La mayoría de gerentes de empresa se preocupan sobre si sus empleados están siendo todo lo productivos que podrían ser. En ocasiones, el trabajador más tóxico para la productividad es el propio gerente, el cual sin darse cuenta, puede estar distrayendo, entreteniendo o haciendo perder tiempo a sus propios empleados, bien sea inconscientemente o bien sea por unas políticas de empresa que ya quedaron desfasadas. 10 formas en que, como gerente podrías estar mermando la productividad de tus empleados y la tuya propia como gerente.
1. No delegar responsabilidad o autoridad a tus empleados.
A menudo, muchos empleados se acaban convirtiendo en ayudantes del gerente, en lugar de tener verdadera autoridad, competencia y responsabilidad. En algunas empresas, muchos proyectos no avanzan al requerir el constante visto bueno del más mínimo detalle por parte del gerente. De esta forma, los trabajadores más creativos sienten que están perdiendo el tiempo. El tipo de empleado que necesita una empresa es aquel cuya libertad le permite trabajar y crear, siendo el responsable tanto de su éxito como reconocedor de sus fracasos. Un gerente nunca sabrá cómo de competente es un trabajador hasta que éste no tenga la capacidad y autoridad como para trabajar por sí mismo, y en muchas ocasiones, parte del freno de los avances son causados por la propia gerencia.
2. Crear un clima de miedo, ansiedad y control en la empresa.
Con los controles rígidos y el miedo se consigue que nadie se pase de la raya, y también se consigue que los empleados no traigan nuevas ideas por temor a ser humillados o atacados. Tampoco serán honestos a la hora de presentarte algunos problemas que están surgiendo en un proyecto o en la empresa en general. Muchos gerentes tienden a confundir la seriedad en el trabajo con ser una persona seria, a menudo de mal humor. Nunca está de más recordar que un líder no tiene súbditos, sino seguidores. No es temido, sino respetado, que es muy distinto. Recordar que los trabajadores pasarán la mayor parte de su tiempo en la empresa, por lo que hay que tener un ambiente amable, cortés y de libertad creativa, nunca un ambiente cortante.
Si como gerente, quieres ponerle la guinda al pastel de la total desmotivación, encárgate de meterles miedo en el cuerpo de que sus trabajos peligran, y verás lo que es una plantilla desmotivada.
3. Pérdida de tiempo con las reuniones innecesarias.
Muchas empresas han escuchado que es bueno comunicarse con sus empleados para hacer un seguimiento de sus objetivos y los problemas con los que se van encontrando, por lo que ahora ponen un día a la semana para hacer una reunión. En diferentes encuestas de clima de laboral, se ha sabido que el 80% de los empleados piensan que estas reuniones semanales son totalmente improductivas. Muchos gerentes estudian detenidamente cuándo es el mejor día de la semana para hacer una reunión semanal. Nosotros llegamos a la conclusión de que ningún día fijo de la semana es el adecuado, pues las reuniones no se deben hacer por defecto, sino por necesidad, lo cual significa que quizás algunas semanas necesites incluso 3 reuniones, y en un mes sólo necesites una.
Si además, para la siguiente semana, los puntos que se tratan en la reunión, no sólo no se han resuelto, sino que volvemos a ponerlos nuevamente sobre la mesa, los empleados sentirán que es una auténtica y total pérdida de tiempo y un «crematorio productivo».
4. Romper continuamente la concentración de tus trabajadores.
Muchos gerentes se olvidan de que vivimos en una era tecnológica, y que los correos electrónicos están para algo. Si llamas por teléfono diciéndole a un trabajador que suba a tu despacho cuando pueda, aunque no pueda, éste subirá, dejando lo que estaba haciendo, lo cual puede ser una tarea sencilla o complicada. En cualquier caso, después deberá continuar. Si usamos el correo electrónico, el trabajador lo verá cuando acabe con lo que está haciendo, lo leerá cuando pueda y de esta forma realmente subirá a tu despacho cuando haya terminado. En la mayoría de ocasiones, le estás llamando para algo que estamos seguros no es un asunto de vital importancia.
En cierto modo, parte de las horas de las largas e improductivas jornadas laborales españolas, son debidas a esas conversaciones improvisadas en los puestos de trabaja, las cuales, en un alto porcentaje, no se producen entre compañeros, sino entre gerente-empleado. Irónicamente, el control de la productividad, en ocasiones es muy improductivo en la empresa.
5. No preguntar a los trabajadores lo que necesitan para hacer mejor su trabajo.
La empresa pone los medios a sus trabajadores para que éstos realicen su trabajo, ¿pero alguna vez la empresa le ha preguntado a sus trabajadores (supuestos profesionales en aquello que hacen) qué necesitan para hacer su trabajo más eficientemente?.
Muchos trabajadores no hablan por sí solos. Si piensan que les vendría bien un nuevo software que ellos conocen y tú como gerente desconoces, nunca te lo dirán a no ser que se lo preguntes. En otras ocasiones, un trabajador puede estar trabajando con un ordenador demasiado lento, y tampoco te lo dirá por el miedo a que pienses es un desconsiderado por insinuar un gasto extra en la empresa, cambiando ese ordenador en el que han trabajado más de 10 profesionales a lo largo de 12 años y ninguno se quejó.
6. Atacar a la parte más productiva de la empresa: los comerciales.
Muchas empresas jamás llegaron a entender este punto. Probablemente los cimientos y motor de una empresa sean sus vendedores, pues si no se vende, de nada sirve el gerente, las máquinas, los empleados o la empresa, y en cambio, el departamento comercial es lo menos valorado de una empresa, donde no se les ponen primas por ventas y en ocasiones se les racanea en comisiones. En otras ocasiones, la política de comisiones para comerciales no existen en las empresas. «Un comercial sin comisiones es como un jardín sin flores o un cielo sin estrellas». Si consigues hacer de tus vendedores improductivos, con el tiempo tendrás una empresa improductiva en su conjunto. Incluso durante una crisis, que es cuando hay menos ventas y más clientes, precisamente es cuando necesitas a los mejores para encontrar esas pocas ventas en la calle y hacerse con esos pocos clientes.
7. No trasmitir expectativas claras y objetivos concretos.
A veces lo peor que podemos hacer es no hacer nada. Si nuestros empleados trabajan sin saber a dónde quieren llegar, no sabrán si les falta mucho o poco. Tampoco sabrán si están haciendo un buen trabajo o no. En pocas palabras, no están motivados para alcanzar un objetivo. Ecuación: desconocimiento + desmotivación = Improductividad.
8. No formar a tus empleados.
Aunque no tenemos aún los datos de diferentes encuestas, todo parece indicar que aquellas empresas que más han invertido en la formación de sus trabajadores, han conseguido un mayor desempeño en la productividad del negocio en prácticamente todos los aspectos.
Empleados más formados y preparados se convierten en mejores profesionales. Si tu empresa tiene mejores profesionales, lógicamente será más competitiva en el mercado. Algunas empresas siguen viendo la formación como un gasto prescindible, y realmente es una de las mejores inversiones que una empresa puede hacer, siempre y cuando los trabajadores la elijan libre y voluntariamente.
9. No permitir el teletrabajo cuando un puesto lo permite.