¿Quieres alegrarle el día a alguien? Hay algunas palabras muy sencillas pero que pueden cambiarle radicalmente el día a alguien, y quizás su vida también, además de la tuya. Son cosas que decir a tus empleados, compañeros de trabajo, amigos, familiares, etc… que en ocasiones olvidamos, y quizás en otras ocasiones, por nuestro puesto, nuestro cargo o nuestra responsabilidad, pensamos que no vienen al caso. Nada más alejado de la realidad.
Estas 9 «frases mágicas», son palabras que hoy día sé, los mejores profesionales que he conocido, no dudaban en emplearlas.
De hecho, creo que eran buenos profesionales por ello, ya que ni el paso del tiempo ha conseguido borrar mi recuerdo sobre sus valores tanto profesionales como humanos. Independientemente de tu puesto en la empresa (y fuera de la empresa) prueba a pronunciarlas cada día en según qué circunstancias.
¿Cuáles son estas palabras mágicas que harán que nos ganemos a la gente y les alegrará el día?
1. Gracias y «de nada».
No debemos esperar a tropezar y que alguien nos ayude a levantarnos para dar las gracias. Sobre todo, cuando tenemos un puesto de mando, a veces se puede llegar a pensar que la gente hace algo (una tarea, un recado…) por el simple hecho de que les pagamos.
Prueba a ser agradecido siempre, sobre todo en las tareas más complejas que muchas personas hacen por nosotros. Es sencillo, ya que únicamente debes mirar a la persona a los ojos y con una sonrisa decir «muchas gracias».
Del mismo modo, hay gente que mecanizadamente nos da las gracias. No te asuste romper la rutina con un «No hay de qué, ha sido un placer ayudarte». Tampoco escatimes en recompensar a tu equipo de trabajo con un «habéis hecho un buen trabajo, enhorabuena». Son pequeños detalles, pero cierto es que pueden alegrar el día a los demás.
2. Esto es lo que yo pienso. ¿Alguno tiene otra idea?
Estar en un puesto de mando, te da una posición que te ayuda a tener la última palabra, lo cual no significa que siempre llevemos la razón. Cualquier planteamiento debes justificarlo con la lógica y el razonamiento, no con la posición y autoridad.
Da siempre un pequeño margen a tu equipo para que puedan expresar sus ideas. Insisto en que si muchos gerentes escucharan las ideas de su plantilla, en ocasiones descubrirían que tienen personas muy inteligentes.
De paso, estamos otorgando a nuestro equipo la capacidad de ser parte de la empresa y no robots que obedecen órdenes sin pensar. El simple hecho de que tu equipo sienta que se le escucha, hará que se sientan parte del proyecto empresarial.
3. Me equivoqué.
Reconocer equivocaciones o errores no convierte en un mal profesional. Todo lo contrario. Si tras tomar una decisión, el resultado no es el esperado, no busques a quién culpar. Tampoco cometas el error de no hablar de ello con tu equipo de trabajo, sobre todo, si ellos conocen lo que ha ocurrido. Cuando una persona se equivoca y lo reconoce, no pierde el respeto, todo lo contrario, lo gana.
4. Eso fue increíble (o similares).
Alabar el trabajo o la labor de otra persona no dañará tu imagen. De hecho, los elogios están prácticamente desaparecidos en las empresas hoy día. Es triste ver a una empresa dividida en dos clases de personas: «las que pagan y dirigen por un lado, y los que cobran y reciben órdenes de los primeros por otro lado».
¿Qué fue del equipo, del proyecto común, del sentimiento familiar corporativo que debe tener una empresa?. Si un vendedor ha duplicado las ventas este mes, un elogio le ayudará para el próximo mes, se le reconoce su trabajo.
Algunos jefes piensan algo así como: «Para eso está, para eso le pagamos». Error. Cambia ese pensamiento, llámalo al despacho y dile: «Guau… ¿Cómo lo hiciste?, enhorabuena».
5. Lo siento.
Hay dos tipos de personas: las que una vez se dan cuenta de que han fallado a otra persona, ignoran el problema y siguen como si nada esperando que el tiempo enfríe la situación. Luego están las que dicen «Lo siento o perdona».
Todos cometemos errores, así que todos deberíamos pedir disculpas llegado el momento. Puede ser tras una discusión de trabajo, tras un malentendido o tras una falsa acusación. Si tuviste el valor de fallar y crear un conflicto, ten el valor para asumir con humildad, algo que la otra persa se merece, que no es otra cosa que una disculpa. Así, ya puedes comenzar de nuevo con ella.
6. ¿Me puedes ayudar?
Imagina que eres nuevo en una empresa, y «don perfecto» te pide por favor si tú podrías ayudarle, ya que de eso puedes saber tanto o más que él. Hay muchas personas que por el simple hecho de pedirles ayuda, no sienten que te estén haciendo un favor a tí, sino que tú le haces un favor a ellas por el simple hecho de acordarte de ellos y tenerlos en cuenta.
7. Un segundo, voy a ayudarte.
¿Cuándo fue la última vez que ayudaste a un compañero de trabajo o trabajador en una labor que era la suya y que no te correspondía a tí?.
No preguntes «¿Quieres que te ayude?». No, la mayoría de la gente te dirá que no hace falta, que ellos pueden. Directamente diles «voy a echarte una mano». Este gesto muestra que te preocupas por los demás, que no dices algo por hacer el típico cumplido, sino que te remangas y ayudas sin que nadie te lo haya pedido.
8. Te quiero, os quiero.
Está claro que estas palabras son muy necesarias en la familia y con nuestra pareja, pero en la empresa…. ¿Por qué narices no?.
Recuerdo cuando tenía 19 años, nuestro jefe recogía un premio al mejor jefe de grupo a nivel nacional. Levantó el trofeo, tenía los ojos a punto de estallar en llanto, y tras unas palabras conmovedoras de agradecimiento a su equipo dijo alto y claro «esto lo habéis ganado vosotros, os quiero chicos!!».
Fue mi primer jefe, mi primer espejo donde reflejarme. Fuimos los mejores porque esa persona sacaba lo mejor de nosotros. Siempre dio la cara por su equipo, y su equipo la dio por él.
Probablemente muchos piensen que tener ese trato con tus trabajadores es romper una barrera, pero es que ese trato fue el que hizo que rompiéramos la barrera de ventas también.
9. Nada.
En ocasiones, lo mejor que puedes decir es no decir nada. Hay momentos en los que uno está «caldeado», enfadado, enojado, alterado… en estos casos, emplea el viejo truco de respirar 300 veces antes de decir algo. Jamás te dirijas alterado a un empleado en público.
Primero, se considera falta de respeto. Y segundo, muestra una pésima profesionalidad, mal capacidad de liderazgo, y de paso, inconsciencia, ya que puedes decir unas palabras de 30 segundos y arrepentirte durante semanas o meses.
Una vez emplees estas 9 frases todos los días hasta el punto de que te salgan de forma natural y no forzada, no sólo serás más educado, sino que serás mejor persona y mejor profesional, ya que entre otras cosas, la gente que te rodea estará más motivada y te tendrán un mayor aprecio. Prueba. Por probar no pierdes nada, y quién sabe, igual notas los resultados antes de lo que esperas.
GRACIAS, por este artículo y por todos los que escribes, eres una referencia para todos 😉
Gracias a tí, Víctor, por tu amable comentario.
Que menos que agradecerlo, haces una labor impecable y muy constante. Sin duda, de las mejores páginas que visito.