La buena noticia es que en el mundo hay mucho dinero. La mala noticia sería que tras la inundación de dólares, euros, yenes y libras inyectados en la economía mundial por los principales bancos centrales en los últimos años, aún debe traducirse en crecimiento, inversión y creación de empleo. En esa materia estamos suspensos.
La estrategia global hasta ahora, para generar una confianza entre las principales economías del mundo, ha sido mantener a flote los bancos y hacer fuertes reestructuraciones de deuda. Gracias a estas medidas se ha conseguido evitar una debacle económica, una depresión global. La pregunta ahora sería si los bancos centrales (no los Gobiernos) han llegado al límite de lo que pueden hacer para ayudar. Según el Washingtonpost.com, para 3 de los 4 bancos centrales que han participado en estas inyecciones de capital,
sus economías locales continuarán en recesión. Los datos del jueves mostraron que la producción en Europa cayó más bruscamente de lo que se esperaban los analistas, con un PIB de la zona euro de 17 naciones mostrando un descenso del 0,6% en los últimos tres meses de 2012, comparado con el período anterior.
El crecimiento en el Reino Unido fue de un 0%, mientras que la economía de Japón se contrajo un 0,4% a finales de año.
Domenico Lombardi , ex miembro del consejo del Fondo Monetario Internacional y ahora analista de la Brookings Institution dice que se ha inyectado una enorme liquidez en el sistema, Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y la zona euro en general, hasta el punto de estar en el umbral de lo aceptable al considerarlo algo excesivo, ya que considera que estas medidas podrían causar más daño que beneficio a la economía global si todo este dinero no se traduce a creación de empleo en el corto plazo.
Los cambios estructurales en las economías de Europa, Japón y Estados Unidos podrían ser inservibles si los bancos no mueven ficha. Para Lombardi, los Gobiernos ya han alcanzado su techo de deuda, por lo que no se les permite prácticamente endeudarse más.
La semana pasada, ING y Société Générale anunció despidos significativos a pesar de que el resto de la economía supuestamente nota una ligera mejoría en los últimos 12 meses. CITI ya ha reestructurado, pero prometió más despidos en el futuro, y JP Morgan anunció recortes sustanciales de plantilla.