Supuestamente, a los 18 años entras en la edad adulta, aunque puedes tener 29 años y no ser un adulto desde el punto de vista psicológico, según explica el psicólogo Jeffrey Jensen Arnett, autor de Emerging Adulthood (La edad adulta temprana).
Todo comienza con una sencilla pregunta: «¿Sientes que has llegado a la edad adulta?» La mayoría de personas e incluso adolescentes, te responderán de forma afirmativa, pero la evidencia muestra cómo incluso personas de 30 años son poco adultas y maduras y cómo personas de 21 años son consideradas muy maduras y adultas a pesar de que aún les quedan muchas cosas por vivir y aprender.
Pero… cómo podríamos definir si una persona es adulta o no?
Comenzar una carrera profesional, casarte y/o comprar una casa serían los conceptos que te meterían en la edad adulta sin que necesariamente seas adulto. Por eso, entre los 18 y los 30 años, Arnett ha acuñado el término de «Adultez emergente» que definiría a una persona adulta si se dan estos hitos:
Según Arnett, la gente menciona todo tipo de cosas para interpretar lo que quiere decir ésto, aunque por lo general significa aceptar las consecuencias de tus acciones sin esperar a nadie, especialmente a tus padres, para protegerte de esas consecuencias.
Es decir, si algo se rompe, tener la capacidad de no culpar a nadie más, ni esperar que alguien nos rescate. Sencillamente, ponerse a trabajar para arreglarlo. En eso consiste ser adulto.
Decidir si quieres cambiar de trabajo por ti mismo, y asumir las consecuencias si es una decisión fallida. Hacer algún tipo de inversión por ti mismo, y asumir el resultado como propio, tanto si ese resultado sale bien como si sale mal.
Puede parecer muy obvio, pero observamos cómo hay personas que pasan los 40 años y que aún culpan a todo tipo de personas (padres, amigos, políticos…) de su mala situación, cuando lo cierto es que allí donde estás ahora mismo es donde te han llevado tus propios pasos y decisiones.
¿Tomaste decisiones por alguien más y te equivocaste? Pues te jodes y sigues adelante. Eso es ser adulto.
2. La toma de decisiones independiente.
El segundo hito que una persona debe alcanzar para considerarse adulta es acerca de la identidad.
- ¿Qué trayectoria educativa debo tomar?
- ¿Qué oferta de trabajo debo aceptar?
- ¿Dónde quiero vivir?
- ¿Con quién?
- ¿Quiero tener una relación o prefiero estar soltero?
- ¿Quiero casarme?
- ¿Debo trasladarme de ciudad?
Se trata de encontrar quién eres realmente, cómo encajas en el mundo y cuál es tu papel en él. De hecho, reza una vieja frase que en tu vida hay dos grandes días; el día que naces, y el día que descubres para qué.
Casi todo el mundo, a sus 20 años se imagina a los 30 de una forma, y rara vez ésto se cumple.
Y es que los jóvenes suelen poner mucha presión en estas cuestiones para averiguarlo cuanto antes. Por desgracia, otros jóvenes son más inactivos en estas cuestiones (más «pasotas»), pero la clave aquí es la paciencia y el estar siempre en movimiento: aprendiendo, trabajando, construyendo algo…. Así se encuentra la identidad.
3. La independencia financiera.
Probablemente este sea el hito de la edad adulta más fácil de rastrear. No sólo vivir tu propia vida, sino tener la capacidad de pagarla por ti mismo.
De ahí la importancia de que los jóvenes comiencen a aprender educación financiera cuanto antes, ya que de ello depende que adquieran los conocimientos que les servirán para adentrarse con éxito en la edad adulta.
Y es que cuando una persona es consciente de la importancia del conocimiento de las finanzas personales, comienza a aprender valores como el ahorro, la frugalidad controlada, la inversión o las oportunidades de negocios, así como la asimilación de riesgos, toma de decisiones económicas, etc… y ésto, por sí mismo, ya te hace más adulto y maduro.
Recuerda que son muchos problemas los que podemos encontrar cuando somos jóvenes, y a pesar de que «el dinero no es lo más importante», lo cierto es que la mayoría de los problemas y calentamientos de cabeza en la edad adulta, vienen por la falta de dinero o la incertidumbre del futuro económico, lo cual impide que hagamos muchas cosas que nos gustaría hacer.
Y básicamente, éstos serían los 3 hitos más importantes para considerarse un adulto, según el psicólogo Jeffrey Jensen Arnett