En noviembre de 2011, The New York Times realizó una encuesta sobre la imagen de Apple. El 56% de los encuestados aseguraron que no pueden decir nada negativo sobre la empresa, pues todo es perfecto. El 14% argumentó que la única pega que le veía a los productos de Apple es que eran demasiado caros, y que deberían hacer algo para abaratarlos. Únicamente un 2% mostró algo de interés y preocupación en las condiciones humanas de las personas que fabrican los productos de la compañía en las fábricas chinas.
Cuando un producto de Apple está acabado, todos y cada uno de ellos se prueban, incluida la cámara de vídeo, por lo que antes de empaquetar el producto para enviarlo a Estados Unidos, se suelen hacer algunas fotos para asegurarse de que todo está Ok. Casualmente, un iPhone salió de China sin borrar las fotos de prueba, y esas 4 fotos fueron a caer precisamente en manos de Mike Daisey, un amante de Apple que quedó totalmente horrorizado al ver las imágenes de las fábricas donde el producto se fabrica. Decidió ir personalmente a China para ver las condiciones laborales de estas fábricas.
El Times se centró especialmente en la jornada laboral de más de 60 horas semanales, la exposición a productos químicos altamente tóxicos y un ambiente donde el polvo de aluminio está en el aire y es respirado por los trabajadores de las fábricas, los cuales no disponen ni de un mínimo de seguridad ni de unas simples mascarillas baratas para evitar inhalar los residuos. Eso explicaría las constantes y continuas intoxicaciones que sufren los trabajadores de estas factorías, acabando algunas de ellas en muerte del trabajador
Mike Daisey observó de igual modo, a muchos trabajadores que padecían lo que él llama una «desintegración de las articulaciones», debido a que hacen el mismo movimiento cientos de miles de veces, por los que algunos tienen los dedos «atrofiados». Esto se debe a tener que hacerlo todo manualmente y que los trabajadores no son rotados ni semanalmente ni mensualmente, por lo que una vez que se especializan en, por poner un ejemplo, colocar la tecla verde en el iPhone, esa persona pasará toda la vida colocando esa única tecla durante 12 horas cada día del resto de su vida.
La revista Forbes hacía una ligera comparación de Apple y las petroleras, pues del mismo modo que las petroleras no cuentan con los verdaderos costos medioambientales, la compañía Apple no cuenta con los daños morales asociados a la decisión de subcontratar la producción a estas fábricas, pues parte del éxito de Steve Jobs se basó en que la gente admirara, deseara y amara sus productos. Muchos consumidores no se sentirían cómodos con el precio moral que se le carga a iPhone.
Las ganancias de Apple han sido de más de 13,000 millones de dólares, y los ejecutivos de la compañía dijeron que podrían haber aumentado las ventas si las fábricas en el extranjero pudieran producir más. De hecho, no se concibe el éxito de un producto como Apple si éste tuviera que ser fabricado en Estados Unidos, ya que no se podría competir en precio.
Literalmente, el coste de un trabajador en Estados Unidos por una jornada laboral de 40 horas semanales, es exactamente el mismo de 68 trabajadores chinos con jornadas laborales de 60 horas semanales, y aún así entraríamos en otro debate, y es que si no se sub-contratan fábricas en China, millones de chinos no tendrían ningún tipo de ingreso.
Y la realidad más cruda en la que en cierto modo podemos salir en la defensa de Apple, es que si no lo hace Apple, otra compañía buscaría la forma de adelantar a Apple en el mercado con el abaratamiento de sus productos, es decir, sub-contratando fábricas chinas, pues Apple no es ninguna excepción, ya que un alto porcentaje de grandes y conocidas marcas que diariamente vemos anunciadas en televisión, suelen sub-contratar fábricas en Oriente con idénticas condiciones laborales, sólo que esta vez ha llamado la atención la compañía Apple.
