Más allá de que existan ricos y pobres, siempre existirán enormes diferencias entre los ingresos y nivel de vida de una parte de los ciudadanos y otra parte. Y nada se podrá hacer por evitar esto, pues si bien en ocasiones pueden existir algunas injusticias, a menudo, lo único que ocurre es que existen diferencias entre la mentalidad de unas personas y otras. Jamás podremos ser iguales en absolutamente nada, porque sencillamente, no somos iguales.
Como ya explicamos en un anterior artículo, aunque mañana mismo se repartiera el dinero de los ricos entre los pobres, ese dinero volvería a parar al bolsillo de los ricos. Serían los mismos pobres y clase media quienes lo enviarían ahí nuevamente.
Para comprender esto perfectamente, lo vamos a hacer con un cuento financiero extraído del libro Cenizas de prosperidad.
Cuento de finanzas para comprender la desigualdad económica.
Existió una aldea de 100 habitantes cuyo único alimento eran los huevos de gallina. La aldea contaba con un total de 100 gallinas. El problema que existía era que un señor llamado WarrenGates, acaparaba el 50% de las gallinas de la aldea, por lo que este señor aprovechaba que tenía gallinas suficientes como para hacer negocio con ellas, vendiéndole huevos a aquellos otros habitantes que no tenían gallinas.
El pueblo comenzó a percibir esto como una injusticia, por lo que se reunió todo el pueblo para buscar la forma de solucionar esta desigualdad e injusticia.
Se convocó una asamblea donde acabaron decidiendo que la forma de solucionar esta injusticia era obligar al señor WarrenGates a repartir sus gallinas con el resto de la gente del pueblo. Es decir, si había 100 personas, una gallina por persona sería lo justo y equitativo.
Votaron por unanimidad y se obligó al señor WarrenGates a repartir todas sus gallinas menos una, por lo que ahora, en el pueblo, cada persona tenía una gallina. Y el pueblo lo celebró.
¿Qué ocurrió después?
De esas 100 personas, 50 de ellas hicieron un guiso y se comieron su gallina. Las otras 49 personas no se comieron la gallina, pero adaptaron su alimentación a la ponencia de huevos de la gallina. Es decir, si la gallina un día ponía un huevo, esa persona comía un huevo. El día que la gallina ponía dos huevos, esa persona, ese día, comía dos huevos, y además, se sentían felices esos días en los que podían comer un huevo más de lo habitual.
El señor WarrenGates, a diferencia del resto de la gente del pueblo, decidió pasar hambre durante una semana, no tocando ninguno de los huevos que fue poniendo su gallina. A la semana siguiente, comenzó a comer un huevo únicamente los días que la gallina ponía dos huevos, guardando de esta forma el otro huevo.
El señor WarrenGates esperó a que salieran pollitos de los huevos que tenía almacenados, los cuales acabaron convirtiéndose en gallinas. Meses más tarde, el señor Warren Gates volvía a tener nuevamente 50 gallinas, pudiendo comer tantos huevos como quisiera y vender el excedente de huevos al resto de personas que ya no tenían gallinas.
Y esta aparente absurda historia, explica perfectamente la diferencia de mentalidad que existe entre el acumulador de riqueza y el resto de personas. Finalmente es una cuestión de sacrificio inicial, ahorro, planificación y estrategia.
En términos de finanzas, unos están dispuestos a realizar ciertos sacrificios que el resto de personas no están dispuestas a hacer. Y es que no somos iguales. Si mañana le tocara la lotería a 20 personas, una de ellas saldría a comprarse un buen coche, una gran casa y todo tipo de lujos, alcanzando nuevamente la pobreza, como les ocurre a más del 80% de los premiados de la lotería. Otros, lo harían algo mejor.
Salvo puntuales excepciones, el que ha generado más riqueza, el que ha tenido más éxito que el resto, además de haber tenido un poquito de suerte, suele haber tenido tras de sí una historia de sacrificio y preparación que no todo el mundo estuvo dispuesto a hacer.
Esta historia de finanzas ha sido extraída de Cenizas de prosperidad- Más allá del desarrollo personal.
Verdad a media, seguro que la mayoría de los WarrenGates no pasaron hambre porque mientras se hacían con más gallinas le pedían dinero a sus padres.
Bueno, ya sabes que no me gusta irme a los extremos. Lo más habitual entre las diferencias económicas entre personas normales y corrientes es que unas comen huevos por encima de sus posibilidades mientras que otras cuidan y conservan a la gallina. Un abrazo, Amigo!