Hace un tiempo hablábamos sobre las 5 conversaciones con respecto al dinero que las parejas deberían tener antes de casarse, pues hoy día, el matrimonio no es ni parecido al matrimonio de nuestros padres. Entonces, en finanzas, surge la siguiente pregunta: En el momento de casarme, ¿es mejor cuentas conjuntas o separadas?
Antiguamente, para bien o para mal, las parejas se casaban, e inmediatamente la mujer se dedicaba a las labores de la casa y cuidar a los niños, y el hombre a trabajar. Por regla general, los ingresos del hombre de la casa eran suficientes como para hacer frente a todos los gastos y necesidades de la familia. En el momento del matrimonio no había preguntas que hacer, aunque hombre y mujer trabajaran. La economía familiar era una sola.
Ahora las cosas han cambiado, y es que en los nuevos matrimonios, las mujeres trabajan al igual que los hombres. También han cambiado otras cosas, y es que la mayoría de los matrimonios de hoy día no suelen durar demasiado.
El otro día me enteré de que un amigo mío al que no veía desde hace mucho tiempo se había casado. Le llamé por teléfono para felicitarlo, pero ya estaba separado. Por tanto, teniendo en cuenta las estadísticas de divorcios y muchos de los problemas que ocasiona esa otra cosa que no es lo más importante (el dinero), surge la evidente pregunta sobre si es mejor tener cuentas conjuntas o separadas, y no pensando en el divorcio, sino pensando en evitar discusiones por el dinero que pueden derivar en un divorcio.
¿Cuentas conjuntas o cuentas separadas a la hora de casarte?
Como alguien me dijo en una ocasión, con otro tipo de palabras, pero básicamente: «Ama, cuida y hazle el amor a tu mujer como si tu matrimonio fuera a durar para siempre, pero trata los asuntos del dinero como si te fueras a divorciar mañana mismo».
¿Qué opciones de cuentas tenemos?
La verdad es que existe muy poca variedad, y ninguna de ellas está exenta de «contras». Tendríamos:
- Cuentas conjuntas (parece ser que poco aconsejable hoy día desde el punto de vista financiero ante un divorcio).
- Cuentas separadas (aconsejable pero problemático)
- Combinación de cuentas (aconsejable pero todo un lío en sí mismo).
1. Cuentas conjuntas.
Todos los ingresos de ambos miembros de la pareja van a parar a una misma cuenta, donde ambos miembros conocen cuánto dinero entra, cuánto sale y qué gastos domiciliados son los que se cargan. Es el método empleado por nuestros padres y el elegido por la mayoría de las familias cuyos matrimonios se firmaban para siempre.
La desventaja de este sistema, es que un miembro de la familia debe dar explicaciones cada vez que hace un gasto considerable, y aunque no se le pidan explicaciones, la otra persona tiene el control. Incluso no puedes hacerle un regalo sorpresa a tu pareja sin que antes haya visto un retiro de dinero o un cargo de tarjeta de crédito.
En ocasiones un miembro de la familia, como es normal, suele ingresar más dinero que el otro, y precisamente el que menos ingresa, podría hacer más gastos.
En definitiva, ambos miembros del matrimonio pierden su control financiero de cara a un plan de ahorro individual. La mayoría de las personas divorciadas, se arrepienten de haber tenido cuentas conjuntas, pues después encuentran ciertos problemas y cierto daño en sus finanzas, sobre todo cuando uno era más consciente del ahorro que el otro.
2. Cuentas separadas.
Ideales cuando un miembro del matrimonio tiene problemas para controlar sus gastos o tiene problemas financieros anteriores al matrimonio. Este enfoque sirve para que cada miembro pueda mantener su independencia financiera. De esta forma, se reparten los gastos del hogar, aunque inevitable el miembro con más ingresos también tendrá que hacerse cargo de los mayores gastos del hogar, pues eso es el matrimonio.
Pero por otra parte, las cuentas separadas podrían llegar a ser ineficientes y hacer la gestión del dinero familiar algo más complicado. En caso de que uno de los miembros se quede en paro, crea una especie de carga a esa persona que sentirá está exprimiendo a su pareja en tema financiero.
3. Combinación de cuentas.
Probablemente, a pesar de lo lioso del tema, sea lo más aconsejable si pensamos en las estadísticas de divorcio.
Con este sistema se usa una cuenta conjunta para los gastos del hogar y todas las domiciliaciones, manteniendo por otro lado los ingresos de cada cónyuge en cuentas distintas. De esta forma cada cónyuge hace su aportación a los gastos comunes en el porcentaje estipulado según los ingresos de cada uno, pero mantienen el control de sus finanzas personales individuales, donde el cónyuge que tenga un perfil más ahorrador, tendrá más dinero, y el más gastoso, evidentemente, tendrá menos dinero.
En caso de separación, también se evitan hacer algunos cambios.
Decir que todo ésto es mucha teoría, y que sería más fácil de aplicar en tiempos de bonanza económica, pues hoy día, la mayoría de matrimonios tienen a un miembro en el paro. Otros matrimonios están ambos miembros en desempleo, por lo que se trata de salir adelante como se pueda dentro de la unidad familiar.
No obstante, puesto que en asuntos de dinero, las matemáticas y estadísticas son muy importantes, dadas las estadísticas de fracasos matrimoniales, sí que habría que evitar todo lo que sea una inversión conjunta a largo plazo, pues dicen las estadísticas que el 80% de los matrimonios de los jóvenes, no llegarán a jubilarse juntos.
Y para casos más personales, con otras cuestiones más delicadas de cara al patrimonio existente antes de casarse, un buen asesor te podrá dar algunos consejos para blindar parte de ese patrimonio, pues en ocasiones, la separación de bienes no siempre protege tus activos cuando ha habido hijos en el matrimonio.
No es muy romántico este tipo de conversaciones, pero es necesaria teniendo en cuenta la transformación de los cónyuges una vez se produce un divorcio.
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