Chris Pool, el niño emprendedor detrás de 4Chan anunció el cierre de Canvas, una aplicación que contaba con 1,4 millones de usuarios, que llevaba el sello de caballo ganador y que consiguió ganarse la confianza de grandes inversores de capital riesgo. El 21 de Enero, los usuarios veían un mensaje en el cual se decía: «Todas las cosas buenas llegan a su fin».
Sus 7 trabajadores, incluido su fundador, Chris Pool, de 26 años no han encontrado la forma de monetizar esos, hasta entonces, 1,4 millones de usuarios.
La mayoría de las empresas que nacen en Silicon Valley fracasan. Hablamos de un 90%, según las estimaciones, pero en Silicon Valley glorifican el fracaso con esos dichos de «fallar rápido, fallar pronto, fallar a menudo». Y sí, todos sabemos que el fracaso es parte del éxito (leer: emprendedor tiene éxito después de fracasar 15 veces). Aunque para los inversores que han apostado por una empresa esperando una alta rentabilidad y los cuales ahora se enteran que no van a recibir ni un sólo euro….
Chris Pool durante una charla en TED. |
Aunque lo cierto es que en el caso de Chris Poole, ha sabido encajar este fracaso con cabeza fría y una gran madurez. Según el portal Inc.com, el chico se ha ganado el respeto de los inversores aún habiéndoles costado el dinero (3,6 millones de dólares), ya que podría haber propuesto otra ronda de financiación para captar más capital inversor (como hacen muchas empresas de Silicon Valley), pero ha preferido asumir el fracaso reconociendo que aunque hubiera recibido 20 millones para continuar, no hubiera sabido emplearlos para hacer rentable la aplicación.
«Mi mente no es capaz de imaginar cómo podría haber empleado más capital para hacer funcionar nuestra empresa»
Aunque sí que reconoce que con el fin de intentar cumplir con los inversores para no perder su confianza y devolverles el dinero, estuvo buscando hasta última hora a empresas más grandes que quisieran comprar la aplicación, y a la vista está que fue un intento fallido.
(Leer: Cómo aumentar la resistencia ante el fracaso)
Según el propio Chris, fue un fallo de inicio, ya que consiguieron tener una buena idea con un producto enfocado a un mercado, pero no había forma de hacer del producto-mercado algo comercial y ganar dinero con ello.
La parte comercial es algo universal para todas las empresas, así como tener un modelo de negocio rápidamente escalable, donde en caso de tener financiación de inversores, puedas retribuir a tus inversores sin problemas.
Es por eso que al despertar una mañana en plena lucha por la supervivencia empresarial, vio claramente el futuro: «No habría un final feliz para la empresa», por lo que dedicó esa energía a ser honesto con los inversores y ayudar a sus empleados a encontrar otras oportunidades y colocarlos en nuevos empleos, salvando lo que aún se podía salvar de la empresa.
Chris Poole se quedó sorprendido del entendimiento y apoyo que comenzó a recibir de los inversores a los que les estaba explicando que no iban a poder recuperar su dinero.
¿En qué está pensando ahora Chris Pool?
Reconoce que no es una experiencia agradable el hecho de haber fracaso en esta empresa. Además, asegura que la desaceleración y posterior cierre de una empresa requiere de mucho más trabajo que cuando la creas.
Aunque no sabe qué va a hacer ahora mismo, sí que sabe que volverá a crear otra empresa con la experiencia de este fracaso. De hecho, asegura que en breve sabremos de él.
Un fracaso con dignidad.
La mayoría de empresarios que fracasan, intentan esconderse, no cogen el teléfono cuando la empresa va cuesta abajo, e incluso los implicados suelen enterarse por terceras personas de que la empresa no va bien. Chris ha hecho lo más inteligente, que es publicar en su blog personal lo que iba a pasar, llamar a los inversores y hablar con los empleados, así como mandar un escrito a la prensa dando las debidas explicaciones.
Del mismo modo que te gusta presumir en público cuando tu idea ha tenido mucho éxito, hay que dar la cara cuando fracasas. Este simple acto de valentía en el que Chris ha aprobado con nota alta, es lo que separa a un empresario fracasado de un empresario que está en el camino del éxito, y cuyo fracaso únicamente forma parte del éxito. Es la mejor forma de minimizar el impacto en la falta de confianza tras un fracaso, lo que también se conoce como «fracasar con dignidad».