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10 situaciones en las que es mejor mantener la boca cerrada.

Aunque es muy similar para todas las facetas de la vida, lo vamos a enfocar hacia asuntos de empresa y carrera profesional, porque aunque sea un dicho, lo cierto es que a veces, con la boca cerrada estamos más guapos.

Había por ahí una frase que decía: «antes de poner la lengua en movimiento, pon tu cerebro en funcionamiento», y en muchas ocasiones, una vez hemos puesto nuestro cerebro a trabajar, llegaremos a la conclusión de que le silencio es lo más adecuado. ¿En qué situaciones es mejor mantener la boca cerrada?.

1. Cuando no tienes ni idea de lo que estás hablando.

Se nos suele enseñar a ser sociales en una reunión o grupos de amigos, y por ser sociales parece que entendemos que hay que intervenir en las conversaciones y debates. Pero lo cierto es que hay muchos temas en los que deberíamos evitar entrar al ser conscientes de que no es nuestra fortaleza esa temática en cuestión.

Yo nunca participo en un debate o discusión en la que sé que me pueden destrozar, y prefiero decir claramente que no tengo ni idea de esa temática, unas palabras que a muchas personas les cuesta trabajo pronunciar. Soy consciente de que únicamente necesitas decir una «gilipollez» convencido de que sabes de lo que hablas (porque te han dicho, porque has leído, porque has escuchado…) como para que pierdas credibilidad en aquellos temas en los que eres un experto.

2. Después de haber hecho una pregunta.

Cuando preguntas algo o pides la opinión a alguien sobre un asunto, déjele acabar. Odio las personas que te preguntan y no tejan acabar la respuesta. Es una tremenda falta de educación y muestra que eres una persona irrespetuosa. Además, las personas que preguntan y no escuchan la respuesta, suelen perder la oportunidad de aprender.

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3. Cuando otra persona está hablando y dice algo equivocado o te ataca.

Hay que aprender de aquellos que son buenos en los debates. Anotan los puntos (en papel o en la cabeza) y esperan a que la otra persona acabe para decirle dónde estaba equivocado o lo que no es correcto de su argumento. De esta forma tienes más posibilidad de destrozar sus argumentos con calma y frialdad, no pareciendo «una histérica».

Sabiendo que la mayoría de personas no aguantan el tipo, yo solía emplear un truco en las comidas de negocios cuando cenaba con un cliente y una persona de la competencia (mi rival). Solía esperar a que mi rival tuviera la boca llena para atacarle sus flaquezas, y el pobre, con la boca llena y sus ganas por defenderse, no sólo cometía la falta de educación de interrumpirme, sino que cometía la falta de respeto de hablar con la boca llena, y además, en ocasiones ni se le entendía lo que decía.

4. En las preguntas de cierre en ventas.

No es ningún mito: «en una pregunta de cierre, el primero que habla siempre pierde». Una vez has dado tus argumentos y debatido las objeciones, llega el momento de la pregunta de cierre, una pregunta que suele variar según el tipo de venta. Ante la pregunta: «Entonces, ¿firmamos el contrato para enviarle el producto?». No importa el tiempo que tarde en responder. Como se te ocurra meter un argumento más ante la duda del cliente, el cliente no firmará. Y esta es una de las verdades universales de la venta.

5. Cuando alguien está recibiendo un reconocimiento por su labor.

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Si en la empresa hay una reunión y en esa reunión están hablando de la buena labor o desempeño de un compañero o jefe, independientemente de cómo te caiga esa persona, mantén la boca cerrada. Cualquier palabra que pronuncies en voz baja o voz alta es únicamente producto de la envidia. Y aunque no fuera producto de la envidia, el resto lo vería así. Así que no importa lo que sea, importa lo que parece que es.

6. Cuando tu intención es dirigir el tema de una charla hacia la temática de la que quieres hablar.

Si bien hay una expresión que dice: «Si no te gusta de lo que están hablando, cambia la conversación», lo cierto es que esa frase hay que llevarla al campo de la negociación, mientras que en un grupo, es una falta de respeto. Un ejemplo muy común:

– Estuvimos de luna de miel en Francia, qué bella Francia, nos hospedamos en….
– Hablando de Francia, ¿visteis el partido del otro día y el Gol que le metieron?

Supongo que más de uno habrá visto estos giros en las conversaciones.

7. En una entrevista de trabajo.

Se le llama entrevista, porque en principio te van a entrevistar. Es decir, vas a responder únicamente cuando te pregunten. Aunque parezca increíble, muchas personas interrumpen a los entrevistadores, y algunos de ellos, que ya tenían el discurso y los pasos estipulados, únicamente les ponemos nerviosos. Y como les ponemos nerviosos, no les caemos bien. Como no les caemos bien, adiós contratación.

8. Cuando algo no va contigo.

Un grupo puede estar hablando de un «chisme» en la empresa, pueden estar poniendo verde a alguien a quien no conoces demasiado bien. Mantente al margen, pues ni va contigo ni es algo en lo que esas personas deberían estar participando. Piensa siempre que las personas no se miden por cómo hablan los demás de ellas, sino por cómo hablan ellas de los demás.

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9. Cuando notes que estás aburriendo o incomodando a los demás.

Realmente, no creo que haya alguien que tenga un trabajo, y que sea tan estúpido como para no saber cuándo está incomodando o aburriendo a alguien. Los gestos de la gente son una mina de información, desde una sonrisa forzada hasta una mirada que dice mucho. No es necesario que miremos si la sonrisa conlleva arrugas en la frente para saber si la sonrisa es verdadera o falsa. Sencillamente se nota. También hay que comprender el lenguaje de los pies. Hablamos de todo ello en nuestro artículo: 10 factores psicológicos de las personas que podemos aprovechar para sacar ventaja.

10. Cuando se trata de política y religión.

El simple hecho de que haya un debate político donde unos defienden a un partido y otros al otro, ya dice mucho de la calidad del debate y de la cantidad de tonterías que van a decir sin necesidad de que tú intervengas.

Como ya hemos dicho en más de una ocasión, pocas personas llegan a saber que cuando se trata de política y religión, sus creencias y fundamentos, suelen ser erróneos e infundados. Y además, casi todos se muestran expertos cuando en realidad están cometiendo el error que mencionábamos en el punto 1.

Ver también:

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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