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Luchar contra la mala suerte: no todo es el esfuerzo.

No creo en la suerte, sino en el esfuerzo y trabajo duro para lograr un objetivo. Si una persona ha tenido éxito, rara vez ha existido la suerte. Pero sí soy un absoluto creyente de la mala suerte, pues ésta puede hacer acto de presencia en cualquier momento.

Mala suerte es tener una entrevista de trabajo, salir con tiempo de sobra, y que de camino a la entrevista acabes inconsciente en el hospital debido a un accidente. De no haber tenido ese accidente, probablemente hubieras tenido la «suerte» de ser contratado al ser el más idóneo para el puesto de trabajo.

Mala suerte sería el montar un negocio, y una vez has comprado las existencias, que caiga un meteorito en tu local, y descubras que las compañías de seguros no cubren los desastres naturales (exagerado el ejemplo, pero un acto de mala suerte).

Por mala suerte entendemos que un deportista que lleva años preparándose para un campeonato, días antes sufra una fractura y no pueda participar, habiendo perdido años de entrenamiento para absolutamente nada. Y nada puede hacer, pues nadie ha tenido la culpa.

Son casos extremos, tan extremos como tener éxito debido a la buena suerte, pero es muy cierto que hay personas que tienen muchas ventajas sobre nosotros y que no han hecho nada para ganárselas, mientras que nosotros deberemos hacer un esfuerzo extra únicamente para llegar al punto de equilibrio con respecto a nuestro competidor. (Leer: 6 ventajas que injustamente otras personas pueden tener sobre nosotros y que no podemos hacer nada para evitar).

No todo es el esfuerzo.

A veces, el esfuerzo y el trabajo duro no lo es todo. Para tener éxito hay que tener en ocasiones un punto de fuerza de voluntad superior al de otras personas que compiten contra nosotros, y muchas personas no es que sean más vagas que otras, sino que constantemente tienen más obstáculos y el esfuerzo que necesitan hacer se acerca a la condena, debiendo sacrificar otras muchas cosas.

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Imagina que desde mañana mismo te pones como meta perder unos kilos corriendo. Has estado durante mucho tiempo poniendo excusas para no salir a correr, pero mañana esas excusas se acaban.

Suena el despertador, y al mirar por la ventana observas que está lloviendo y hace un día muy frío. En ese momento comienzas a negociar contigo mismo, aplazando eso de correr para otro día que haga mejor tiempo.

Para un corredor profesional, un día de lluvia únicamente es un día más. Él ya tiene esa disciplina, porque él es un corredor, y no un aspirante a corredor.

Si le preguntas a ese corredor te dirá los pasos que debes seguir para conseguir ser como él, y parte de esos pasos no pasan por convertirte en corredor, sino por convertirte en una persona disciplinada. Ese veterano corredor parte con una ventaja sobre ti, y es que lo que para ti es fuerza de voluntad, para él es una rutina. Por tanto, en tu caso, todo comienza con una fuerza de voluntad extra. Y eso no es negociable: o tienes más fuerza de voluntad que esa persona, o nunca podrás conseguir lo que esa persona ha conseguido. Asúmelo.

No todo es el talento.

Imagina que dos personas con el mismo talento y misma motivación viven en dos puntos distintos de un país. Los 2 deciden que quieren ser grandes corredores.

Unos años más tarde, uno de ellos se ha convertido en un excelente corredor mientras que el otro abandonó. A simple vista, uno de ellos trabajó duro mientras que el otro se volvió perezoso. El primero no tuvo suerte, ¿pero qué le ocurrió al segundo?.

El que abandonó vivía en una ciudad que sufrió una ola de frío tremenda, por lo que requería una fuerza de voluntad enorme para salir a la calle a correr, cosa que el otro amigo tuvo un tiempo espléndido y muy apetecible para salir a correr.

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La gente dice que el primero se volvió un gran corredor debido a que se esforzó, trabajó duro y tuvo motivación, cuando lo cierto, es que probablemente en la situación inversa, probablemente se hubieran invertido los papeles, habiendo abandonado de la misma forma que hizo nuestro segundo caso.


¿Cómo combatir contra esta «mala suerte»?

Lo primero que deben asumir algunas personas es que van a necesitar más fuerza de voluntad que otras, así como más esfuerzo y más disciplina auto-adquirida, que es aquella disciplina que llega antes de ser realmente disciplinados. Es lo que se denomina «fingir hasta que lo consigas».

En el caso del ejemplo con corredores, lo cierto es que ambos se veían como corredores y tenían la misma motivación. Únicamente que uno tuvo un obstáculo que lo hizo descarrilar en su propósito mientras que el otro no tuvo ningún obstáculo.


No tuvo suerte, sino una ausencia de mala suerte, que a fin de cuentas es lo que le apareció al corredor que se encontró con una ola de frío. Podría haber sido una fractura o algo peor. De no haber llegado esa ola de frío, ambos serían grandes corredores.

Cuando perseguimos un objetivo, debemos tratar a los obstáculos como lo que son (son obstáculos y punto), y esos obstáculos no pueden impedir que nos salgamos de nuestro objetivo.

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Aplicado al mundo profesional o los negocios, el corredor que se queda en casa por la ola de frío, realmente debe salir a correr aunque se le congelen los pulmones. Maldeciremos la desventaja que tenemos sobre el otro corredor que está entrenando con buen tiempo, pero también es cierto que nuestro duro entrenamiento nos está creando escamas que con el tiempo harán que en un campo de competición, al haber tenido un entrenamiento más duro, el hecho de haber tenido la necesidad de esforzarnos mucho más que nuestro competidor, hará que seamos más competentes que él.

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Y esa debe ser nuestra motivación con la que observamos la desventaja injusta debida a la mala suerte, y es que en estos casos, nuestro éxito vale mucho más, nuestras experiencias son mayores, y por tanto, nuestras enseñanzas pueden ser más completas.

Muchos jóvenes han nacido en familias ricas, y mañana únicamente deberán aplicar una lección de negocios que aprendieron en la universidad para aumentar las ventas del negocio de su padre un 20%. La sociedad dirá que es un genio y un gran empresario a la altura de su padre.

Mientras tanto, tú, que provienes de una familia humilde deberás esforzarte mucho más que esa persona que ha heredado el asiento de gestión empresarial que le dejó su padre.

Y para ti no hay olas de frío ni olas de calor. No te lo puedes permitir. Sólo hay días, algunos mejores y otros peores, y esos días no pueden cambiar tu estado de ánimo ni afectar tu fuerza de voluntad. Tus aliados para competir contra esa ventaja únicamente son el trabajo, el esfuerzo, una tremenda fuerza de voluntad y las escamas que harán de los obstáculos tu zona de confort.

Es una putada, pero es el único secreto para combatir la mala suerte.

*Estoy preparando un artículo sobre la historia de una persona muy famosa que es un ejemplo vivo de cómo alcanzar un sueño siendo consciente de que debería esforzarse injustamente mucho más que sus competidores. Y lo consiguió.

A. Carlos González
Autor de "Cenizas de Prosperidad", Apasionado de las ventas, las finanzas, estratega empresarial, entusiasta del desarrollo personal y algunas cosas más

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