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Cómo impacta tu apariencia física por encima de las habilidades y el talento en la empresa.

Cuando eres el dueño de tu propia empresa, puedes vestir como quieras, pues vas a tener éxito o fracasar en función de tus talentos y habilidades empresariales. No obstante, incluso como propietario de una empresa, a la hora de hacer negocios, la gente se llevará una imagen sobre tu empresa en función de tu apariencia física. Pero eso ya es otra historia.

En esta historia que Jeff Haden ha publicado en su perfil de Linkedin probablemente encontraríamos la respuesta a una pregunta: «¿A la hora de ser contratado o ascendido en una empresa, importan más mis habilidades y lo que soy, o importa más lo que parezco?».

En un mundo perfecto, importaría más lo que eres, pero en el mundo real, que no es perfecto, importa más lo que pareces ser.
Cuenta Haden que hace muchos años trabajaba en una planta de fabricación.

«Un día, el gerente del departamento me preguntó por mi historia laboral, conocimientos, estudios, y me preguntó por mis aspiraciones profesionales.
Le contesté que yo quería ser supervisor. Entonces, el gerente sonrió y me dijo: «Bien por ti. Me gustan los jóvenes con sueños», y tras una pausa, me dijo mirándome fijamente a los ojos: «Pero si eso es lo que quieres, debes comenzar a parecerte a un supervisor». 

«¿Qué quiere decir?», le pregunté. 

«Mira a tu alrededor», me dijo. «¿has visto cómo visten los supervisores, cómo se peinan, cómo actúan?, nadie va a verte como un supervisor hasta que realmente parezcas un supervisor». 

Entonces me fijé en cómo iba vestido con mis pantalones vaqueros desgastados y mi camisa raída. Además, llevaba el pelo largo y descuidado. Pero yo era bueno en mi trabajo y estaba preparado para ser supervisor, por lo que le pregunté: 

«¿Pero no debería importar mucho más cómo haga mi trabajo que el cómo me vista?», y el me respondió de una forma que nunca olvidaré: 

«En un mundo perfecto tu rendimiento y tus habilidades serían todo lo que importaría, pero no vivimos en un mundo perfecto, pues desafortunadamente, quien realiza la contratación y la promoción en las empresas son personas. Y las personas tienden a estar sesgadas hacia lo cómodo y familiar. Tienden a contratar y promover a las personas que se parecen a ellos mismos. Si me recuerdas a mí, entonces tendrás más posibilidades de que te promocione.» 

La gente sigue haciendo suposiciones sobre nosotros basándose en cosas irrelevantes como la ropa, los gestos, la altura, el peso, el género y el origen étnico, que nada tienen que ver con las habilidades que esa persona puede tener. 

Y puede ser injusto, pero es lo que hay. Podemos dedicar nuestra vida a intentar cambiar a todo el mundo y su forma de pensar. Pero no lograremos cambiarlo, por lo que únicamente nos queda adaptarnos y jugar según las reglas establecidas por la mente de las personas».

Y quizás este sea uno de los motivos por el que muchas personas con talento no consiguen tener éxito en sus carreras y nunca se promocionan. Muchas personas se han quedado esperando que alguien confiara y valorara sus habilidades, experiencia y talento. Pero eso nunca ocurre si además de ser un profesional, no aparenta serlo.
Si bien cualquier persona puede demostrar su valía en una empresa, el hecho de de «vestirse para el éxito», te facilitará el camino.
Y esta historia de Jeff Haden me recuerda a una lección de empresa que en una ocasión me comentaron, donde un ejecutivo, mientras desayunaba antes de una reunión, se manchó la corbata. Limpió como pudo esa mancha, pero aún así, la corbata estaba sucia.
Cuando su jefe le miró, justo antes de pasar a la reunión, cogió unas tijeras y le cortó la corbata por la mitad.
El ejecutivo se quedó extrañado y le preguntó a su jefe: «¿Pero por qué me has cortado la corbata?», a lo que su jefe le respondió: «porque estaba sucia».
El ejecutivo le explicó que se la había manchado desayunando, pero su jefe le volvió a insistir para que se quitara la corbata y le dio una lección que aquel ejecutivo se grabó en la mente:
«En los negocios nunca dejes nada al azar. O llevas la corbata limpia o no lleves corbata. Tú sabes que siempre vas impecable, y tú y yo sabemos que te la has manchado desayunando. Pero la gente con la que nos vamos a reunir no saben cómo eres ni saben lo que te ha pasado, por lo que podrían pensar que eres una persona descuidada y sucia. Así que no importa lo que haya pasado. Importa lo que esas personas puedan pensar que pasa. No dejes que te recuerden como el tipo de la corbata sucia ni que te asocien a una imagen permanente debido a una situación temporal.»
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A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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