No soy un experto en social media (creo que lo demuestran mis únicos pero válidos actuales 621 seguidores en Twitter), aunque apoyado en varios artículos razonables que se han publicado esta semana en la red, vamos a llegar a varias conclusiones. Como siempre, será un punto de vista personal donde algunas personas estarán de acuerdo y otras no tanto.
Todo el mundo en internet persigue relevancia y popularidad, pues eso, tanto para blogueros como para marcas, se traduce a un beneficio sea del tipo que sea. Esta persecución ya produce algún tipo de canon dentro de las redes sociales, y es que incluso el que no entiende de Social Media, puede llegar a conclusiones según la ecuación matemática entre número de seguidores y seguidos.
Siendo realistas, podríamos observar 4 tipos de situaciones con su correspondiente prejuicio inicial:
Bloguero 1: Sigue a 600 cuentas. Es seguido por 34 cuentas = es un «pringao».
Bloguero 2: Sigue a 20,400 cuentas. Es seguido por 20,401 cuentas = No tiene mérito, pues sigue a todo el mundo.
Bloguero 3: Sigue a 700 cuentas. Es seguido por 12,000 cuentas = Es relevante y popular. Debe ser interesante.
Bloguero 4: Sigue a 100 cuentas. Es seguido por 140,000 cuentas = Es la leche, un «divo», una estrella, un experto en la materia.
Este sería el prejuicio inicial, común y normal, pues alguien se encargó de dictar las normas o de elaborar estrategias. De hecho, hay buenísimos manuales para conseguir ser «popular» en Twitter, y cuando acabes de leerlos, llegarás a la conclusión de que se te pide que actúes como una especie de Judas, pues deberás seguir una estrategia en la que ya no serás tú mismo.
Con respecto al dilema de si los blogueros «influyentes» o marcas deben seguir o no seguir a sus seguidores, recomiendo la lectura de un artículo escrito por Grissel Montiel en Entreclick.com. Esta chica no tiene 200,000 seguidores en su cuenta de Twitter, pero la explicación que da a las marcas es de lo más razonable que he leído en la red, y eso es suficiente.
Hay blogueros que siguen una estrategia concreta, y es buscar el equilibrio de no seguir a más de 1 cuenta por cada 100 ó 1000 seguidores. Eso les convierte en populares e influyentes, al menos por ahora y mientras sus seguidores les consientan una conducta que en cierto modo atenta contra la humildad y el espíritu con el que en sus días se creó Twitter, pues parte del éxito de Twitter se encontraba en que era una plataforma de cercanía, donde los seguidores se podían comunicar con las personas que seguían. Una estrategia de ese tipo, sinceramente, es dar la espalda a tus seguidores.
Otros comienzan como el bloguero Nº1 del ejemplo, siguiendo a todo el mundo en busca de captar cuentas que le sigan. Una vez que ha alcanzado un número de seguidores razonable, comienza a dejar de seguir a sus seguidores, hasta pasar a ser el bloguero Nº3. Hace 4 días era «el pringao» y hoy es relevante y popular. Esta estrategia ha sido la que ha ejecutado, entre otros, una persona que trabaja dentro de una publicación de «renombre». Bajo mi punto de vista, «has metido la pata hasta el fondo».
Criterios de seguimiento.
Está claro que no se debe seguir a todo el mundo, y más sabiendo que en twitter existen cuentas que hablan de diversos temas, otros son Spammers y otros únicamente viven con la obsesión de conseguir seguidores (nunca lo entenderé), pero de ahí a que de 140,000 seguidores únicamente te interesen 200 cuentas, y que casualmente sean cuentas con un alto número de seguidores… digamos que es dividir Twitter en «clases sociales».
Mi criterio de seguimiento es muy sencillo. Por defecto, yo sigo a todo el mundo, aunque me marqué algunas reglas razonables para evitar problemas futuros:
- No sigo a cuentas que aún no hayan publicado ni un sólo Tweet.
- No sigo a cuentas que publiquen bajo sistemas automáticos unos 30 Tweets por minuto.
- No sigo a cuentas que siempre publiquen el mismo Tweet (promoción de un único producto)
- Y como es evidente, no sigo a cuentas que únicamente hablen de temas que no me interesan, como puede ser fútbol, motor, etc.. lo cual no significa que vaya a dejar de seguir a alguien que en un momento dado hable de algún tema que no es de mi interés.