«Carlos, con lo que sabes hoy día, si fueras yo, ¿qué harías en mi situación?» Esta es una de las preguntas más comunes que suelo recibir en mi correo por parte de algunos jóvenes (y no tan jóvenes), acompañada de algunos párrafos en los que me explican que están en un punto en el que no saben qué hacer. Algunos están atrapados en trabajos temporales que ya se han alargado demasiado tiempo, mientras otros tienen claro que no quieren hacer lo que están haciendo en la actualidad.
En principio, están disconformes con sus vidas, y eso no es nada malo, sino todo lo contrario.
Hace algún tiempo, hubiera respondido con un «topicazo»: Busca tu pasión, dedícate a ello y busca la forma de que te paguen por ello», que a fin de cuentas era lo que exponíamos en nuestro artículo «Cómo saber a qué dedicarse«, pero con el tiempo me he dado cuenta de la dificultad que existe en este aspecto, pues rara vez conseguirás aplicar este tópico. De hecho, tu pasión podría no existir en estos momentos.
Pero me gusta esta pregunta, pues me hace viajar nuevamente a mi pasado y darme cuenta de cómo es la vida en realidad.
Y es cierto que la aleatoriedad va a jugar un papel importante, pues no dejo de preguntarme en ocasiones: ¿Y si no hubiera conocido a mi compañera Victoria? Ella fue una de las personas que me ayudó en prácticamente todas las áreas de mi vida. ¿Y si no hubiera conocido en mi primer trabajo de mierda a grandes profesionales de la venta? ¿Y si no hubiera estado en aquel restaurante justo en el momento que entró un directivo de una empresa que me dio la primera oportunidad para preparar a sus vendedores? ¿Y si no hubiera leído más de 40 libros en un año, de los cuales logré sacar algunos conceptos muy interesantes (sólo de un par de ellos)?
¿Y si no hubiera conocido a todas y cada una de las personas, amigos y parejas que han pasado por mi vida, conociendo la alegría, la decepción, la lealtad y el engaño? He aprendido de cada persona que ha pasado por mi vida.
(Ver: El impacto de la suerte)
Pero luego lo pienso también de otra forma. Si hubiera estado fumando porros en un parque con un grupo de porreros, Victoria no se hubiera acercado a mí.
Si no hubiera asumido el riesgo de aceptar aquel trabajo de mierda a comisión, no hubiera conocido a ciertos profesionales de la venta. Si no hubiera aprendido algo sobre técnicas de influencia y persuasión, probablemente aquel directivo no hubiera puesto a sus comerciales en mis manos. y desde luego, si no hubiera estado trabajando, no hubiera estado comiendo en aquel restaurante. Y más evidente, no podría haber sacado conceptos interesantes para aplicar de aquel par de libros, si aquel año no hubiera leído aquellos 40 libros.
Y es ahí donde acabo comprendiendo que la suerte y la aleatoriedad juegan un papel importante, pero que también somos creadores de suerte, y podemos aumentar la posibilidad de dirigir la aleatoriedad a nuestro favor.
Finalmente, como explicaba hace unas semanas, más que hacer aquello que amas, intenta amar aquello que haces, y cada cosa te irá llevando a la siguiente. Cuando mires atrás, te preguntarás «¿Cómo llegué hasta aquí?»
Pero hoy no hay necesidad de pedir permiso.
He sido testigo de un cambio impresionante en el mundo empresarial. Si antes querías ser periodista, debías asistir a la universidad de periodismo. Hoy día, si la información es tu pasión, puedes tener tu propio periódico sin tener que pasar por la universidad. A fin de cuentas, somos nosotros (los consumidores de información) los que en último término decidimos si tu periódico sirve o no.
Un modelo no necesita una agencia. Las marcas ahora contratan directamente a los youtubers e instagrammers (esta palabra creo que me la he inventado). Y si quieres escribir un libro, sólo tienes que escribirlo y auto-publicarlo.
No necesitas estudiar ADE para ser empresario, sólo tienes que abrir tu empresa. En estos momentos, tu valía no se refleja en cientos de títulos, sino en resultados.
Como he dicho en alguna ocasión, si me hubiera propuesto dar una charla de educación financiera en un colegio o dar una conferencia, me hubieran mandado a paseo. Pero son cosas que sin buscarlas llegaron.
Si yo fuera tú.
Progresaría. Si algo he aprendido es que la clave está en el progreso. No hay nada de malo en que trabajes detrás de la barra de un bar o en un McDonalds, siempre que estés progresando, es decir, que continúes preparándote y adquiriendo conocimientos para poder hacer otra cosa.
Perdería el miedo. Son muchas las cosas que no hacemos por miedo. Sobre todo, miedo al fracaso. Es por eso que una vez vi en algún sitio una frase que me ha acompañado toda mi vida: «¿Qué harías en el supuesto caso de que no tuvieras miedo de fracasar?» Te sorprenderán las respuestas que puedes hallar, porque en realidad, el miedo sólo es un estado mental, y rara vez algo real cuando hablamos de asumir riesgos. Y es que en ocasiones, no hacer nada es el mayor riesgo que cometemos.
Siempre avanzaría. Sinceramente, nunca he sido persona de poner por escrito mis objetivos anuales. Hoy día sé que es algo importante, pues tener tus planes por escrito da mejores resultados. Debemos medir constantemente el progreso.
No gastaría todo lo que gané. Con 20 años ganaba más dinero que la mayoría de los adultos, pero a falta de conocimientos en educación financiera, conforme ganaba lo gastaba. Hoy día he hecho cálculos, y si hubiera ahorrado un 50% de ese dinero y hubiera tenido los conocimientos bursátiles que hoy día tengo, antes de los 30 años, hubiera estado podrido de dinero. Sé que muchos dirán, «bueno, al menos lo disfrutaste», pero lo cierto es que podría haber disfrutado mucho más gastando mucho menos dinero. Hoy día sé que si para divertirte necesitas mucho dinero, es porque eres un amargado que no sabe lo que es divertirse.
Crearía activos. Independientemente de lo que hagas, y ante la inseguridad que hoy día existe con respecto al tema laboral, una prioridad debería ser tener una fuente de ingresos secundaria de tu principal dedicación. No importa si se trata de vender camisas por internet o vender una guía en PDF sobre una temática en concreto. A menudo, nuestra segunda fuente de ingresos puede acabar convirtiéndose en nuestro negocio principal.
Tener unos ingresos asegurados evita que tengamos miedo de dejar un trabajo que no nos está aportando nada. Nos ayuda a perder el miedo.
Recuerda que la salud de tus finanzas personas se mide por una única pregunta: ¿Cuánto dinero estoy percibiendo de mis activos sin necesidad de trabajarlo con mis manos?
No perdería el hambre. A menudo, cuando encontramos un trabajo que nos gusta y con el que nos sentimos satisfechos a nivel económico, nos adaptamos a ese trabajo y perdemos el hambre (la ambición). Por desgracia, he comprobado que la vida no es lineal, y que hoy trabajas para una empresa que mañana podría no estar. Por eso, cuando estés bien, es momento de estar mejor, porque por regla general, tras la calma vienen tormentas.
Aprendería sobre ventas y finanzas. No importa a lo que te vayas a dedicar. Todos somos vendedores, y me repetiré en este punto: nos vendemos en una entrevista de trabajo, nos vendemos incluso cuando ligamos y no existe ni una sola empresa en el mundo que no viva de la venta de algo. Y con respecto a las finanzas, es imprescindible tener los conocimientos básicos ya no sólo para ser capaces de multiplicar nuestro dinero, sino para que no desaparezca el dinero que hemos ganado.
Por lo demás, no puedo aconsejar qué camino exacto debe coger una persona, pues habría que analizar cada caso en concreto. De esta forma acabo con un sencillo consejo:
Marca una meta, parte de donde estás, y usa los medios que tienes en estos momentos para llegar hasta donde quieres. Como reza el dicho, comienza a caminar aunque no veas el camino completo ahora mismo, pues el camino se irá abriendo a medida que avances. ¿Alguna pregunta?
Ver: Las 10 ideas principales de piense y hágase rico para lograr el éxito