No hay duda de que Leonardo Da Vinci, probablemente sea una de las mentes más brillantes de la historia a pesar de que no lo tuvo todo a su favor. Aunque es complicado analizar la vida y los pensamientos de Leonardo Da Vinci, ya que todo ocurrió hace más de 500 años, a través de manuscritos, Walter Isaacson ha vuelto a elaborar una completa Biografía, como ya hizo con Steve Jobs y Albert Einstein. Y en este caso nos da la clave de Leonardo Da Vinci
Cuando hoy día se habla de «Renacimiento», es inevitable que venga a nuestra mente Da Vinci. Este hombre no sólo fue un artista, sino que fue un inventor prolífico que contribuyó prácticamente en todo, desde la arquitectura y la música hasta la anatomía y la geometría.
Toda una proeza para un niño que nació fuera del matrimonio en pleno siglo XV, lo cual, en la época, significaba que llevaría un complicado estigma que le pondría las cosas muy difíciles.
A finales de 2017, su obra «Salvator Mundi», fue vendida por la friolera cifra de 450 millones de dólares.
¿Por qué Leonardo Da Vinci es mejor ejemplo a seguir que Albert Einstein?
Dado que la mayoría de las personas amantes de las biografías de los genios intentan aprender de estas mentes brillantes, el propio biógrafo Walter Isaacson, explica que Leonardo Da Vinci es un mejor modelo a seguir que Albert Einstein.
La explicación que da es tan sencilla como coherente, y es que la inteligencia de Einstein era innata, es decir, nació siendo un genio intelectual con un alto cociente intelectual. Eso es algo que se tiene o no se tiene, y por lo tanto, quien no lo tiene, no puede trabajar por conseguirlo.
Pero todo indica que, a pesar de que Leonardo Da Vinci es un genio diferente a cualquiera que se haya visto, no nació siendo un genio, sino que él mismo desarrolló ciertas habilidades y talentos que cualquiera puede emular. Cualquiera que esté dispuesto a hacer lo mismo que hizo Da Vinci y cualquiera que esté dispuesto a pensar como lo hizo este genio.
La genialidad de Da Vinci es fruto de la práctica, experiencia y curiosidad.
La clave de Leonardo Da Vinci
Como explica Isaacson, Da Vinci imaginó, preguntó, aprendió, y dedicó horas y horas a la práctica, únicamente para volver a preguntar, aprender y volver a poner en práctica todo lo aprendido. Y este método es totalmente replicable por cualquiera.
Observa sin distinciones predefinidas
Existe algo en común en la vida de los grandes inventores, creadores y personas de éxito, y es que no son fruto de un único conocimiento de una rama específica, sino que han encontrado la forma de crear una intersección entre varias ramas.
En el caso de Da Vinci, encontró dicha intersección entre la ciencia y el arte, y no de la especialización profunda. Es decir, una mezcla y coincidencia de diferentes campos, perspectivas y personas.
Todo indica que Da Vinci no es que unos días estudiara arte y otros ciencia, sino que para él eran una misma cosa.
«No existe la ciencia o el arte más allá de las etiquetas lingüísticas que se usan para dar sentido a los diferentes aspectos del mundo. Sólo hay una realidad, y esa realidad se cruza y se mezcla consigo misma de formas que no pueden ser capturadas por disciplinas con nombre»
Este pensamiento no es muy diferente a la forma de pensar que tenía el legendario Steve Jobs. Claro que ponerle nombre a las cosas, etiquetar y crear límites ayuda a ordenar y dar sentido a las cosas, pero lo cierto es que también restringe nuestra curiosidad a ángulos más simplistas. Así piensa todo el mundo, dado que es como la sociedad y nuestros maestros nos han enseñado a pensar, y es por ese motivo que las personas que logran pensar fuera de lo establecido, acaban logrando cosas muy distintas y algunos de ellos pasan a la historia como genios.
Cuestiónalo todo: lo mundano y lo obvio.
Se estima que las 7200 páginas de los famosos cuadernos de Da Vinci son sólo una cuarta parte del volumen total de los que probablemente hayan existido. En ellos aparecen registros de su estancia en Florencia y Milán, mostrando dudas e inseguridad y discutiendo sus relaciones con amigos y colaboradores.
En estos cuadernos, Da Vinci no sólo se pregunta cuestiones grandes e importantes, sino que cuestiona lo más nimio e insignificante. Muestra ante todo fascinación por cualquier cosa.
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Da Vinci en sus propias palabras:
«Vagué por el campo en busca de respuestas a cosas que no entendía. ¿Por qué existían conchas en la cima de las montañas junto con las huellas de coral, plantas y algas que se encuentran generalmente en el mar?¿ Por qué el trueno dura más tiempo que el que causa y por qué inmediatamente en su creación el rayo se vuelve visible a la vista mientras que el trueno requiere tiempo para viajar? ¿Por qué un pájaro se sostiene en el aire? Estas preguntas y otros fenómenos extraños comprometen mi pensamiento a lo largo de mi vida.»
Si bien para la mayoría de las personas, ciertas cuestiones no tienen importancia, algunos genios hayan un tesoro cuando deciden explorar en profundidad estas cuestiones. Pocas cosas son interesantes superficialmente. Lo interesante llega cuando dices de profundizar.
Experimenta como si fuera un trabajo en progreso.
El perfeccionismo hoy día está considerado como una maldición para una persona. De hecho, en mucho de los consejos que le damos a los emprendedores y hombres de negocios es que más vale tener un producto imperfecto en el mercado que tardar años para sacar el producto perfecto al mercado. Está claro que hoy día todo es mejorable, pues si el iPhone 2 hubiera sido perfecto no necesitaríamos el iPhone 7.
El perfeccionismo es un paralizador de la producción y creación. Paraliza a las personas para que no completen una creación.
Da Vinci fue víctima de este perfeccionismo, lo que le llevó a no terminar la mayoría de los trabajos que comenzó y, de hecho, algunas de sus obras tomaron años e incluso décadas en completarse.
Se dice que «La Mona Lisa» se produjo en el transcurso de 10 a 14 años, y que Da Vinci no la consideró acabada. Los expertos aseguran que esta obra de arte fue pintada al final de su vida, debido al estilo utilizado.
Una cosa está clara, y es que Da Vinci perfeccionó sus habilidades hasta el día de su muerte.
Lo que se pretende extraer de esta idea es el concepto de «progresar». Cuando algo se hace bien, se puede hacer mejor, y cuando se hace mejor, aún se puede seguir mejorando.
Acabamos con esta frase:
«Ser curioso no es garantía de ingenio, pero no hay genialidad sin ser curioso»
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