Antes de leer estas líneas, aconsejaría leer nuestro artículo «resolviendo el acertijo de la confianza«, pues en él respondíamos a una cuestión muy básica: «¿Cómo tener confianza en mí mismo si no tengo confianza en mí mismo?«.
¿Confiarías en alguien que no confía en sí mismo?¿Depositarías tu dinero en las manos de alguien que no confía en sus propias habilidades para gestionar el dinero? Básicamente estamos diciendo que para avanzar en la vida o para tener éxito, necesitas tener una confianza inquebrantable.
Pero la confianza, como ya explicamos, no está ligada a una medida externa tangible, pues incluso un modelo se podría sentir inseguro de sí mismo, y el hecho de que te asciendan en el trabajo a un puesto de alta responsabilidad, podría hacerte estar más inseguro para desempeñar esa función.
La confianza puede ser algo muy fugaz.
Hay momentos en la vida en los que te sientes imparable, coincidiendo, por regla general, con épocas en las que todo te va bien. Pero entonces eres despedido de un trabajo, o tu pareja te deja por otra persona, o atraviesas dificultades económicas a las que no les ves solución en el corto plazo, y entonces, esa confianza puede desvanecerse, entrando en un círculo del que hay que salir cuanto antes.
Y es que la mayoría de personas sólo tienen un pequeño suministro de confianza en sí mismas y en sus capacidades, un suministro que se va agotando a medida que las cosas se comienzan a torcer. ¿Rachas de mala o buena suerte? Qué más da.
A raíz de un hilo de Quora en el que se preguntaba «cuál es el núcleo de la confianza en uno mismo», Me voy a basar en una de las respuestas para expandir los puntos, creando los tres pilares esenciales de la verdadera confianza, y cuyo entendimiento y asimilación, hará que nunca vuelvas a cuestionar tus aptitudes, habilidades y confianza en ti mismo nunca más.
1. Tú no eres lo que tienes.
Tu puesto de trabajo, tu ropa, tu coche, tu apariencia física. Todo eso puede desaparecer en un chasquido de dedos. Por eso hay personas que cuando pierden el trabajo, evitan salir a la calle para así no encontrarse con otras personas.
Su confianza ha desaparecido. Conocí a una persona que era muy fácil saber cuándo estaba desempleado o cuándo había encontrado un trabajo sin necesidad de hablar con él. Lo averiguabas simplemente por su forma de caminar.
Cuando estaba desempleado, caminaba de una forma apagada, y con la espalda encorvada, sin apenas levantar la vista del suelo. Pero cuando encontraba trabajo, solía caminar con un amplio movimiento de sus brazos, y dando unas enérgicas zancadas, mirando a todo el mundo y saludando a izquierda y derecha.
Teníamos a un «YO» con confianza y otro «YO» sin confianza. Y ello se notaba en su propio lenguaje corporal.
Alex Liang cuenta una anécdota de un orador que fue a dar una charla en una de sus clases. El orador era Safwan Shah, presidente de PayActiv, el cual, como suele ocurrir, pudo parecer algo arrogante, debido a que la confianza en uno mismo y la arrogancia están separadas por una línea muy fina que en ocasiones el público percibe erróneamente.
El dijo: «Dejadme en cualquier lugar. En el desierto del Sahara, en la selva… no importa. Donde sea. No voy a tener miedo, porque estoy seguro de que me irá bien. Y en los negocios igual. Quitádmelo todo hoy, que volveré a tener éxito».
¿Es arrogancia, es seguridad en sí mismo?
No importa, ya que esa es la esencia de la iniciativa empresarial. Y este orador estaba dando charlas porque había participado en 3 empresas de gran éxito. Pero no estaba sólo orgulloso de lo que logró, sino de la forma en la que lo logró.
Había comenzado en desventaja, había tenido sus tropiezos y fracasos, y aún así, siendo ético y no perdiendo sus valores, logró tener éxito una y otra vez.
Confiaba en sí mismo cuando tenía éxito y también cuando fracasaba, porque sabía que era sólo un tropiezo, y que volvería a conseguirlo tantas veces como hiciera falta.
Y eso es la confianza inquebrantable.
La fama, el dinero, tu ropa, tu trabajo…. eso no mide la confianza de una persona. La confianza es algo que viene internamente, y por tanto, no la conseguirás diseñando o alterando tu entorno exterior, sino cambiando algunas cosas de tu forma de pensar y sentir.
El dicho más antiguo que explica esto sería: «Tanto si piensas que vales mucho como si piensas que no vales nada, estás en lo cierto».
(Ver: 5 formas de librarte de la negatividad)
2. El código, los valores y las creencias de cada persona.
Las creencias son más importantes de lo que pensamos. A menudo, son las creencias lo primero que debemos modificar o plantearnos. Y no hablamos de creer o no creer en dios (aunque tanto si crees como si no crees en dios, sería bueno que dedicaras algo de tu tiempo a responder algunos porqués).
Hay que tener mucho cuidado con las creencias, pues éstas pueden modificar increíblemente nuestros valores y nuestro código. Es decir, podríamos tener una confianza inquebrantable en nuestras creencias, y por tanto, en nosotros mismos a través de nuestras creencias.
El ejemplo más claro que podemos poner en este caso son los terroristas islámicos. Sus creencias con tan fuertes que no les importa dar la vida por ellas. Es más, ellos consideran que tienen un código ético y unos valores, hasta el punto que piensan que somos los demás los que carecemos de valores.
Este poder en las creencias funciona de igual modo cuando hablamos de la confianza en nosotros mismos. Son igual de beneficiosas o igual de dañinas. Si crees que puedes hacer algo, lo harás, y nada te detendrá. Si crees que no puedes, es evidente que no lo harás.
Martin Luther King, Gandhi o Nelson Mandela, son ejemplos de creencias, código y valores, hasta el punto de haber estado dispuestos a dar su vida por ellas, aunque de una forma mucho más pacífica. No sabían si iban a tener éxito o no, pero decidieron hacerlo.
Y la confianza inquebrantable proviene de ahí: de nuestras creencias y nuestros valores. Por tanto, asegúrate de que tus creencias son las adecuadas.
Quizás creas que si pierdes tu trabajo, es algo malo. ¿Por qué?
Supongo que habrás identificado la pérdida de un trabajo con los problemas económicos, la dificultad de poder pagar la hipoteca, la luz, etc… En retrospectiva, son muchos los empresarios de éxito que aseguran que ser despedidos de su trabajo, fue lo mejor que les pudo pasar, porque de no haber sido despedidos, hubieran seguido toda su vida en esa empresa, y se hubieran perdido lo que encontraron tras quedarse en paro.
Lo sé, parece motivación barata y apología del pensamiento positivo, pero… siempre he dicho que una vez llega una desgracia, tanto si entras en depresión como si la celebras, la desgracia está ahí y no va a desaparecer. Las personas que deciden no hundirse, suelen encontrar salidas mucho antes que aquellas que se lamentan de lo sucedido.
De igual modo, que rompas con tu pareja, puedes verlo como lo peor que te podría pasar, o puedes verlo como la oportunidad de encontrar a otra persona con la que funcione la relación. Y sí, por supuesto que duele romper con tu pareja, pero suicidarte o acosarla no arregla las cosas.
(Ver: El poder del pensamiento positivo, según la ciencia)
3. No dudar de ti mismo, pero ser consciente de que puedes fallar.
¿Alguna vez has pensado que no harías bien algo, y cuando te pusiste a hacerlo, te encontraste con que tenías razón y lo hiciste fatal? Profecía auto-cumplida. Claro que siendo honestos, otras veces, probablemente habrás pensado que ibas a hacerlo bien y al hacerlo, te salió mal.
Por tanto, es evidente que cambiar nuestros pensamientos no funciona al 100%.
Son muchos los libros de autoayuda que aconsejan cambiar nuestra forma de pensar, diciéndonos a nosotros mismos: «Yo puedo hacerlo», «Soy la leche. Nada puede conmigo».
Y lo cierto es que ese tipo de pensamiento positivo es necesario, pero no genera confianza, porque si te generas un exceso de confianza y luego te das un batacazo, también podrías perder la confianza en ti mismo.
Por tanto, piensa en positivo, y cambia tu forma de pensar, pero… corta el rollo y simplemente hazlo.
Si consideras que tienes que hacer algo, olvida tus inseguridades y tus auto-motivaciones, y simplemente hazlo. Esa es la mejor forma de confianza conocida hasta ahora: coger aire y enfrentarte a la situación, con especial enfoque en las soluciones y no en los problemas.
Como alguien dijo una vez: «Ni la intención más grande superará a la acción más pequeña».
Por tanto, tendrás éxitos y tendrás fracasos. Pero en último término es la práctica la que te ayudará a aumentar tus éxitos, disminuir tus fracasos y generar confianza. La práctica y, cómo no, la disciplina constante.
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