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Ejecuta tu vida como si fuera un negocio.

Aunque algunos no lo crean, la vida de una persona es prácticamente idéntica a la vida de una empresa. Ambas cosas no pueden funcionar en piloto automático. Ambas requieren un CEO que las conduzca. En el caso de tu vida personal, está claro que el CEO eres tú.

Las empresas se enfrentan a los mismos problemas y obstáculos que las personas. Y en ambos casos, lo recomendable es no dejarnos llevar por las emociones y seguir en cierto modo una metodología. Las empresas deben eliminar el aspecto emocional de las decisiones y abordar los problemas de una forma lógica. ¿Deben hacer eso también las personas en su vida teniendo en cuenta que uno de los dichos más populares es dejarse llevar por el corazón (emociones)? La respuesta, en mi opinión es un rotundo SÍ.

Así que podemos aprender mucho de los negocios a la hora de conducir nuestra vida.

Cada decisión que toma un negocio se hace para lograr un objetivo final de medio y largo plazo. Al menos eso son lo que hacen las empresas de éxito. Por regla general, las empresas en quiebra hacen justo lo contrario; ir improvisando y solucionando problemas a medida que éstos surgen.

Con respecto a las finanzas personales, si no hay un plan y una estrategia, es cuestión de tiempo que una persona se arrepienta de no haberlo tenido.

Aprendiendo de las empresas.

Define tu visión.

¿Cómo puedes saber cómo deberías actuar hoy si no sabes lo que quieres en 10 años? Esta es la pregunta del millón, y que podríamos añadirle ciertos «topicazos» que no hará falta nombrar.

El simple hecho de tener una visión, un plan, un objetivo, ya te sitúa por delante de la mayoría de las personas, pues pocas son las personas que dedican algo de su tiempo en saber qué es lo que realmente quieren en el largo plazo.

Si una empresa no tiene claro lo que quiere conseguir, acabará consiguiendo desaparecer. Si una persona no sabe lo que quiere lograr, acabará logrando nada.


Determina tus valores.

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La mayoría de las empresas suelen determinar un conjunto de valores que deben cumplir a lo largo del trayecto empresarial. Por regla general, estos valores son (o deberían ser) comportarse con integridad, honestidad, conciencia social y aportar valor a los demás (clientes en este caso).

Son los mismos valores que debería tener cualquier persona, y por desgracia, hoy día es complicado encontrar personas que se comporten con honestidad e integridad. Y mucho menos común encontrar personas cuyo objetivo sea mejorar la vida de otras personas.

No todo vale para lograr el éxito ni para conseguir la libertad financiera. Ni para las personas ni para las empresas.

Si ponemos como objetivo el éxito o alcanzar la libertad financiera, toda persona debe determinar sus valores antes de comenzar a perseguir su objetivo. ¿Qué no es negociable para mí independientemente de mi visión? ¿A qué no estoy dispuesto a comprometerme, incluso si por no comprometerme a eso, me impidiera alcanzar el objetivo?

Por ejemplo, podrías no estar dispuesto a cambiar de ciudad, podrías no estar dispuesto a dejar de viajar por el mundo o no quieres retrasar el formar una familia. Cada persona tiene sus propios valores y principios no negociables.
Desde el punto de vista de las finanzas personales, cuantas más cosas no negociables tengas, más tiempo tardarás en alcanzar tu visión. No obstante, no se trata de frugalidad absoluta, y no aconsejaríamos vivir en una furgoneta para ahorrar el máximo, pero sí que debemos aprender a priorizar nuestros gastos y aprender a distinguir los deseos que necesitamos para paliar inseguridades y las «necesidades necesarias».
El análisis DAFO.
Debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades. De todo ésto tienen las empresas, y de todo eso tenemos las personas.
Una vez que una empresa tiene clara su visión, ha determinado sus valores y tiene claro cuáles son los que no piensa negociar para lograr su objetivo, se comienza este tipo de análisis que las personas también deberíamos hacer para alcanzar un objetivo.
Si tu meta es ganar mucho dinero, eso no es un objetivo, sino un deseo que todo el mundo tiene. Debemos saber cómo vamos a ganar mucho dinero, y para ello debemos tener muy claras cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, así como las oportunidades.
El punto más importante, sin duda, son las fortalezas, pues es eso lo que debemos usar y fomentar. Una vez sabemos cuáles son nuestros puntos fuertes y nuestro puntos débiles, sabemos a qué amenazas nos enfrentamos, ya estaremos más preparados para elaborar una estrategia que nos conduzca a nuestro objetivo.
Determina y ejecuta tu estrategia.
Tenemos una visión, hemos determinado nuestros valores y hemos evaluado nuestro entorno DAFO. Ya es hora de planificar una estrategia que nos ayude a lograr nuestra visión.

Pero recuerda que si no ejecutas la estrategia es como si no hubieras hecho nada. La mayoría de las personas, al igual que las empresas, no ponen en marcha su estrategia porque suelen caer en lo típico de «No es el momento, no tengo los medios, etc…»

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El secreto está en comenzar con lo que tienes ahora y dar los pasos que puedas dar con esos medios. Hazlo aunque no veas el camino, pues el camino no existe. Se crea conforme vamos caminando.

Por desgracia, es a la hora de ejecutar la estrategia donde la mayoría de personas fracasan al no ser constantes o carecer de ciertas disciplinas y hábitos, y más si hablamos de libertad financiera, pues pocos están dispuestos a hacer ciertos sacrificios en un entorno que no es el adecuado para ello. Pero…..

No tengas un plan, sino una ruta.
Y me explico en este punto. Hay que evaluar constantemente si nuestra estrategia está funcionando, porque como se suele decir, hay momentos en los que deberemos cambiar la estrategia, pero nunca la meta.
Por eso es más rentable tener una ruta de viaje que un plan. queremos llegar desde donde estamos al punto B. Esa es nuestra ruta de viaje. Si nuestra estrategia no nos está acercando al punto B, cambiamos rápidamente la estrategia antes de que comience a alejarnos. 
Es por eso que en las empresas prueban infinidad de estrategias y, despiden personas y cortan cabezas en momentos puntuales. En nuestra vida también deberemos hacer eso en algunas ocasiones. Y ésto nos llevaría al último punto.
Evalúa y responde.
Las empresas evalúan constantemente si su estrategia está funcionando. No evaluar ni medir resultados es como disparar a ciegas.
Como en nuestro camino nos encontraremos con imprevistos y con algunos cambios, debemos ser capaces de responder de forma rápida y efectiva para asegurarnos que estamos en el camino correcto.
En las empresas este proceso es más complejo, pues hay que medir y analizar muchos números. En cambio, en nuestra vida personal es mucho más fácil, pues únicamente debemos responder a unas pocas preguntas.
¿Ha cambiado algo en mi vida para mejor?¿Mi balance ingresos/gastos está mejor que antes?¿Mis ahorros son mayores?¿Me siento más feliz?¿Noto que voy en mejor dirección?
Si crees que algo no va como debería, no dudes en volver a replantear tu estrategia y hacer los cambios que tengas que hacer.
Y ésto sería dirigir una vida en cierto modo bajo una metodología similar a una empresa, y tanto si te parece inteligente o demasiado frío, lo cierto es que las personas y las empresas que aplican una metodología, suelen acabar mejor que aquéllas que conducen con los ojos vendados.
A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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