Romi Haan, considerada como una de las empresarias más poderosas de Corea, llegó a creer tan firmemente en su idea de negocio que estuvo dispuesta a perderlo todo para conseguir el éxito de su empresa. No sólo puso en peligro su casa, la cual fue usada para financiar la empresa. Si su negocio fracasaba, también estaban en riesgo la casa de sus padres y el dinero familiar.
En resumidas cuentas, como ella misma ha dicho en la entrevista de Business Insider, «si la empresa no salía bien, todo el mundo se quedaba en la calle».
Fundadora y CEO de Haan Corp, una empresa multimillonaria en Corea del Sur, fue llevada al éxito gracias a la extrema confianza, valor inquebrantable de su creadora, su visión y el extremo riesgo. Quizás esta determinación fue la que le ayudó a entrar en una industria dominada por hombres.
En 1998, Haan tuvo la idea de un aparato de limpieza que pensó podía revolucionar la industria, por lo que no vaciló para abandonar su trabajo como oficial en el Ministerio de Educación.
En Corea, la gente camina descalza por sus casas, comen y duermen en el suelo, por lo que para las mujeres de Corea la limpieza del suelo es una tarea muy sacrificada y dura.
Por tanto, Haan, que odiaba limpiar el suelo de su casa, buscó una alternativa; una especie de mopa a vapor. En primer lugar, Haan fundó Hanyoung Electric en 1999, pero todo lo que pudo salir mal, acabó saliendo mal.
El desarrollo del producto que en un principio tardaría 6 meses, se alargó hasta 2 años y Haan tuvo problemas de financiación, encontrándose con el rechazo de todos los inversores, los cuales, por su cultura machista no apuestan por una mujer emprendedora.
Incluso dice que algunos banqueros le dijeron que volviera a casa y dejara este tipo de iniciativas para su marido. Fue cuando tuvo que poner en riesgo todo su patrimonio familiar y el de sus padres, convencida de que tendría éxito, aún sabiendo que el fracaso era una posibilidad que estaba ahí.
Su plan B, en caso de fracasar era trabajar el resto de su vida para reponer todo el dinero perdido que sus familiares le habían prestado. Asegura que tenía claro que ella, en caso de fracasar, el comenzar de cero otra vez y salir adelante era algo de lo que sería muy capaz.
Pero el miedo a perderlo todo, fue lo que actuó como su mayor motivación para no rendirse y continuar avanzando y luchando.
Su primer modelo de mopa a vapor fue un fracaso al ser demasiado complicado. Con su segundo modelo chocó nuevamente con el machismo, y es que los encargados de las empresas coreanas son hombres, y por tanto, no apreciaban un producto que hacía la vida más fácil a las mujeres (que son las encargadas de limpiar).
Haan cambió su estrategia.
Ante la cultura machista y los problemas que le estaban causando, esta empresaria decidió cambiar su estrategia y enfocar el producto directamente a la mujer, por lo que el boca a boca entre las mujeres recorrió todo Corea, y en 2004, Haan se encontró con que vendió 2.000 mopas a través de algunos anuncios en espacios televisivos.
Cuando la empresa comenzó a despegar como un cohete, Samsung y LG comenzaron a producir distintas imitaciones al darse cuenta de que este producto podría ser un negocio muy rentable, pero ni Samsung ni LG consiguieron desbancar a Haan su cuota de mercado de un 80%.
En 2006, Haan cambió el nombre de su empresa por Haan Corp para diferenciar la empresa de sus competidores y en 2007, consiguió penetrar con fuerza en el mercado de los Estados Unidos, gracias al acuerdo con grandes distribuidores estratégicos.
El año pasado, Haan Corp consiguió una facturación de 120 millones de dólares y consigue mantener una cuota de mercado del 75%.
Ahora, Romi Haan lucha para inspirar a otras mujeres en Corea del Sur y acabar con el machismo empresarial y ha creado un programa de ayuda a las mujeres emprendedoras.
Los consejos de Haan para emprendedores.
Asegura que si tuviera que comenzar de nuevo, ella primero trabajaría en una empresa de electrodomésticos para conocer primero la industria y se pondría al día en técnicas de marketing para evitar tantos errores que cometió al inicio. De hecho, asegura que su estrategia fue la de fallar y fallar y aprender de los fallos sobre la marcha, a pesar de que ella no se podía permitir fallar muy a menudo.
Dice Haan que «la única cosa que la mantuvo en pie tras las dificultades fue el nunca pensar en renunciar». Asegura que su mentalidad era la de encontrar en éxito o fracasar, pero renunciar no era una opción para ella después de todo lo que había arriesgado.
Sin duda, una motivadora historia de una mujer de la que podemos extraer numerosas lecciones de negocios y cómo no, una lección para todas esas mujeres que viven en países donde aún existe una cultura altamente machista.