Las personas, básicamente quieren trabajar por 2 motivos: Retribución económica y realización personal. Mientras que para algunos el tener que ir a trabajar cada día es un castigo, para otros es prácticamente una bendición. Con la crisis, ha desaparecido en un alto porcentaje el sentimiento de «castigo» y, hoy día, los expertos afirman que con la falta de un puesto de trabajo, nuestra salud se deteriora considerablemente.
Robin Simon, sociólogo de la Universidad de Wake Forest, así lo ha afirmado rotundamente: «El trabajo es bueno para la salud. El trabajo da a la gente una interacción social, así como una contribución financiera a sus vidas. Las tensiones añadidas y los efectos documentados de la salud en las pérdidas de empleo durante los últimos años, demuestran de sobra lo importante que es el trabajo en nuestro bienestar.»
Cierto es que con la crisis, el entorno laboral se ha podido volver algo estresante, pues los nervios y miedo a perder el puesto de trabajo están a la orden del día. Aún así, el trabajador, como es lógico, prefiere y desea tener ese estrés y esa necesidad de superación antes que dedicar su tiempo a una búsqueda de empleo que probablemente no llegaría a buen puerto.