Puede sonar contradictorio, pero todos tenemos defectos y virtudes. De hecho, como personas somos la suma de todos nuestros defectos y virtudes. Y así debemos gustar a los demás. Con nuestros defectos y virtudes deberemos tener éxito en nuestras relaciones, en nuestra carrera, e incluso en nuestro propio negocio.
Si te centras exclusivamente en tratar de mejorar todos tus defectos, te acabarás frustrando, además de perder un tiempo precioso que podrías haber aprovechado para potenciar tus virtudes y fortalezas. Y ésto es aplicable a todos los ámbitos de la vida.
Todo funciona de la misma forma, y es que acabas consiguiendo aquello en lo que te enfocas, por lo que si te enfocas en todas tus taras, aunque sólo sea para modificarlas, eso mismo atraerás. y no es debido a la energía cósmica ni nada por el estilo. Es pura ciencia y mecanismo cerebral.
(Ver también: Cómo puede afectar la conducta de indefensión aprendida a nuestra vida y nuestro éxito)
Vamos a verlo con algunos ejemplos.
En las relaciones, no es cierto que dos personas se atraigan por ser iguales, y aunque puede darse el caso en el corto plazo, lo cierto es que a largo plazo, el estar con una persona que es exactamente igual que tú, puede provocar el aburrimiento extremo.
La mayoría de las discusiones en las parejas suelen venir exactamente por el mismo motivo que un día las atrajo entre sí. Y no debería ser nada grave, si se saben enfocar esas diferencias correctamente.
Robert Greene, en su libro «El arte de la seducción (el cual recomiendo para los que se dediquen a las ventas)», asegura que muchas parejas pasan demasiado tiempo intentando arreglar lo que no funciona en la relación, cuando lo cierto es que deben hacerlo al revés.
Según el psicólogo John M. Gottman, autor de «Las 7 reglas de oro para vivir en pareja«, las parejas prosperan cuando dejan de centrarse en la reducción de lo negativo, de los defectos de cada cual, y comienzan a enfocarse y potenciar las cosas positivas y virtudes de cada cual.
No pretendas cambiar a nadie, pues los años de investigación de Gottman, demuestran que tratar de cambiar a la gente, no funciona.
En tu propio desarrollo personal ocurre exactamente igual, y es por ese motivo que muchas personas viven en una constante amargura, pensando en todo aquello que les limita para hacer cosas, pensando en todo aquello que no tienen. Y en ese punto, es cuando aparece la frustración, una emoción que más que ayudar, te hunde y limita.
A todos nos ocurren cosas buenas y cosas malas a lo largo del día y de la semana. Que tus días sean buenos o que tus días sean malos, dependerá de hacia dónde te enfoques y la importancia que le des a lo negativo por encima de lo positivo.
¿Has escuchado a alguien decir alguna vez: «si me dieran bien los números yo sería…»? De esa forma suena a frustración por la limitación que nosotros mismos nos estamos poniendo. Pregúntate más bien qué se te da bien y qué te gustaría hacer para mejorar tus habilidades y alcanzar esa meta.
Personalmente, si yo tuviera un gran talento para el fútbol, supongo que me habría convertido en una gran estrella del fútbol, pero no tengo talento para el fútbol; tampoco para el baloncesto, y mido 1.70cm, por lo que la altura no me llega para ser modelo de pasarela, y además sería un pésimo astronauta. Si jugamos a ésto, ganaremos el premio: la frustración personal por incompetencia.
Pero lo cierto es que me importa bien poco aquello que no sé hacer, y por eso hace mucho tiempo que me centré en lo que sí se hacer.
Pero cuidado con tergiversar el hecho de las limitaciones naturales al hecho de no hacer cambios de hábitos esenciales.
(Ver: 25 hábitos de las personas de éxito)
Sé que debe haber millones de cosas que no sería capaz de hacer, muchas de ellas, está claro que no las aprendería por falta de interés. Pero hay unas pocas en las que me considero tremendamente bueno. Y cada día mejoro esas habilidades, las potencio e incluso las expando a otros ámbitos.
Sé que está muy de moda eso de «puedes hacer todo aquello que te propongas». Pero eso es completamente falso. Nadie puede hacer todo lo que se proponga, absolutamente nadie. Y reconocer ésto no es limitarse a uno mismo, sino más bien ser inteligente y expandirte hacia todo aquello que sí puedes hacer, y no de una forma mediocre, sino de una forma excelente.
«No podrás ganar todas tus batallas, así que elige correctamente las que estás dispuesto a pelear»
(Ver: Por qué algunos sueños no se deben perseguir)
En los negocios ocurre igual, y es que todas las empresas tienen puntos fuertes y puntos débiles, tanto la nuestra como las de la competencia.
Como pequeño negocio, puedes atacar a una gran empresa, siempre que conozcas sus puntos débiles y tus puntos fuertes, y tengas claro que tu punto fuerte deberá atacar al punto débil de la empresa de la competencia.
Si intentas derribar a una empresa en su especialidad, en su fortaleza, perderás. Es decir, si una gran corporación vende buen precio y puede vender más barato al comprar grandes volúmenes, no intentes atacar al precio, perdiendo un beneficio que probablemente ponga en peligro la supervivencia de tu empresa, porque tú no te lo puedes permitir. Puedes atacar, por ejemplo, con el servicio más personalizado o algún tipo de valor añadido.
El crecimiento de una empresa se produce cuando aprovecha y se especializa en algo determinado (su punto fuerte). Con el tiempo, podrá hacerse con nuevos mercados, porque adquirirá nuevos puntos fuertes.
La batalla de David contra Goliat, en versión foco negativo.
Me vais a permitir que acabe con un poco de humor, pero imaginaos la batalla entre Goliat, ese soldado gigante, bien cubierto con una armadura, y con una gran espada, siendo uno de los mejores guerreros en la lucha cuerpo a cuerpo.
Y por otro lado, tenemos a David, un pequeño pastorcillo indefenso, desarmado y sin experiencia en el campo de batalla.
Conforme Goliat se acercaba para la lucha, David pensaba: «Qué putada, ese tío tan grande, tan experto, con ese pedazo de espada, y yo tan pequeño». Goliat seguía acercándose mientras David seguía pensando: «Si tuviera una escopeta, una pistola o algo, porque yo con este gigante no puedo pelear. Me va a matar»
Y David continuaba: «Ojalá alguien me ayudara, ésto debería estar prohibido por ley, esto es un abuso, si tuviera aunque fuera una lanza o una espada…»
Hasta que alguien del público que estaba observando el inminente enfrentamiento, gritó: «David, deja de hacer el idiota y usa la honda que tienes en la mano». Y David usó la honda, y envió a Goliat al carajo.
Y ésto ocurre cuando te centras en lo que tienes, en lugar de en aquello que no tienes, pues recordemos cuando Malcolm Gladwell hizo su propia versión de esta historia bíblica, y es que desde el punto de vista de Gladwell, el que estaba en desventaja no era David, sino Goliat, pues Goliat venía preparado para la lucha cuerpo a cuerpo (su fortaleza), pero David carecía de muchas cosas para el cuerpo a cuerpo, mientras que tenía un único arma para la lucha en la distancia, la honda, que era su fortaleza para atacar la mayor debilidad del gigante Goliat.
Ver: La fórmula definitiva para el éxito y cómo interfiere en ella el Síndrome Niágara