En nuestra cultura, la mayoría de las personas están programadas para temer eso que llamamos fracaso. El fracaso básicamente sería esperar un resultado positivo y obtener un resultado negativo tras el intento. Todos hemos fracasado ya en algún momento dado de nuestras vidas: perdiendo una carrera en atletismo, suspendiendo algún examen, fallando en una relación, siendo despedidos de una empresa o fracasando en algún negocio.
Por algún motivo, a medida que vamos cumpliendo años, en lugar de ir asimilando mucho mejor esos pequeños resultados desfavorables, nos ocurre todo lo contrario, y es que cada vez más tememos más al fracaso.
Para ello, nos basamos en el punto de vista que Tony Robbins argumenta en su libro «Poder sin Límites«, donde propone cambiar nuestra percepción acerca del fracaso.
Lo que Robbins propone es ver el fracaso como lo que realmente es: un resultado o un desenlace. Cuando intentamos algo (que ya es mucho más de lo que hace la mayoría de la gente), siempre vamos a obtener un resultado de un género u otro. Y ambos son válidos.
Los grandes empresarios de éxito no son infalibles. No siempre tienen éxito, pero, a diferencia de la gran mayoría, lo que les convierte en empresarios de éxito es que son personas con la mentalidad de que, si intentan algo y no sale como esperaban, al menos han tenido una experiencia de la que aprender. Ver: Estas 8 personas tuvieron grandes fracasos antes del lograr el éxito.
No tratamos de vender la belleza del fracaso, pues no la tiene. De hecho, fracasar es algo que en ocasiones duele mucho y que si lo piensas demasiado, puede llegar a frustrarte.
Una vez llega el fracaso….
Como decíamos, nadie está exento de fracasar. Lo que diferencia a los triunfadores del resto es que el prototipo de persona de éxito, una vez se encuentra con el fracaso, recoge las lecciones de lo que ha salido mal, corrige los errores y aplican lo aprendido en un nuevo intento dando lugar a un nuevo resultado.
En cambio, la mayoría de personas, el fracaso les tumba emocionalmente, y lo peor, algunos piensan que han tenido muy mala suerte (como si hubieran comprado un décimo de lotería y no hubieran ganado).
(Ver: El impacto de la suerte en los negocios)
Robbins recomienda hacerse esta pregunta tras uno o varios fracasos: «¿Qué activo o beneficio tengo hoy que ayer no tuviese? La respuesta es, sin lugar a dudas: experiencia. Y la experiencia es lo que ayuda a lograr éxitos.
Las personas que temen al fracaso suelen hacerse representaciones internas de todo lo que podría salir mal. Ese enfoque, precisamente, es el que impide ejecutar las acciones que provocarían el resultado correcto: éxito.
(Ver: Cómo recuperarse después de fracasar en los negocios)
Nadie debería salir a jugar un partido de fútbol para no perder. Si juegas para no perder, adoptarás estrategias defensivas que te impedirán ganar. Es por eso que siempre hay que salir a ganar. Luego puede que ganes o puede que pierdas. Si ganas, enhorabuena. Si pierdes, aprende de tus rivales y de los fallos cometidos y juega mejor la próxima vez.
Los mejores líderes, los empresarios de éxito y los deportistas de élite (personas que tienen un gran poder personal), comprenden perfectamente que si uno intenta algo y el desenlace no es el esperado, se trata en realidad de realimentación, es decir, usarán esa información para ajustar aún más su enfoque hacia lo que deben hacer para producir el resultado deseado.
Todo lo que sabemos, lo sabemos a base de ensayo y error tanto de nuestros errores propios como de los errores ajenos. Es por eso que siempre debemos escuchar a esas personas que llevan ya un camino recorrido y que pueden evitarnos algunos errores.
La sabiduría de los demás, cuando llega a nosotros de cualquier forma (mentores, charlas, libros, entrevistas…) son consideradas como atajos hacia el éxito. No es cierto que haya que cometer ciertos errores para aprender, pues estoy seguro de que la mayoría de nosotros sabemos que el fuego quema porque alguien se quemaría antes o nos enseñaría que quema. No es necesario que hoy día ingreses a un hospital con quemaduras de tercer grado para entender lo que ocurre si las llamas de un incendio te alcanzan.
¿Qué harías si estuvieras seguro de que no vas a fracasar?
Esta pregunta del doctor Robert Schuller: «¿Qué intentarías hacer si estuvieras seguro de que no podrías fallar en el intento?», según el doctor, si realmente crees que no puedes fracasar, iniciarías todo un conjunto de acciones que posiblemente producirían unos resultados nuevos, poderosos y deseables.
Si evitamos pensar acerca del fracaso, y únicamente imaginamos que es posible un desenlace u otro, si llega el resultado menos favorable, únicamente debemos modificar nuestras acciones y así obtendremos un resultado nuevo.
Pero para poder lograrlo, en primer lugar debemos asumir la responsabilidad de nuestros resultados, pues si pensamos que ha sido debido a otras personas o a la mala suerte, lo cierto es que de nada nos sirven los fracasos.
Como siempre decimos: el fracaso no tiene nada de bello, pero una vez llega, sólo es útil si extraemos las lecciones de él. Si no hacemos siquiera eso, no sería adquirir experiencia, sino un verdadero fracaso.