Un líder debe tener unas cualidades personales para ejecutar su trabajo con verdadero talento. Lo hemos escrito en estas líneas profesionales en algunas ocasiones anteriores. No obstante, las diferencias de criterio, las ordenes mal expresadas o planteadas u otro tipo de circunstancias hacen que la relación entre empleado y responsable se haga dificultosa y, en algunos casos, imposible.
Entonces ¿qué hago?
En un pequeño viaje esta mañana, hablábamos mi compañera y yo de una misma persona. Había sido mi líder hace más de 20 años, al principio de mi vida laboral. Yo estoy agradecido a él, a Don Jesús, porque fue el primero que creyó en mí y me apoyó en mi crecimiento profesional. Sin embargo, entre mi compañera y yo, teníamos criterios muy diferentes a la hora de juzgarle.
Y es que un jefe, para unos puede ser un modelo a seguir y, para otros, puede llegar a ser nefasto.
Analicemos las causas del problema y veamos cómo solucionarlo, evitando el traslado como último recurso, en el caso de ser posible, o el abandono de la empresa en caso de una situación extrema.
Cuando es el empleado el causante de las discordias
Es difícil atribuirnos como culpables de la situación. Pero si hacemos un ejercicio de reflexión y consideramos que nuestra actitud o aptitudes pueden provocar las constantes correcciones profesionales de nuestro líder, la solución es fácil: corregir nuestros propios errores.
Partamos de la base que el líder cuenta con la confianza de la empresa y la experiencia del puesto. Seamos sinceros, honestos y busquemos el equilibrio para hacer más fácil nuestro día a día en la empresa. Sepamos adaptarnos al equipo como competencia profesional y, mejorada la situación, mejorará nuestra capacidad laboral y rendimiento.
Cuando es el responsable del equipo el causante de las discordias.
Si es el temperamento, la forma de trabajar, las ordenes discordantes del jefe las que motivan nuestra ansiedad e incomodidad en el puesto, solo la razón desde la educación puede ser la fórmula del éxito.
Cuenta con la confianza de la empresa y la situación es como la del amigo díscolo, cuya relación se hace difícil, no imposible y es nuestro amigo desde la infancia. Todo es posible, con paciencia y sacando el denominador común de sus cosas positivas.
Conociendo a un líder incomodo, seremos capaces de prever sus actuaciones y adaptarnos a su modalidad de trabajo, aunque sea distinta de nuestras aptitudes normales.
Discrepancias entre jefe y colaborador.
Las más bonitas y útiles de los problemas con un jefe, aquellas que provocan disparidad de criterios entre unos y otros, aunque en ocasiones, las posturas sean demasiado distantes.
Motivará aprendizaje, disciplina y talento. Si tú eres el bueno, buscaras argumentos profesionales para demostrar tus capacidades profesionales, el líder las reconocerá y a la larga motivará tus reconocimientos profesionales ante los superiores inmediatos.
Si es él quien tiene razón en sus argumentos, estará realizando una labor formativa llena de experiencia profesional, labrando en ti, al mejor profesional del equipo. Has de ser modesto y reconocer sus aciertos.
Y si tu caso no está dentro de estas tres posibles situaciones, cuéntanosle e intentaremos ayudarte.