Ese es el título de un artículo de Eric Lichtblau, publicado en The New York Times, donde se denuncia una linea divisoria bastante gruesa entre la situación que actualmente viven los ciudadanos de Estados Unidos y los miembros del congreso.
El selecto club de los millonarios ha crecido en la gran mayoría de países que están atravesando por una recesión. Este selecto club ha recibido en Estados Unidos a más de la mitad de los miembros del congreso, unos 250 en total. Evidentemente, el malestar entre los ciudadanos al conocer algunas de las cifras que se detallan, no ha tardado en hacerse notar.
Se habla de personas que llegaron al congreso con poco más de 100,000 dólares y unas cuentas personales endeudadas, y años más tarde están dentro del mismo entorno de Warren Buffett. Eso no es todo, ya que han conseguido entrar en el selecto club, forjando su riqueza durante una recesión económica y con el dinero que paga el contribuyente. Tampoco ayuda la forma que tienen de defenderse ante este tipo de acusaciones al decir abiertamente que «el congreso no es para indigentes». Esa expresión, a muchas personas puede sentarle algo mal.
El problema de esta «aristocracia» que se está asentando dentro de la política puede ser otro, y es que cualquier partido puede elaborar campañas políticas millonarias, cosa que no podría hacer un honrado diputado que se intenta abrir un hueco dentro de la política y que llega con nuevas ideas, como por ejemplo, equilibrar la balanza entre Aristocracia-ciudadanía, o al menos impedir que mientras unos comenzaron un camino hacia la pobreza, otros estén lanzados como un cohete hacia la riqueza.
Mientras Estados Unidos debate, al igual que en otros muchos países, el recortar prestaciones por desempleo y el subir impuestos, que es una forma de hacer la vida más difícil a un ciudadano medio que ha perdido mucho poder adquisitivo, no se encuentra término ético para responder a la gran pregunta:
«¿Cómo es que mientras los ciudadanos son cada vez más pobres, no sólo ha crecido el número de ricos, sino el número de ricos dentro de personajes gubernamentales que son los encargados de crear riqueza y prosperidad económica para sus ciudadanos?»
La respuesta, perfectamente podría ser, que esta clase de personas, más que dedicar su esfuerzo a crear riqueza en un país, prefieren poseer riqueza en sus propios bolsillos.
Nuestra opinión personal.
No tiene nada de malo el que una persona se haga rica en tiempos de crisis, pues puede ser una persona más inteligente, un emprendedor que haya sabido sacarle provecho a la crisis, alguien que ha tenido una buena idea de negocio, o sencillamente alguien que no malgastó durante la «bonanza» y ahora gana mucho más con sus inversiones… !!pero…!!
Cuando no hablamos de empresarios, ni de emprendedores, ni de millonarios, sino de representantes de los ciudadanos, personajes públicos, funcionarios del Gobierno, que a fin de cuentas somos nosotros quienes les pagamos el sueldo, no es ético, no es moral, y estoy seguro que carece de honradez en los actos que hacen que una persona se pueda construir un castillo con los ladrillos de miles de personas que han destruido su pequeño hogar.