Aunque mucha gente no lo crea, despedir a ciertos empleados probablemente sea una de las tareas más duras a las que un empresario o CEO deba hacer frente a lo largo de su vida, y más aún cuando ese empleado trabaja muy duro, se esfuerza, y aún así no es lo suficientemente bueno para el puesto que desempeña.
¿Cómo lo haríamos con un trabajador que ha sido fiel al negocio, puntual, amable y educado con todo el mundo en la empresa, siendo su único «delito» el no ser demasiado bueno o carecer de la brillantez que buscábamos?.
Si le añadimos el condimento de que esta persona necesita el trabajo al tener mujer, hijos, hipoteca… la cosa se complica.
Y esta es una nueva pregunta que se les suele hacer hoy día a los ejecutivos a la hora de entrevistarles para los puestos de dirección, y que podría indicar en cierto modo «el todo» acerca de ti, de tu capacidad de liderazgo y de tu mentalidad a la hora de dirigir una empresa. Pero también de esa otra cualidad tan importante para el liderazgo; la empatía.
También es una pregunta con unas trampas enormes, pues una empresa realmente quiere a una persona fría para los negocios, y al mismo tiempo, un buen líder requiere de calidez humana. ¿Son los empleados únicamente cifras para la empresa o son también personas?. Esa es la verdadera pregunta encubierta.
Quizá la decisión más inteligente de los grandes hombres de negocios sea la que peor suena cuando lanzamos ese mensaje en una empresa de tamaño pequeño o mediano.
1. Comenzamos con el frío.
Empresarios como Donald Trump y Steve Jobs nos dirían que hay que actuar rápido y sin pensarlo en el mismo momento que descubres que esta persona no es la persona adecuada. Buena persona, amable, educada, pero no es buena para la empresa. Y eso es lo que cuenta en el negocio, ya que no tenemos una ONG. Pero ante todo, despedir con educación. Dicho de otro modo: «A la calle, y rapidito».
Son los actuales multimillonarios y grandes empresarios los que nos han enseñado frases del tipo:»Serás el mejor si trabajas con los mejores. Si contratas mediocres, tu empresa será mediocre».
Pero… ¿estás seguro que esta respuesta es la adecuada?
2. Apreciamos al cálido.
Un despido es algo que hacemos únicamente por el bien de la empresa, y que inevitablemente, aunque nosotros nos sintamos mal por despedir a esa persona, el dolor que esa persona sentirá no es comparable. Vamos a infligir un dolor significativo en un hombre o mujer, su pareja y sus hijos. Probablemente también a sus padres, amigos y otros familiares cuando deba contarles su nueva situación y dificultad para encontrar un nuevo puesto de trabajo.
Y el caso es que nos gustaría pensar que esa persona va a ser contratada rápidamente por otra empresa, cuando lo cierto, es que en muchos casos podríamos vaticinar que esa persona tardará muchos meses e incluso años en encontrar otro empleo. Incluso puede que pierda su casa.
Muchas personas profesionales de la dirección y gestión de personal nos dirán que hemos hecho lo correcto por despedirlo, a pesar de que esas mismas personas son las que años atrás, durante sus clases de coaching para el liderazgo, decían que había que tener empatía con nuestros trabajadores.
¿Podemos tener empatía con una persona y despedirle por el simple hecho de no ser tan bueno en su trabajo como otros?. ¿Podríamos dormir bien por las noches sabiendo que probablemente hayamos arruinado la vida de una familia por ahorrarnos unos cuantos cientos o miles de euros a final de año?.
Sin duda, un planteamiento que daría qué pensar a un reclutador.
(Leer: 6 señales que indican debes despedir a un trabajador)
3. Ni cálido ni frío. Sólo racional y reflexivo.
Supongo que para responder correctamente a esta cuestión sin parecer ni un sentimental ni un «cabrón» sin escrúpulos, podemos recurrir a la reflexión, conocimiento e inteligencia del liderazgo.
Veamos de qué tipo de trabajador estamos hablando, pues en las empresas encontraríamos esta clase de empleados:
- Empleados tóxicos: En un anterior artículo ya definimos a 7 tipos de trabajadores tóxicos que debemos despedir de inmediato.
- Sumadores: son empleados productivos que aportan mucho a la empresa y hacen que el resto también aporten.
- Restadores o sustractores: son incompetentes, pero de buena fe, y que no están a la altura de la productividad exigida.