La fórmula definitiva para el éxito, según el autor Tony Robbins, comenzaría con algo tan sencillo como:
- 1. Decidir qué es lo que deseas o quieres conseguir.
- 2. Comenzar a emprender las acciones que nos acerquen a ese objetivo. Es decir, tomar decisiones.
- 3. Observar lo que funciona y lo que no funciona.
- 4. Insistir y moldear tu actitud hasta que lo consigas.
Podemos expandir cada punto tanto como queramos, pero en esencia, la verdad es que esos 4 pasos engloban perfectamente el camino hacia el éxito en tu carrera profesional, en el abandono de los malos hábitos, o, en los negocios.
Dicho de otra forma, identificar la meta u objetivo, comenzar a caminar hacia ella, acertar o fallar (en caso de fallar volver a intentar), y no dejar de intentar hasta conseguirlo. Y para ello deberemos tener la actitud adecuada para no desanimarnos en los intentos.
En su libro «Controle su destino«, Tony Robbins identifica en un primer punto claramente el fracaso con la falta de toma de decisiones, y en caso de tomar una decisión, con la falta de compromiso para continuar con la persecución de nuestra meta.
Pero por desgracia, el principal problema de la gran mayoría de las personas es mucho más sencillo, y es que no saben lo que quieren, ni hacia dónde se dirigen, y por tanto, no sabemos qué decisión tomar si no sabemos lo que queremos perseguir.
Es lo que Robbins denomina «El síndrome Niágara.
Según Robbins, la mayoría de las personas experimentan el síndrome Niágara. La vida es como el conocido río Niágara, y la mayoría de personas se introducen en él sin saber hacia dónde quieren ir, por lo que no nadan hacia ningún sitio, y por tanto, únicamente se dejan arrastrar por la corriente de la vida.
Casi todo el mundo despierta en un momento dado, cuando visualiza las cataratas del Niágara, y se da cuenta de que está a escasos metros de caer por las cataratas arrastrado por la corriente. En ese momento, decimos «Oh, Mierda!!!».
Algunos, una vez observan las cataratas, continúan sin hacer nada, porque en esa parte del río la corriente ya es demasiado fuerte, y requiere un esfuerzo extra nadar a contracorriente, por lo que ellos mismos deciden no hacer ese esfuerzo, y caer desde lo alto, en lo que probablemente sea una muerte segura.
Otros se arman de valor, fuerza y energía, e intentan salir de esa corriente que les arrastra, agarrándose a todo lo que pueden echar mano y luchando por solucionar el desenlace.
A menudo, esta analogía con el río Niágara, puede deberse a una caída emocional, donde los problemas nos van atrapando y atrapando, dejándonos llevar por la corriente hacia la parte más peligrosa del río, y acabamos cayendo por la catarata, otras veces es una caída financiera, de carrera profesional o de negocios.
(Ver: 17 pasos para sobrevivir a los peores momentos de la vida)
Simplemente, no podemos dejarnos arrastrar por la corriente. Debemos tener metas y objetivos. Debemos tomar acciones específicas para acabar en el lugar que deseamos, y no al borde de las cataratas de la vida.
Recuerda que hoy estás en el lugar donde te han llevado las decisiones que has tomado hasta ahora. donde estés mañana, se deberá a las decisiones que comiences a tomar hoy mismo.
Y sobre todo, recuerda que nunca es demasiado tarde para hacer esas cosas que deberíamos haber hecho y que ya no hacemos porque pensamos que es demasiado tarde para hacerlas. Está claro que cuando muchos conceptos se tienen claros desde el principio, puede resultar mucho más fácil en el futuro, ya que la planificación es esencial para cualquier tipo de éxito.
Pero el hecho de actuar algo más tarde, no significa que ya no lo podamos lograr; significa que deberás esforzarte mucho más llegado el momento, que aquella otra persona que lo hizo mejor desde el principio.
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