Hay cosas que no se aprenden en el colegio. Tampoco en el instituto o en la universidad, y están muy relacionadas con cómo vamos a percibir la vida. No adquirir estas habilidades puede convertirte en un pobre desgraciado aunque no tengas motivos reales para serlo. Lo incluiremos en habilidades que te ayudarán a crecer como persona, y por tanto, te ayudarán a todos los niveles, incluido el ámbito profesional.
1. No tomes las cosas de forma personal.
El hecho de que experimentes algo que te haga sentir de cierta manera (bien o mal), no necesariamente se trata de ti. Dicho de otra forma, el universo no conspira para joderte la vida. La vida te la jodes tú con tu percepción del entorno externo.
¿Alguna vez has estado durante horas en un atasco de tráfico? No es nada personal. Nadie trata de joderte. No han cortado el tráfico porque alguien supiera que te ibas a quedar atrapado en él. El atasco acabará cuando tenga que acabar, así que no seas idiota, pues no lo vas a solucionar pegando voces ni pitando enérgicamente.
En una ocasión estaba haciendo presupuestos de reformas de viviendas para personas de escasos medios económicos que habían recibido ayudas de organismos oficiales.
Estábamos cuatro personas haciendo presupuestos y no dábamos abasto.
Comenzaba a escuchar a una familia de etnia gitana que estaba en la fila decir: «Este payo no nos hace caso porque somos gitanos». La cosa fue a más, y acabaron dando espectáculo, convencidos de que no se les atendía porque eran gitanos.
Estaban tan convencidos de ello que no se dieron cuenta de que de las más de 45 personas que había allí, al menos 30 eran de etnia gitana, y estaban haciendo cola y siendo atendidos en cuanto les tocaba su turno. Los guardias de seguridad les acabaron echando del edificio, no por ser gitanos (como ellos pensarían) sino por no saber comportarse, carecer de educación y faltar al respeto. Allí nadie tenía nada en contra de los gitanos teniendo en cuenta que mi compañera era una Cortés Heredia.
A menudo pensamos que si somos buenas personas, nos merecemos que nos pasen cosas buenas. Pero ésto tampoco es exactamente así, pues en la vida, en el día a día, siempre nos pasarán cosas buenas y cosas malas que nos alegrarán o nos afectarán de forma negativa. Y casi nunca es nada personal.
Cuando la gente habla mal de ti, te critican o te rechazan de algún modo, es más probable que tenga más que ver con ellos que contigo -sus valores, prioridades, su situación en la vida-. El problema, a menudo, es de ellos y no tuyo.
Asimismo, cuando cometas un error o tengas un fracaso, no significa que seas un fracaso como persona. Sólo significa que eres una persona que, como todo el mundo que toma acciones, en ocasiones fallará. Y siempre podrás mejorar.
(Ver: 10 lecciones que aprendemos demasiado tarde en la vida)
2. Las creencias a todos los niveles.
La mayoría de la gente, cuando se desafían sus creencias, se aferran a ellas como si fueran el chaleco salvavidas de un barco que se hunde. El problema es que muchas veces, sus creencias son el barco que se hunde (Mark Manson).
El problema es que nuestras creencias no son simplemente ideas, sino que forman parte de nuestra identidad e interfieren de forma positiva o negativa en nuestra personalidad. Cuestionar esas creencias, por tanto, significa que debemos cuestionar también lo que somos como persona, y eso sí que es jodidamente doloroso, a pesar de que en muchos casos, sabemos que nuestras creencias tienen «lagunillas», pero preferimos negar la evidencia de que nuestras creencias son infundadas.
No vamos a ir a temas tan delicados como son la política o la religión, pues hablamos de las creencias a modo general.
Hay mujeres que son maltratadas por sus parejas, y lo ven como algo normal, pues su padre pegaba a su madre, tiene amigas que también reciben alguna que otra paliza por parte de su pareja, y viven en edificios donde sus vecinos, quien más y quien menos, también se les va la mano. Explícale ahora a esa mujer que el hecho de que te pegue un hombre no es correcto. Aunque no lo creas, le costará entenderlo.
Muchas familias extremadamente cristianas, suelen poner el sexo como tema tabú para sus hijos. Explícale a esas familias que no lo están haciendo bien, pues precisamente, hay estudios y datos que sugieren que en las familias donde el sexo es tabú suelen ser las que tienen el mayor porcentaje de hijas menores con embarazos no deseados. Dicho de otro modo, que por tus creencias no quieras hablar de sexo con tus hijos, no significa que tus hijos no vayan a tener sexo. El simple hecho de prohibírselo, les incita a quererlo cuanto antes.
Tus creencias afectan a tu vida cotidiana.
Por ejemplo, aún existen hombres con el pensamiento que desarrollaron en su adolescencia, y que piensan que las mujeres no están interesadas en hombres formales, sino en los hombres malos, en el dinero o en un lujoso coche que apenas te puedes permitir. Y quizá así sea en algunos casos si conoces a mujeres cuyos valores dejan mucho que desear, pero lo cierto es que esas creencias que funcionaban con 16 años, ahora, a los 30 ó 40 años, ya no funcionan, y te llevaran a desengaños amorosos constantes o a terminar casado con una mujer que vale menos que un kilo de pimientos en oferta.
En ocasiones, una persona sólo tiene que hacer las cosas por ninguna razón salvo porque tiene que hacerlas. Punto.
¿Cuál fue la respuesta que dio George Mallory cuando se le preguntó por qué quería escalar el Everest? Él dijo: «Porque está ahí».
- Ver el problema tal y como es.
- No asumir que debe ser así.
- Encontrar las soluciones.
Un hombre contó un chiste y todos se rieron.
Volvíó a contar el mismo chiste, y ya casi nadie se rió.
Lo contó una y otra vez hasta que nadie se reía.
Moraleja: Si no te ríes con el mismo chiste cada vez que te lo cuentan,
¿Por qué te amargas por el mismo problema una y otra vez?
Rompe rápidamente las pautas emocionales negativas y mira las situaciones desde otro punto de vista. No puedes controlar todo lo que ocurra en tu entorno, pero sí puedes controlar con qué actitud te vas a enfrentar al nuevo entorno. Y la actitud lo es todo.