudo, están orgullosas de describirse a sí mismas como «realistas». Por supuesto, cualquier persona que tiene una fuerte creencia, piensa que está siendo realista, ya se trate de encuentros OVNI o políticos perfectamente veraces. En ocasiones creemos que estamos siendo realistas por el simple hecho de que nuestro pensamiento está sesgado y buscamos información que confirme nuestras creencias, las cuales, por regla general, suelen ser falsas e infundadas.
La declaración de «ser realista» es la favorita de los cínicos. Y en cierto modo son correctos. Pero sólo porque el pensamiento negativo hace que no intentemos ciertas cosas, influyendo así en nuestros resultados. Las predicciones autocumplidas como éstas realmente ocurren. Algunas investigaciones han encontrado que, en algunos casos, lo que creemos acerca de nuestra salud puede tener más que ver con el tiempo que vivimos que con nuestra salud real.
Los pensamientos negativos nos pueden frenar incluso cuando las cosas parecen ir relativamente bien. Por ejemplo, el típico pensamiento de «ésto es demasiado bueno como para que dure mucho», arruina rápidamente una situación positiva. Por lo tanto, nuestra forma negativa de pensar distorsiona nuestra percepción, por eso Marc Chernoff, de MarcandAngel.com, nos da unos consejos para liberarnos de la negatividad.
(Ver también: El poder del pensamiento positivo, más allá del tópico)
1. Dejar de pensar en los extremos.
La vida no es blanco o negro, todo o nada. Pensar en los extremos de este tipo es una forma rápida de hundirse en la miseria, porque el pensamiento negativo tiende a ver cualquier situación que es menos perfecta como extremadamente mala.
Pensando en todo o nada se pierden los matices sutiles de la vida. Nos hace ver el futuro en términos de desastres dramáticos, decepciones y catástrofes. Evidentemente, de vez en cuando los desastres ocurren, pero contrariamente a lo que muchos ven en los telediarios, las mayoría de la vida se produce en una zona gris entre los extremos de la felicidad y la devastación.
El primer paso para superar el pensamiento negativo es no dejar de ser positivos de repente, sino mirar con cuidado los tonos grises, los pequeños matices de la vida.
2. Detener el exceso de generalizar lo negativo.
Pregúntate a ti mismo: «Si algo negativo sucede inesperadamente, ¿puedo generalizar?»
Por ejemplo, si suspendes un examen te dices a ti mismo: «bueno, no he logrado aprobar ese examen; no estoy feliz por ello, pero voy a estudiar más para la próxima vez». ¿o es que el exceso de generalizarlo diciéndote a ti mismo que «no eres lo suficientemente inteligente» o «eres incapaz de aprender» te lleva a alguna parte?
Y esto nos lleva al siguiente punto…
3. Dejar de reducir al mínimo lo positivo.
El pensamiento negativo nos impide ver y experimentar resultados positivos, incluso cuando éstos últimos suceden a menudo. Es como si hubiera una pantalla mental filtrando todos los aspectos positivos y que sólo dejara pasar los datos que confirman el «sesgo negativo». Ampliar los contratiempos y minimizar los éxitos nos conduce a la desmotivación y la miseria en el largo plazo.
Adquiere el hábito de ver los contratiempos como experiencias de aprendizaje temporales y específicas, más que como desgracias permanentes y generalizadas. Todos tendemos a encontrar lo que buscamos en la vida, pero tenemos que tener en cuenta que lo positivo siempre está allí en alguna parte, pero hay que buscarlo.
4. Dejar de buscar signos negativos de los demás.
Con demasiada frecuencia sacamos conclusiones precipitadas sobre los demás, y sólo conseguimos frustrarnos innecesariamente y herirnos a nosotros mismos. Si alguien dice una cosa, asumimos que han querido decir otra muy diferente. Si no dicen nada en absoluto, pensamos que ese silencio tiene cierta connotación negativa oculta.
Pensar negativamente inevitablemente te llevará a interpretar que todo lo que hace otra persona es negativo, sobre todo cuando no estás seguro de lo que la otra persona está pensando. Por ejemplo, «no me ha llamado, pues será porque no quiere hablar conmigo», aunque realmente puede haber más motivos de por qué no ha llamado.
Dotar de significado a una situación antes de saber toda la historia completa te hace más propenso a creer que la incertidumbre que sientes es un signo negativo. Cuando piensas de manera positiva, o simplemente con más claridad sobre los hechos, serás capaz de evaluar todas las posibles razones que se puedan imaginar, no sólo las negativas.
La próxima vez que te sientas inseguro, y que te encuentres haciendo hincapié en un problema que no existe, respira profundamente. Entonces sólo tienes que decirte a ti mismo: «este problema que me preocupa sólo existe en mi mente». Ser capaz de distinguir entre lo que te estás imaginando y lo que realmente está sucediendo en tu vida es un paso importante para vivir una vida positiva.
5. Dejar de poner reglas y expectativas poco razonables.
Trata con el mundo tal como es, no de la manera que esperas que sea. La vida no tiene la obligación de darte exactamente lo que esperas. De hecho, lo que sea que estés buscando raramente alguna vez aparecerá en la forma en la que exactamente lo estás buscando, pero no por ello es menos maravilloso.
Inventar normas acerca de cómo deber ser la vida, sobre la base de tus propias expectativas persistentes, es una manera de mantener tu mente atrapada en la cuneta. Esto no quiere decir que nunca debes esperar nada en absoluto de ti mismo y otros, sino más bien que las reglas que rigen tus expectativas no deberían dirigirte hacia conclusiones injustificadamente negativas.
Si te sientes insatisfecho o defraudado por un resultado, entonces debes haber estado esperando algo diferente. En lugar de enfadarte, pregúntate: «¿Fueron mis expectativas demasiado altas?» y «¿qué nuevas cosas he aprendido?»
La conclusión es que hay que ver y aceptar las cosas como son y no como tú esperabas, o deseabas que fueran. El hecho de que no sucediera como lo habías previsto, no quiere decir que no es exactamente lo que necesitas para llegar a donde quieres ir en última instancia.
Ver: 2 Experimentos sobre cómo condicionar a niños y adultos para el éxito o el fracaso.