El mundo de los negocios es una constante batalla que suele enfrentar a diferentes competidores en la lucha por el control de una industria.
(Ver también: 3 secretos del ajedrez aplicados a los negocios, por un gran maestro del ajedrez y empresario)
1. Declarar la guerra a los enemigos.
En el camino hacia el éxito, mucha gente va a ocultar sus verdaderas intenciones y va a pretender estar a tu lado. Determina quién y qué poder representa y utilízalo a tu favor para motivarte.
2. No luchar la última guerra.
Aprende de los fracasos, pero no dejes que te pesen. Saborea tus victorias, pero no dejes que te complazcan.
3. En medio de la confusión de los acontecimientos, no pierdas el ánimo.
Desafíos y contratiempos inesperados te tentarán a responder con ira o ansiedad, que sólo creará más dificultades para ti mismo. Aprende a no imponer tus emociones a la realidad y ver las cosas con objetividad, para que puedas reaccionar con la mente tranquila.
4. Crear un sentido de urgencia y desesperación.
Incluso si eres optimista, aspiracional, y seguro de ti mismo, nunca tendrás éxito si no hay algo que obliga a la acción. Hay que crear plazos que te empujen hacia adelante para alcanzar objetivos concretos.
Tus mejores ideas nunca llegarán a nada si no tienes un equipo que te ayude a convertirlas en realidad.
Tu equipo no te sigue si haces la misión colectiva centrada únicamente en ti mismo, pero también es peligroso ceder la toma de decisiones a un colectivo caótico. No garantices únicamente el respeto mediante la aplicación de normas estrictas. Debes también premiar a tu equipo por sus victorias.
Evita la microgestión, que puede frustar a los miembros de tu equipo y frenar a todo el mundo. En su lugar, crea grupos independientes que puedan realizar las tareas por sí mismos.
7. Transformar la guerra en una cruzada.
La manera de mantener a la gente motivada es alinear sus intereses personales a los del grupo. Determina una buena causa por la que todo el mundo quiera luchar. Es importante saber qué batallas son las que vale la pena luchar, y cuáles son las que vale la pena evitar. Entonces estarás listo para cualquier contraataque necesario una vez que tu enemigo se haya agotado.
No siempre vas a tener el tiempo, la energía o los recursos para tomar la cabeza de la competencia. Es necesario mantenerlo a largo plazo en la mente.
A veces, lo mejor es dejar que tus oponentes hagan el primer movimiento. Espera a que tomen una mala decisión fruto de la impaciencia y luego muévete para derribarlos.
Guarda a los oponentes de participar directamente, evitando tantas batallas como sea posible, pero siendo impresionante en las batallas que decidas luchar.
Si un oponente ataca en un arranque de temeridad, puede que lo mejor sea no luchar, incluso si causan daños. Esta negativa lo enfurecerá y hará que cometa errores.
Hay otros momentos en los que, después de una cuidadosa planificación, lo mejor es sorprender y abrumar al enemigo.
La gente va a tener inevitablemente lo mejor de ti a veces. Mantén la cabeza fría y mantén la concentración en grandes objetivos a largo plazo y deja que tus oponentes disfruten de pequeñas victorias.
Presta menos atención a todo el equipo de la competencia y en su lugar estudia a su líder. Evita proyectar tus creencias en esa persona. En su lugar, observa la forma en que él piensa y se comporta.
Tómate el tiempo necesario para preparar una ofensiva a fondo, y luego sorprende a tu oponente con la guardia baja. Ataca de nuevo antes de que tengan la oportunidad de reaccionar.
15. Control de la dinámica.
La mejor manera de manipular las emociones de tus oponentes es definir la naturaleza de su relación. Si son especialmente arrogantes, dales la impresión de que están bajo control.
Toda persona o entidad de éxito tiene una fuente de poder. Puede tratarse de dinero, popularidad, o una estrategia ganadora. Encuentra su punto débil y golpéalo con todo lo que tienes.
Distrae la atención de tu competencia atacándolos de frente, y luego llévalos a donde son más débiles.
Cuando estés listo para derrotar a tu oponente, mantén la presión sobre él desde todos los lados. De esta forma se verá obligado a centrar su atención en ti cada vez más preocupado.
Nunca hay que olvidar que en una negociación, el otro lado está tratando de obtener la mayor cantidad posible que puede obtener con la confrontación directa. Antes y durante las negociaciones, mantente firme en seguir adelante para que tu oponente juegue en tus términos.
21. Saber cómo poner fin a las cosas.
Al participar en la batalla, estás poniendo tu reputación en juego. Nunca te pongas en una situación de derrota segura, y cuando tu enemigo gane, no lo menosprecies porque puedes crearte un enemigo duro que puede volver a golpearte en el futuro.Tendrás que utilizar estrategias poco ortodoxas para acabar con un enemigo formidable. Incluso puedes recurrir a tácticas resbaladizas y tortuosas para ganarle.
Crea una trampa a tus oponente jugando con sus expectativas, haciendo que bajen la guardia y que se engañen a sí mismos.
Puedes debilitar la base de apoyo de tus oponentes haciendo que parezcan siniestros, incluso si no lo son. Ata tus metas a una buena causa para que el público quiera avanzar contigo.
26. Penetrar en sus mentes.
Si quieres influir en la gente, lo mejor es evitar decir las cosas de forma demasiado personal, y en su lugar, decir las cosas de manera que la gente llegue a una conclusión por su cuenta.
Si te encuentras con un oponente que nunca serías capaz de derrotar directamente, puede valer la pena hacerse amigo de él como un primer paso. Entonces recluta a sus compañeros para que te ayuden y así encuentras la manera de destruirlo desde dentro.
No conseguirás que la gente haga su mejor trabajo para ti a través de la agresión. Sonríe y sé agradable para que ellos hagan su trabajo.
La mejor manera de acercarse a una batalla con un enemigo gigante es dramatizar un movimiento de tal manera que aterrorice al enemigo, convenciéndolo de que eres mucho más fuerte de lo que realmente eres.
Robert Green también es el autor de los libros: «Las 48 leyes del poder«, y «Maestría«.