Antiguamente, cuando se hablaba de un producto «made in China», era referente de calidad (porcelana china, seda china..). Con el tiempo, la crisis, las ganas de abarcar nuevos mercados, China ha descuidado la calidad de sus productos, hasta el punto de convertirse en «muy peligrosos» para el consumidor.
China no solo hace daño a los comercios de distintos países, pues pocos empresarios pueden mantener fábricas cuyos trabajadores cobren un sueldo decente y además sacar al mercado un producto barato que pueda competir con los productos chinos. Es por eso que las grandes empresas subcontratan fábricas chinas, ya que en esa forma de colaboración obtienen la posibilidad de ganar en precio a su competencia local o nacional. No obstante, con lo que no cuentan estas empresas, es que si un producto es original e innovador, paralelamente, las fábricas chinas comienzan a fabricar la imitación, con una calidad y precio inferior, y esas imitaciones suelen estar en el mercado incluso antes que el producto original.
Ahora, la ropa china se encuentra en el ojo del huracán. Un estudio presentado ayer por Greenpeace en Pekín, ha denunciado el hallazgo de restos tóxicos muy nocivos para la salud y el medio ambiente. Se han analizado más de 70 productos chinos procedentes de fábricas de Vietnam, Malasia, Filipinas, China…, las cuales vendían a más de 20 países del mundo, y han encontrado Nonilfenol Etoxilato, una sustancia prohibida en la Unión Europea y Estados unidos.
El Nonilfenol Etoxilato (NPE), es un componente químico tóxico y provoca desajustes en nuestras hormonas.
Palabras textuales de Li Yifang, responsable de este estudio:
«Este componente es nocivo, pues convierte las hormonas masculinas en femeninas, altera el desarrollo sexual y al sistema reproductor»
Hasta ahora, los representantes de nuestros países, han sido muy permisivos con China, pues invierten en deuda nacional y tienen un alto porcentaje de las nuevas aperturas de negocios. Aunque de no estudiar el precio que un país paga por la entrada de la industria china, con el tiempo habremos alimentado un gigante que todo lo arrasa, pues China, como ya hemos hablado en diferentes artículos, no juega limpio.
Es un país que conquista nuevos mercados pero no permite competencia en casa, consiguen buen precio porque rozan la línea de la explotación laboral en sus fábricas y para colmo, sus productos ya comienzan a causar demasiados problemas no sólo a los comercios, sino a la salud de los consumidores, como ya pudimos ver en el caso de la leche contaminada o los dentríficos en mal estado entre otros. Sin olvidar el interés que China tiene por espiar a los gobiernos de todo el mundo.