Los mercados caen, y el público siente pánico. Los mercados suben, y los inversores entran en euforia. Pero para que miles de traders ganen dinero debe haber movimiento, tanto si es un movimiento al alza como a la baja, y esos movimientos (volatilidad) es la que pone de manifiesto a los pequeños inversores, que comienzan a perder de vista la visión de largo plazo, dejándose llevar por las emociones que producen las fluctuaciones del mercado.
En la carta anual de Berkishire Hathaway de 1987, Warren Buffett empleaba una metáfora heredada de su profesor y mentor Benjamin Graham para, de esta forma, entender el comportamiento del mercado y la difícil relación entre los inversores y los mercados.
(Ver: los 16 mejores consejos de Warren Buffett sobre la inversión)
En la carta, Buffett exponía la siguiente metáfora:
«Las citas con el señor Mercado son cualquier cosa menos aburridas y estables. ¿Por qué? Por la triste razón de que este pobre hombre tiene problemas emocionales incurables.
A veces se siente eufórico, y sólo podemos ver los factores favorables que hacen subir las empresas. Cuando se encuentra en este estado de ánimo, establece un precio de compra-venta muy elevado porque tiene miedo de que le arrebate usted su interés y le robe sus ganancias inminentes.
En otras ocasiones, se siente deprimido, y no ve ante sí nada más que problemas, tanto para los negocios como para el mundo. En esas ocasiones, establece un precio muy bajo, porque le aterroriza la idea de que usted descargue su interés sobre él….
Pero, lo mismo que sucede con cenicienta en el baile, debe tener uno en cuenta una advertencia, ya que, en caso contrario, todo volverán a ser calabazas y ratones.
El mercado está ahí para servirle a usted, no para guiarle. Lo que a usted le resulta útil es su talonario de cheques, no su sabiduría.
Si algún día demuestra estar en un estado de ánimo particularmente tonto, tiene usted la más completa y absoluta libertad para ignorarlo o para aprovecharse de él, pero sería desastroso que cayera bajo su influencia.
De hecho, si no está seguro de comprender y valorar su negocio mucho mejor de como lo hace el señor mercado, usted no pertenece a este juego, y no conoce las reglas. Por tanto, acabará perdiendo.»
Y es que recientemente estamos viendo cómo caen las bolsas un 5 y un 8 por ciento, para el día siguiente abrir con subidas del 3%, y acabar cerrando con pérdidas del 2%. Son movimientos donde los especuladores pueden hacer mucho dinero, pero si no eres un especulador o, al menos hasta ahora, habías sido un inversor de largo plazo con una cartera de acciones sólidas, ojo con dejarte llevar por las emociones del «señor mercado».
Es en estos momentos cuando debemos repensar muy bien la estrategia a seguir según los posibles acontecimientos, y probablemente uno de los peores momentos para tomar decisiones precipitadas en base a estos movimientos.