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Todo el mundo tiene su propio negocio, y eso es algo que nunca debes olvidar.

No importa cómo te ganes la vida. Tú tienes un negocio. Tú eres tu propio negocio, tanto si has decidido montar una empresa como si has decidido trabajar por cuenta ajena.

Todos somos vendedores. La pregunta sería: «¿Qué vendes y a quién se lo vendes?». Incluso si trabajas para una empresa, estás vendiendo tu tiempo por un precio fijado a un cliente, y en este caso, el cliente sería tu empleador.

Y como cualquier vendedor y en cualquier negocio, muchos venden calidad a buen precio, otros venden mediocridad a un precio alto, y los que son grandes profesionales pero tienen un mal negocio, venden calidad a un precio bajo.

Tu negocio eres tú mismo. Tú eres el mejor producto de tu propia empresa. Tu trabajo y resultados son tu sello de identidad, pero como en toda empresa, tu negocio de cara al cliente final, depende no sólo de tu marca personal, sino de la gente que te rodea.

Como hombre de negocios y profesional, trabajas para el cliente, no para la empresa.

Durante mi etapa profesional discutí en varias ocasiones sobre este hecho, pues siempre dejé muy claro a las empresas para las que he trabajado que mi imagen profesional no se vende por un sueldo, y que en última instancia, como empresa en general y como profesional en particular, mi tarea profesional era trabajar para los clientes. Y mi imagen y reputación, al menos para mí, vale mucho más que la empresa, pues la empresa puede seguir, puede crecer o puede quebrar, pero yo seguiré estando en el mercado tanto si la empresa funciona o quiebra (a no ser que muera antes que la empresa y reciba una carta del señor Q.D.E.P)

Si tengo clientes contentos, las ventas llegan, y por tanto, la empresa está contenta conmigo. Es un círculo en el que todos ganamos.

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¿Cuál es el problema de no entender ésto?

He visto grandes profesionales arruinar su reputación por permanecer en una mala empresa. En ocasiones, según tu profesión, serás la cara visible de la empresa para tus clientes. Los clientes quieren que les trates bien. Quieren que les respondas adecuadamente y quieren que les soluciones los problemas rápido.

Y al ser la cara más visible de la empresa, cuando tu empresa falla, el cliente no sólo deja de comprar en la empresa, sino que pierde la confianza en ti como profesional, que a fin de cuentas fuiste el que negoció con el cliente y el que le convenció en base a ciertas promesas.

Cuando el cliente se pierde, tu empresa pierde un cliente, pero tú no sabes cuándo y en qué circunstancias te volverás a encontrar con ese cliente descontento, el cual, inconscientemente te asocia a un problema de falta de confianza al no haber cumplido lo que le prometiste.

Y entonces es mejor dejar la empresa y salvar tu reputación.

Durante muchos años dedicándome a las ventas y dirección comercial, hice una cartera de miles de clientes, donde muchos de ellos llegaron a ser más que clientes, buenos amigos. Siempre sin olvidar que los negocios son negocios. Llegué a ver cómo se ponía en peligro la relación comercial con clientes que incluso te habían invitado a la boda de su hija, y con peligro de perder incluso la amistad.

Y es que cuando tu empresa no cumple con un cliente y estás a punto de costarle en torno a los 50.000€, está en su derecho de enviarte al carajo por haberle fallado de tan estrepitosa manera.

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También llegué a ver cómo manché mi reputación profesional al perder el mayor cliente que he hecho en toda mi carrera por una serie de errores continuos, consecuencia de trabajar para una empresa cuyo principio fundamental no era tener personas competentes en puestos clave.

Y la voluntad no es suficiente.

Yo puedo tener voluntad de ir a la luna, pero si alguien no me presta el cohete, mi voluntad no hará que pueda viajar a la luna.

Por tanto, como profesional, el hecho de tener una gran voluntad para solucionar un problema a un cliente, te puede hacer quedar como el tonto motivado que por más que se esfuerce, chocará contra un muro burocrático y una mala cultura de empresa.

Además de la voluntad como profesional, debe haber voluntad por parte de la empresa para salvar su imagen y tu imagen de cara a los clientes.

Por eso, la empresa no te elige a ti. Tú también eliges la empresa para la que trabajas.

La mayoría de las personas están tan obsesionadas por conseguir un puesto de trabajo dentro de una compañía, que se olvidan de preguntarle a la empresa: «¿Por qué debería trabajar yo aquí?».

Sobre todo, cuando trabajas en ventas, debes elegir a una empresa que no sólo preste un buen servicio a tus clientes, sino que proteja tu reputación profesional, tu propio negocio.

Como decía Warren Buffett: «Te puede llevar años construir una buena reputación, pero solo unos minutos en perderla». Y eso se aplica tanto a las empresas como a la marca personal y profesional individual.

Cuando estás desarrollando tu propia carrera profesional dentro de una compañía en la que en cierto modo eres la cara visible ante los clientes, debes asegurarte de que la empresa respaldará tu imagen, y que si bien, la empresa puede cometer errores, tendrá la voluntad necesaria de solucionar los problemas cuanto antes.

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Como profesional debes funcionar como en el ejército. Los escuadrones militares se basan en la confianza. Tú me cubres el flanco débil y yo te cubro la espalda. Pero si trabajas para alguien que te deja la espalda al descubierto, estás haciendo un mal negocio de cara a tu carrera profesional.

En resumen: 

Este artículo es la respuesta a una chica muy simpática, atenta y profesional que lleva más de 1 mes intentando solucionarme un problema insignificante en cuantía de dinero, pero muy importante de cara a la profesionalidad y credibilidad de su empresa, pues como es evidente, como cliente ya no voy a exponer mayores cantidades de dinero, Habiendo fallado incluso en el período de prueba.

Esta chica tiene mucha voluntad por solucionarme el problema, pero por desgracia, su empresa es de las que prefieren la dilación antes que la solución inmediata.

 Y es mi manera de decirle: «Deja esa empresa antes de que tu reputación profesional caiga junto la empresa para la que trabajas. Busca una empresa con otro tipo de políticas más efectivas y donde puedas centrarte en aumentar tu cartera de clientes, no en excusar la dilación e incompetencia de la gente que te rodea»

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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