Mostrar ignorancia financiera cuando se cruzan las puertas de un banco, es sinónimo de otorgar un cheque en blanco firmado al banco. Es totalmente aconsejable que antes de dirigirte a un banco para abrir una cuenta de ahorro o de inversión, sepas de antemano qué tipo de cuenta quieres, qué mínimo de rentabilidad deseas y cuánto riesgo estás dispuesto asumir.
Es decir, tienes que conocer tu perfil de ahorrador y/o inversor, además de tener un mínimo de conocimientos acerca de los productos financieros y vehículos de inversión. Debes saber que en un banco todas las condiciones estipuladas son negociables. Debes saber que la materia prima de un banco es el dinero y que con la llegada de la crisis, los bancos tienen mucha más dificultad para obtener esta «materia prima» en el exterior, por lo que estarán más abiertos a negociar condiciones, aunque claro, si no tienes un mínimo de conocimientos, es evidente que no podrás negociar. Damos algunos consejos.
1. ¿Banco físico o banca online?
Tanto en los bancos físicos como en la banca online, hay diferentes condiciones según la entidad con la que contrates el servicio. Actualmente, la banca online, para el pequeño ahorrador, por regla general suele tener mejores condiciones, pues a un ahorrador no le interesa tener gastos de mantenimiento, ni algunas comisiones que están muy presentes en las entidades físicas y que puedes ahorrarte en la banca online.
Del mismo modo, para el pequeño inversor que decida iniciarse en bolsa, cuando se trata de pequeñas cantidades de inversión, suele ser mucho más rentable las condiciones de una cuenta de inversión en la banca online, pues las comisiones por operación suelen se menores. Está claro que con la banca online se pueden reducir comisiones y gastos de mantenimiento al tener menos gastos la propia entidad.
2. Rentabilidad.
La rentabilidad siempre va unida al riesgo (esto no es ningún secreto). El producto que menos riesgo tiene por excelencia es el depósito bancario a plazo fijo, por lo que el interés de estos depósitos es el baremo con el que debes medir otros productos o vehículos de inversión.
Es decir, si un depósito a plazo fijo te da un 3,25% TAE y te ofrecen un producto de inversión a un 7% TAE sin ningún tipo de riesgo, debes saber que hay «gato encerrado», pues riesgo debe haber seguro.
3. Palabras de las que debes huir.
Mixto, garantizado, estructurado…. estas son algunas de las palabras que adornan productos que no te generan rentabilidad, y mucho menos en una época de volatidad en los mercados. Todos sabemos que los fondos de inversión es un producto que cuando se contrata con un banco, rara vez sale ganando el cliente. Una forma de hacerle picar es emplear palabras como Fondo de Inversión Garantizado.
Un Fondo de Inversión Garantizado es ese fondo que en la letra grande te ofrece (garantiza) un 7,8,10% de rentabilidad, y en cambio en la letra pequeña te aparece que la rentabilidad garantizada es de un 0,5% anual, por lo que realmente la rentabilidad real de ese producto está por debajo de la inflación, y aún así, una vez descontados los gastos de cuentas asociadas, de mantenimiento y de gestión, probablemente ese 0,5% se quede en 0%, o lo que es peor, -0,3% (has perdido dinero).
Los fondos mixtos y estructurados son básicamente lo mismo, ya que destinan una parte de tu capital a renta fija y otra a renta variable. Lo que debes tener claro es que la gestión de capital en renta variable tiene gastos, y por regla general, se suelen comer la rentabilidad de la parte fija.
Un banco no miente, pero suele poner en el contrato unas cláusulas muy confusas que rara vez alguien sin conocimientos financieros llega a entender. Nunca inviertas en este tipo de productos si no tienes un mínimo de conocimientos. No hay mejor fondo de inversión que la propia selección de valores que tú mismo puedas hacer.