Todos tenemos un talento o habilidad en la que somos mucho mejor que otras personas. Ante la pregunta de si nacemos con un talento o desarrollamos el talento con el paso del tiempo, la respuesta sería una mezcla de ambas opciones. Aún así, lo cierto es que aquellas personas que adquirieron un talento de forma natural y sin esfuerzo, no suelen ser capaces de sacar un beneficio de ese don.
El por qué ocurre esto, tendría una fácil explicación, y es que el talento no lo es todo. Hay que combinarlo con otro tipo de aptitudes que sí debemos aprender. Por otra parte, y partiendo de la base de que todos tenemos una habilidad concreta (talento), muy pocos son capaces de descubrir cuál es su don. Esto nos llevaría al siguiente punto, y es que además de tener un talento, por regla general se necesita una segunda persona que sepa reconocer ese talento.
Cuando se habla de talento, siempre suelo poner como ejemplo dos tipos de personas, y aunque a algunos no les sienten bien estas comparaciones, creo que todos entenderemos a dónde quiero ir a parar.
¿Se hace el talento o se nace con él?
Talentos desperdiciados.
Para mí, una persona con talento dentro del liderazgo sería ese… «profeta» que consigue que cientos de personas cometan un suicidio colectivo. Dicho de otra forma: Conseguir que cientos de personas, a través de varias charlas, encuentren una ventaja en quitarse la vida.
Cuando escuchamos o leemos esa noticia en la prensa, nuestra primera reacción es decir «qué loca está la gente», aunque si nos adentramos en el «macabro juego» descubriremos que ha habido un trabajo bestial, como detectar las debilidades de unas personas, fomentar una confianza del grupo en el líder, y lo más complicado, que sería hacerle ver a estas personas esa puerta de salida.
Si este líder, en lugar de trabajar para el lado oscuro, estuviera dirigiendo un equipo comercial, sus vendedores saldrían a la calle con una motivación sin precedentes y unos resultados aplastantes.
El caso Pablo Escobar
Otro caso de talento desperdiciado sería el de Pablo Escobar o similares, persona que llegó a dominar el mercado de la droga. Contactos influyentes, una sólida red de distribución, adaptación constante a los cambios e innovación en la distribución.
Si Pablo Escobar hubiera aprovechado ese talento para los negocios y le hubieran puesto de presidente en El Corte Inglés, ahora el Corte Inglés estaría en 52 países de todo el mundo con una facturación de un 1500% más de la actual.
Por tanto, nacemos con un talento, pero no siempre somos buenos eligiendo el camino que queremos tomar.
Ahora pasamos al lado contrario, y son personas que sin talento, superaron a otras con ese talento o habilidad innata.
Dr. Paul Ekman.
La serie Miénteme (Lie to me) está basada en el trabajo de Paul Ekman, un hombre que dedicó toda su vida al estudio de las micro-expresiones, hasta el punto de saber quién mentía o quién decía la verdad con un margen de error mínimo. Este talento adquirido le llevó a colaborar con la policía y en el cine de animación.
El propio Ekman cuenta que a lo largo de su vida ha conocido muchas personas que eran capaces de saber de forma natural quién mentía, pero nunca supieron que tenían un don. «Ver a una persona que hace lo mismo que tú sin haber dedicado los mismos años de estudio que tú has dedicado y que no le saque provecho, es algo que no podía entender».
El caso Mike Tyson.
A pesar de lo que algunos piensen, Mike Tyson no tenía cualidades para boxear. El propio Tyson cuenta que de joven era un chico muy débil y que estaba en el hospital enfermo a cada instante. Vivía en un barrio conflictivo, por lo que cuenta que más de una vez recibió una paliza. Le daba miedo pelear, por lo que un día decidió enfrentarse a sus miedos y aprender lo mínimo para defenderse.
Su primer entrenador ni vio ninguna cualidad especial en él como boxeador, aunque el boxeo le acabó gustando. Dicen que no está bien emplear la palabra imposible, aunque en el caso de Tyson, era «imposible» que fuera campeón del mundo de los pesos pesados, básicamente porque tenía una enfermedad pulmonar crónica por la que no podía realizar esfuerzos y carecía de resistencia.
El caso es que con duro trabajo y esfuerzo consiguió llamar la atención de D’Amato, un viejo entrenador que vio talento en él a pesar de su enfermedad. Como Tyson se asfixiaba con los esfuerzos de larga duración, buscaron la forma de potenciar las habilidades para que los rivales no le duraran más de 3-5 asaltos.
Posteriormente y tras innumerables victorias, Tyson pagó el precio de la fama.
En resumen:
El talento es sólo un condimento y el no saberlo aprovechar sería como naufragar con 100 millones de euros en una isla desierta. Claro que como ya explicamos en nuestro artículo «Cómo saber a qué dedicarse», necesitamos reconocer nuestra pasión, que esté acorde con nuestros conocimientos, que seamos muy buenos en lo que hacemos y, lo más importante, que nos paguen por ello. Una vez consigas eso, no importa de dónde venga tu talento.
Interesante artículo, me recuerda a la entrevista de Will Smith en un programa de TV (se puede encontrar en YouTube) en la que éste explica la diferencia entre Talento y Habilidad. Talento es con lo que naces, Habilidad es lo que haces para desarrollarlo. Lástima que algunos tengan talento sólo para cosas inútiles, tipo "recordar fechas" o "adiccion a la curiosidad para cosas sin aplicación"…
Saludos y enhorabuena por tu página.