Leía esta misma mañana en el diario Ideal.es, la noticia de que una magistrada madrileña ha tirado la toalla y se ha ido harta por las querellas televisivas que a diario llegaban a su despacho. «Lo dejo, no puedo más», fueron las palabras de esta magistrada, la cual no se refería a su matrimonio, sino a su trabajo, pues consideraba que su trabajo y el de sus 8 compañeros de juzgado consiste en la tramitación de procesos civiles y penales de todo tipo (hurtos, robos, accidentes, violaciones, asesinatos, etc…) y no en demandas procedentes de los programas televisivos.
El juzgado de Alcobendas, Madrid, de donde sale esta magistrada, ya ha sido bautizado como el «juzgado de la telebasura», pues se han alojado en él unos inquilinos que pertenecen íntegramente a una cadena televisiva nacional, Telecinco, y a 11 productoras televisivas encargadas de programas del corazón (Sálvame, Sálvame Deluxe, La Noria, Enemigos Íntimos, Aquí hay tomate, Dónde estás Corazón de Antena 3, etc…). Algunas de ellas ya no están en parrilla.
Dónde está el problema.
El problema es el uso que se está haciendo del sistema judicial con fines espurios. Es decir, poner en marcha todo el engranaje judicial (ya saturado de por sí) para ganar popularidad y más minutos en televisión, pues una demanda por calumnias, injurias, violación del derecho a la intimidad, infidelidad, para estas cadenas se convierte en audiencia, y para sus autores (demandante y demandado), ganen o pierdan el juicio, gracias a la demanda, ambos salen ganando al volver a asistir a los programas para hablar de la demanda en cuestión.
Cada vez que Belén Esteban, así como Rosa Benito, Kiko Matamoros, Chelo García y el resto de los 15 «magníficos», demandan o son demandados porque han dicho que tú dijiste, porque ahora sacan a la luz los trapos viejos o porque sí, esa demanda es tramitada a un juzgado, donde se ponen a trabajar jueces, fiscales, abogados, funcionarios, procuradores, etc (medios y dinero del contribuyente), unos medios, tiempo y dinero que están para temas más serios y no para alimentar la fama de ciertas personas a golpe de querella.
Según aparece publicado, este juzgado en cuestión, resuelve más demandas contra el honor de personajes de medios televisivos que conflictos testamentarios, mercantiles o de familia. Parece ser que esta magistrada no es la primera que ha tirado la toalla por culpa de la «judicialización de la telebasura», pero ha sido la única que lo ha denunciado, aunque desde el anonimato.
Algunos jueces piden que se haga alguna reforma para evitar esta avalancha, pues consideran que una cosa es dar acceso a la justicia, y otra es ayudar a hacer caja en los platós de televisión saturando aún más un sistema que está para resolver problemas serios.