Imagina que eres una de esas personas que tienen un dinero guardado y eres consciente de que si no inviertes, ese apalancamiento no te dará ninguna rentabilidad. Estás concienciado en la necesidad de mover tu dinero y sobre todo de invertirlo.
Ahora bien, imaginemos que recurrirás a personas que en todo momento van a mirar al 100% por tus intereses (que en algunos casos es mucho imaginar). Veremos el por qué aún invirtiendo con una persona profesional, bien sea el director de tu banco o un asesor financiero especializado, con toda la buena intención del mundo, puede poner en peligro tu dinero.
Me voy a poner yo mismo como ejemplo. Mis familiares y amigos saben a lo que me dedico, saben que invierto en bolsa desde hace muchos años y sobre todo saben mi trayectoria (que gracias a Dios, hasta hoy día es buena).
Estas personas a veces me piden consejo para invertir cantidades de 5,000€, 10,000€ o poco más. Evidentemente buscan el dinero rápido, a ser posible una alta rentabilidad en cuestión de 6 o 7 días, cosa que yo siempre les explico que deben estar preparados por si tuvieran que prescindir de ese dinero durante un año o más si la cosa se tuerce.
Por regla general, aún no siendo partidario de aconsejar sobre dónde invertir un dinero que no es mío, suelo decirles que estén atentos para mi llamada, la cual puede tardar 2 días, 5 días o 60 días, ya que les aconsejaré entrar en el momento y valor que yo lo voy a hacer. No gano nada por el consejo e incluso si alguna vez no saliera bien la «jugada» podría enemistarme con algún amigo por haberlo lanzado a una inversión errónea.
Imaginemos ahora que yo soy un profesional que vivo de esta función. Yo invierto el dinero de los demás. Me encontraría con los siguientes problemas.
El primer problema. Si recibo 50 clientes a lo largo de la semana y a todos les aconsejo que compren el mismo valor, y fallo en mi «predicción» tendré 50 clientes descontentos, por lo que es humano mandar a algún porcentaje de clientes hacia otro valor para diversificar el riesgo de mis «predicciones bursátiles». El problema para tí es que te he podido enviar hacia una segunda carta que no era la que tenía pensada ni me gusta tanto como la primera opción.
El segundo problema. Como inversor particular yo sé que es importantísimo elegir el momento adecuado para entrar en un valor y hay que tener paciencia para ello. Me puede gustar una acción, pero puedo considerar que aún está cara y que es cuestión de días o semanas que baje su valor encontrando el momento ideal para entrar y obtener unos rápidos beneficios.
Si como inversor particular sé que no todo momento es bueno para entrar, ¿por qué como asesor financiero en todo momento tendría un valor preparado para recomendarte?. Sencillamente porque es mi trabajo y sé que tú tienes prisa por invertir, y de no hacerlo conmigo, lo harás con otro. Esa prisa por captarte como cliente me puede llevar a malinvertir tu dinero, aunque con una poca de suerte, en la «apuesta de casino» que hemos hecho nos sale rojo y habremos ganado, pero el negro es una opción que está presente.
Todo esto suponiendo que yo actúe de buena fe, ya que lo normal es que cuando te diriges a una gestora, asesor financiero o banco, suelen tener incluso antes de que entres por la puerta el producto que te van a endosar, ya que ellos reciben una buena bonificación por vendértelo. Es por eso que recomendaban los mismos fondos de inversión antes y después del seismo de Japón, cuando esos días, las recomendaciones de compra variaron.
Un ejemplo más claro es comparar un banco con un mercado. En el mercado hay fruta fresca y fruta que comienza a pudrirse. Si dejo que se pudra, perderé dinero, por lo que en tu cesta de fruta, entre 12 piezas de fruta fresca no notarás que te he metido dos piezas podridas. Incluso en ocasiones, mi jefe me ha dicho que esconda la fruta fresca hasta que no me deshaga de toda la que está a punto de pudrirse.
Además, nos han traído unos nuevos productos para vender con la fruta, los cuales nos dejan muy buen margen de ganancia, por lo que como buen vendedor, voy a endosarte también uno de esos.
Para 10,000€ que me traes, que para tí es mucho (los ahorros de tu vida), pero para mí no es nada, por lo que no necesito tenerte muy contento, eso sí, estoy esperando a una persona que viene tras de tí para invertir 300,000€, y a ese sí quiero tenerlo contento, por lo que con 10 más como tú me quitaré la fruta podrida y después sacaré la fruta más fresca.
Además, con las posibles pérdidas de 10 personas como tú, me encargaré de engordar la rentabilidad de ese otro «cliente deluxe».
Esto que algunos pueden ver muy espantoso ocurre todos los días, y de hecho, sin ir más lejos, el colapso económico que se produjo fue causado porque en las cestas de fruta del mercado había más fruta podrida que fresca. El responsable de haber envenenado al consumidor continúa vendiendo fruta que suele ser la que compras cuando pides un consejo de inversión. Es por eso que debes ir personalmente al mercado y analizar la fruta que te gusta.