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Liderazgo: Las emociones de los grandes líderes en los negocios.

Gran parte de los discursos de los líderes suelen salir de la boca demasiado redactados y pulidos. Únicamente hay que fijarse en los actuales líderes políticos. Los mensajes se fabrican, tratando de lograr el tono adecuado intentando no mostrar ningún tipo de emoción. Cuando un mensaje de percibe de esta forma, inconscientemente las personas son capaces de notar la falta de autenticidad del líder.

Se suele aconsejar a los líderes que no muestren sus emociones, que mantengan el control en todo momento, que si están preocupados se muestren alegres, si están molestos, se contengan, y si están muy felices con los resultados, que mantengan las formas. Pero en realidad este tipo de intento de controlar las emociones, es lo que hace que perdamos el control de las situaciones. Al menos eso es lo que piensa Doug Sundheim, un consultor de estrategia y liderazgo con más de 20 años de experiencia gestionando líderes y ayudándoles a lograr sus metas.

Para Sundheim, el ser demasiado emocional en los negocios te puede causar muchos problemas, ya que puedes nublar tu capacidad de análisis, perder tu objetividad y tomar decisiones precipitadas, aunque según Sundheim, el mostrar demasiado abiertamente nuestras emociones no causa tantos problemas como no mostrar ninguna emoción.

Las emociones son fundamentales para un líder, ya que ayudan a construir la confianza, fortalecer las relaciones, establecer una visión y crear un movimiento en la gente de una forma muy natural, además de que el mostrar nuestras emociones, nos ayudarían a aprender del fracaso.

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En sus 20 años como profesional, Sundheim cree que las mujeres líderes no muestran sus emociones por una desigualdad que surge en el cargo. Una mujer, en caso de dejar salir sus emociones se le suele llamar histérica y débil, mientras al hombre se le etiqueta como duro, apasionado y abierto. Muestran las mismas emociones, pero se perciben de distinta forma, por lo que las mujeres corren el riesgo de ser despedidas con más facilidad que un hombre en caso de que muestre sus emociones.

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Para motivar e inspirar es necesario transmitir tus emociones

Sundheim piensa que a lo largo de los años se ha intentado mostrar una imagen falsa de un líder inexistente, el cual siempre debe estar «al pie del cañón» y nunca mostrar debilidad y agotamiento, pero así no se forman lazos de unión entre equipos, además de que ese líder que aparenta ser hormigón armado, realmente se sentiría como una lámina de papel de seda.

Un buen líder suele ser el que más lucha en la empresa y por la gente, y al ser el que más lucha, también es el que puede llegar a agotarse y frustarse. Los trabajadores no quieren a un tipo aparentemente bien pero destrozado anímicamente.
En más de una ocasión, un líder se ha sentido frustrado, cansado y agotado por sus meses de lucha en un caso concreto, y cuando su equipo lo ha visto prácticamente hundido, es cuando el equipo ha demostrado que han sido perfectamente preparados por su líder y no han tardado en asumir estoicamente la situación. Es en ese momento cuando el líder se siente motivado al descubrir que realmente son un equipo, una gran piña.
Recuerda el viejo proverbio: «Caer está permitido, pero levantarse es obligatorio». Un líder es una persona de carne de hueso, y por tanto no es perfecto. Si le pinchas le duele, y si le cortas sangra. El mostrar alegría y fortaleza mientras lo estás pinchando y cortando, no ayudará a que dejes de cortarle y pincharle.
Así mismo, probablemente no haya nada más bello dentro del liderazgo que ver a un líder gritando a su equipo furioso porque no llegan al objetivo, y una vez que lo alcanzan, ese mismo líder acaba soltando unas lágrimas de emoción mientras da las gracias a su equipo por finalmente haber alcanzado el objetivo. Se crean lazos y se afianza una especie de familia en la empresa.
Probablemente, los líderes que nos han vendido realmente no existan, o serían  más parecidos a los jefes que describíamos cuando los diferenciábamos de los líderes. Precisamente un gran líder, además de otras grandes virtudes fue el mismo Steve Jobs, el cual era una explosión constante de emociones, hasta el punto de ser emocionalmente incontrolable, pero generaba pasión, y al mismo tiempo odio y admiración. No era una imagen prefabricada, sino una persona auténtica para bien o para mal. No obstante, probablemente Jobs no sea el mejor ejemplo dentro del liderazgo, aunque sí de la explosión de emociones.
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A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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