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Los mejores años de nuestra vida probablemente no sean los 20 años.

A los 20 años gozamos de energía y vitalidad, y, por regla general, es cuando tenemos una mejor salud. A esta edad, todo el futuro está delante de ti, pero en la mayoría de los casos, no tienes ni idea de adónde te quieres dirigir.

A los 20 años, supuestamente, es cuando más puedes disfrutar, pero lo cierto es que el concepto de disfrutar, probablemente a esa edad lo tengas tergiversado.

Aun así, tenemos la creencia de que los 20 años son la mejor época de nuestra vida o, al menos, así debería ser. Pero esta idea podría no ser del todo correcta.

Tengo 37 años, y disfruté en mis 20 años, pero ha sido en la treintena cuando de verdad estoy disfrutando de forma consciente. Tengo amigos metidos en los cuarenta, y aseguran que ahora es cuando están disfrutando de la vida mucho más que en sus 20 y sus 30 años. Pero es que algunas personas dicen que los 50 están siendo los mejores años de su vida.


Siempre decimos que los 20 años es una edad ideal para asumir riesgos y cometer errores, pues puedes reparar ese error, y tienes mucho tiempo por delante para recuperarte de esos fracasos.

Me decía un amigo divorciado: «Con 20 años engañas a una chica, ella se entera, te deja, y no pasa nada. Mañana conoces a otra. Con 40 años engañas a tu mujer, se entera y te deja, y te quedas sin casa, sin poder estar con los niños, y además, te cuesta conocer a otra mujer para una relación seria» (Sí, lo sé, los valores de mi querido amigo dejan mucho que desear).

Si lo aplicamos a la hora de asumir riesgos en los negocios o riesgos profesionales, con 20 años puedes hacer una inversión en un negocio, fracasar, y recuperarte. Con 40 años, ese fracaso puede costarte no levantar cabeza.

No es cierto que si para el final de la veintena no tienes un futuro definido, todo se tuerce. A los 30 años di un cambio radical a mi vida en todos los sentidos. De hecho, fue a los 30 años cuando comencé a dedicarme profesionalmente a cosas que nunca antes se me habían pasado por la cabeza.

Los 20 años son una edad ideal para adquirir todo tipo de conocimientos y habilidades. Es una edad ideal para ir dándole forma a nuestro futuro, no para cometer excesos que es lo que parece que hoy día buscan los veinteañeros.

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(Ver: Meg Jay: Los 30 años no son los nuevos 20)


Se trata de no cometer errores que te persigan toda la vida.

Warren Buffett dijo una vez: «Sólo necesitas hacer unas pocas cosas bien en la vida, siempre y cuando no hayas hecho muchas cosas mal».

Y eso es aplicable tanto a la vida en general como al tema financiero. Conozco el caso de una chica que con 22 años se quedó embarazada del tipo menos indicado. Decidió tener el niño y casarse con él.

Se introdujo en un matrimonio de posesión y maltratos que duró hasta 10 años. Después tomó la decisión de dejarlo, pero cargará con ese hombre el resto de su vida al ser el padre de su hijo. Con aquella decisión que tomó a los 22 años, segó sus estudios, su futuro profesional y su autoestima. Por suerte, ha reaccionado y evoluciona perfectamente, aunque dice haber tirado 10 años de su vida a la basura. Ese tiempo ya nunca lo recuperará.

Siempre insisto en que los 20 años no es la edad para hipotecarte en una vivienda, pues esa hipoteca acabará con tus posibilidades de ahorro. No obstante, hoy día podría haber excepciones en este sentido, pues se están dando hipotecas cuyo importe es inferior al de un alquiler. Si además, no supone más del 30 ó 40 por ciento de tus ingresos, podría no ser mala idea. Aun así, si tienes en cuenta el poder del interés compuesto en finanzas, sabrás que haciéndolo bien económicamente a esa edad, la libertad financiera será relativamente fácil alcanzarla.

Adquirir malos hábitos es algo que no notas hasta que intentas prescindir de ese hábito. Es entonces cuando te das cuenta de que has metido la pata hasta el fondo. Ya lo dice otro famoso dicho: «Las cadenas de los malos hábitos son imperceptibles hasta que intentas cortarlas. Entonces observas lo gruesas que son y que no se pueden cortar tan fácilmente».

 Si bien los 20 años es una edad ideal para experimentar, creo que los hábitos que están tomando muchos de nuestros jóvenes, no los podríamos llamar experimentación, sino adicción. Y algunas adicciones adquiridas a los 20 años, te persiguen al pasar la barrera de los 30 y los 40.

En realidad, los 20 años es un constante acto de equilibrio, donde es fácil caerte, y con una buena filosofía, fácil volver a ponerte de pie en ese precario camino cargado de incertidumbre.

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A medida que envejecemos, adquirimos más experiencia en la vida y aprendemos lecciones muy valiosas que ojalá hubiésemos conocido mucho antes. Por eso, un veinteañero con la capacidad de escuchar y poner en práctica muchos de los consejos que recibirá de personas adultas, podría definitivamente catapultar a ese joven hacia el éxito en todos los sentidos, y evitarse así cometer muchos errores leves y otros fatales.

El éxito y el fracaso no son experiencias con las que una persona se encuentra de la noche a la mañana. Es de todas las pequeñas decisiones que vas tomando a lo largo del camino lo que causa que las personas tengan éxito o fracasen. Una cosa está clara, y es que como decía Lou Holtz, sin la autodisciplina, el éxito es imposible. Sin el establecimiento de metas y objetivos, el éxito es imposible. Es el establecimiento de objetivos lo que hace que debamos planificar una estrategia para lograrlos. Si no tienes un plan para alcanzar las metas, lo que tienes planificado y asegurado es el fracaso. Por lo tanto, se necesita un lugar hacia donde llegar (meta u objetivo), una estrategia con unos pasos muy concretos para alcanzar la meta, y disciplina constante. Teniendo estas tres sencillas cosas, no se garantiza que tengas éxito (al menos no a la primera), pero si te falta cualquiera de estos tres ingredientes, el fracaso está asegurado.

¿Por qué se piensa que los 20 años son los mejores de nuestra vida?

Lo cierto es que muchas personas dejan de vivir y tener motivaciones a partir de los 30 años. Algunos incluso dejan de vivir a mediados de los 20.

Algunas personas creen que lo mejor de la vida ya les ha ocurrido, cuando la filosofía de vida correcta es que lo mejor siempre está por llegar. Muchas personas acaban una carrera universitaria que no les gusta demasiado (pero alguna carrera había que hacer según está el mercado laboral), luego acaban en un puesto de trabajo que bueno… paga una nómina. Trabajan 5 ó 6 días a la semana esperando que llegue el día de descanso. Trabajan todo el año planificando con ilusión qué harán el mes de vacaciones en verano.

Tan pronto como logran el trabajo comienzan a comprar cosas que no necesitan, y no ahorran apenas nada, ya que a fin de cuentas, la vida son dos días.

Algunas personas se casan porque es lo que toca hacer cuando pasas de los 30 años. En muchos casos, la triste realidad es que falta la pasión y lo hacen porque prefieren estar con alguien antes que estar solos. También hay quien se casa por los motivos correctos.

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Casa, niños, letras, seguros, gastos, y cuando quieres acordar has creado un estilo de vida del que ya no puedes salir. Es más, tampoco te planteas salir de él porque estás muy ocupado trabajando.

Puede que no seas feliz con tu trabajo, pero lo necesitas para hacer frente a las deudas. Puede que no seas feliz con tu matrimonio, ¿pero adónde vas a estas alturas y con niños de por medio? Puede que quieras dejar tu trabajo para darle forma a tu proyecto, pero tienes familia y letras, por lo que no puedes asumir ese riesgo, teniendo en cuenta que tus ahorros son nulos o escasos.

Llegado a este punto donde nos hemos acomodado, solo queda rezar para que no surja ningún imprevisto que ponga nuestra vida al revés y rompa nuestra «aparente armonía».

Por eso gustan los 20 años, porque crees que no tienes responsabilidades y que la vida está para disfrutarla, porque los 20 años nunca volverán. Pero el caso es que los 30 años no tienen por qué ser como hemos descrito, y los 40 tampoco.

Puedes hacer lo que te gusta a los 30 y los 40 años, puedes vivir fuera de la monotonía, puedes darle rienda suelta a tus proyectos, y puedes asumir riesgos. Puedes seguir teniendo metas en la vida, nuevos objetivos, nuevos retos, y desde luego, puedes sentirte mucho más vivo que a los 20 años, porque si has hecho bien los deberes, al menos ahora, con la experiencia, sabes lo que significa sentirse vivo.

Es más, a los 30 y a los 40, incluso a los 50 y 60, puedes seguir aprendiendo y experimentando.

Lo cierto es que siendo responsables a los 20 años, trabajando duro, adquiriendo conocimientos y habilidades, y sacrificando algunos años de la veintena, podríamos adquirir una ventaja sobre el resto que nos ayudaría en los 30, 40 y 50 años en adelante. Pero cualquier momento y edad es perfecto para  darle un giro completo a tu vida.

¿Cuáles son los mejores años de nuestra vida? En último término, cada año que tú elijas ser feliz.

Ver: 24 Cosas que debes hacer a los 20 y 30 años que mejorarán tu vida a los 40 y 50.

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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