Me imagino que la mayoría de las personas, en un momento dado, han visualizado o imaginado cómo sería su vida en el futuro. En ocasiones, llegado el momento futuro, algunas de ellas viven su vida tal y como imaginaron muchos años atrás. Otras veces, por desgracia, no se corresponde la realidad actual con las expectativas que un día se tuvieron.
Si algo podemos tener más que claro es que la vida no es lineal. Tendremos buenos momentos y malos momentos. Todo puede cambiar de un momento a otro. A veces en cuestión de segundos.
A los 25 años fui el ejecutivo más joven de una gran multinacional. Todo marchaba sobre ruedas, y no solo en términos de dinero, sino a nivel de realización personal. En aquella época ya estaba surgiendo una amistad que cambiaría mi vida para siempre.
Había entrado en mi vida Victoria Bernal, una mujer que se convertiría en mi mentora, mi mejor amiga, mi socia y mi compañera. En muy poco tiempo nos estábamos comiendo el mundo.
Disfrutaba tanto con mi trabajo que me era prácticamente imposible mantener una relación sentimental. De hecho, lo intenté muchas veces. Conocí a buenas chicas de alta calidad humana, y lamentaba no poder dedicarles todo el tiempo que me exigían. En cuestión de meses era inevitable que me mandaran al carajo por estar «casado» con mi trabajo y con mi compañera Victoria.
Y entonces apareció Gisella.
Solo bastó hablar con ella 35 minutos para saber que ella era lo que quería. Si alguna vez he tenido algo claro y totalmente cristalino en mi mente, sin duda, fue Gisella.
La conocí un martes a las 11 de la mañana. Para el siguiente Viernes por la tarde ya estábamos viviendo juntos. Mi compañera Victoria me dijo que me había vuelto loco. Entonces la conoció y solo pudo decir que había hecho lo correcto.
Si el paraíso fuera un lugar, en mi caso sería cualquier lugar donde pudiera estar con Gisella y Victoria, el Ángel y el Diablo, pero eran mi ángel y mi diablo.
A los 26 años había conseguido el sueño de mucha gente, el pack completo: Salud, Dinero y Amor… tremenda felicidad con mi vida!!
Durante el año siguiente todo marchó sobre ruedas. No había problema que pareciera un problema ni obstáculo que no pudiera superar sin apenas despeinarme.
Podríamos decir que tenía una vida completamente estable a pesar de que era una persona muy joven.
Me faltaba dar un último paso para hacer feliz a mi gran amor. Casarme con ella y formar una familia. No tenía absolutamente ninguna duda. Fue una declaración en toda regla. Muy fácil, eso sí. No hizo falta guion ni preparación. Solo decir lo que sentía. Lo podríamos definir como dejar hablar al corazón.
Pusimos fecha de boda y continuaron los momentos más felices de mi vida.
Todo puede cambiar de un día para otro. A veces en cuestión de segundos.
Hay problemas en la vida que los ves venir. Tienes tiempo de anticiparte y elegir si quieres hacer algo o no hacer nada.
Una vez le escuché decir a un tipo que la mayoría de las cosas por las que nos preocupamos no son problemas en sí. Un problema es algo que aparece a las 4 de la tarde de un día cualquiera y te cambia la vida por completo.
En mi caso esto sucedió a las 22:47 de un día cualquiera del mes de Julio a escasos tres meses de la boda. La tardanza de Gisella aquel día comenzó a preocuparme. Se añadió más preocupación cuando la llamaba y el teléfono estaba apagado.
22:47 – El primer golpe. La llamada que te cambia la vida.
Ocurren accidentes de tráfico todos los días, y lo último que esperas es que le ocurra a ser querido. Y mucho menos a la persona que has elegido para compartir tu vida con ella.
Una sola llamada y 5 palabras te pueden cambiar la vida: «Gisella ha tenido un accidente.»
Murió en el acto. Y una parte de mí murió aquel día con ella.
Tardé días en digerir lo que había ocurrido. Fue como si una parte de mi cerebro hubiera ido a parar a un estado de inconsciencia en algún lugar. Y finalmente me derrumbé.
Solo quien pasa por esto sabe que no existen palabras de consuelo ni consejos que se puedan aplicar. De hecho, entendí algo que había leído. La muerte de un ser querido nunca se supera. Simplemente aprendes a vivir con ello.
Semanas después pensé que nunca podría superar aquello. Que mi vida había acabado. Y no estaba muy equivocado, pues si miramos la vida como una línea que tiene una tendencia, en estos casos es como si saliera una nueva línea sin una tendencia definida.
Todo plan que tuvieras ya no sirve. La vida que habías imaginado ya ha desaparecido. Ahora solo puedes seguir para adelante. Sin fuerzas, pero debes seguir. Sin ganas, pero debes seguir. No sabes exactamente hacia dónde debes ir, pero debes seguir.
Gracias Victoria.
Dicen que la verdadera amistad se mide en los momentos de dificultad. Si bien en aquellos días por mi nefasto estado anímico no pude darme cuenta con claridad, hoy sé que de no haber sido por Victoria, no sé qué hubiera sido de mi vida.
Victoria abandonó por completo la empresa y compromisos empresariales para cuidar de mí. Durante 5 días se quedó en mi piso conmigo. No me dejó solo ni un minuto. De hecho, recuerdo que cuando salía de ese estado de inconsciencia, sentía la mano de Victoria acariciándome el cabello.
A la mujer más fuerte que nunca he conocido la escuchaba llorar a escondidas.
Si bien fue el momento más duro de mi vida, también fue la época en la que se forjó con fuego aquella amistad. A partir de aquellos duros momentos nos convertiríamos en inseparables.
Los cambios.
No podía seguir en aquel piso. Tampoco podía estar en aquella ciudad, pues todo me recordaba a la tragedia. Así que decidí dejarlo todo. Si un acontecimiento me había cambiado la vida, prefería partir de cero.
Seguí algunos consejos de Victoria. Cuando alguien está tan jodido hasta el punto que no te apetece hacer nada ni eres capaz de disfrutar con nada, hay una solución, y es usar tu experiencia para ayudar a los demás.
Durante un tiempo me centré únicamente en eso. En ayudar a los demás, y aquello me fue devolviendo poco a poco la felicidad, pues recibías cierta gratificación en la felicidad de los demás por delante de la tuya propia.
Y como era de esperar, llega un momento en que te acaban contagiando esa felicidad y sabes que estás comenzando a despertar de la pesadilla. Comienzas a ver en el horizonte cómo se despejan las nubes dando paso a algo de luz.
La vida sigue.
Quizás no es la vida con la que habías soñado hace tan solo unos meses, pero gracias a Victoria comencé a centrarme en nuevos retos. Comenzamos nuestra propia empresa y en poco tiempo estábamos nuevamente comiéndonos el mundo.
Victoria y yo siempre nos complementamos a la perfección. Ella tenía un conjunto de talentos que a mí me faltaban, y yo no sé qué tendría que no tuviera ella, pero nos complementábamos.
Atrás quedaron los días grises. Habían vuelto las risas y los sueños, y lo que es más importante. Había vuelto por parte de Victoria ese carácter de mierda que en cualquier momento podía explotarte en la cara. Pero era señal de que todo volvía a la normalidad.
Más cambios.
Victoria decidió irse a Estados Unidos para dirigir desde allí la empresa. Prometimos que al menos 3 veces al año debíamos vernos en persona. Sinceramente, la idea de que esta mujer se marchara de mi vida me daba pánico.
El primer año cumplimos con creces aquella promesa. Incluso nos pudimos permitir pasar semanas enteras a lo largo del año. Al año siguiente igual.
Pero al tercer año…
Comencé a notar a Victoria algo apagada. Aunque yo seguí construyendo mi vida aquí en España, la echaba de menos. Hablábamos a menudo por Skype o Whatsapp, pero llevaba más de 2 años sin verla en persona. Y poco a poco comenzó a dejar de hablarme con asiduidad.
Me propuso en varias ocasiones que nos tomáramos un descanso y nos fuéramos juntos de vacaciones, y tuve que aplazar varias veces ese deseo porque estábamos a tope con la empresa.
Al poco tiempo comencé a tener la sensación de que algo no iba bien.
El día que tras meses sin dar señales de vida me escribió para decirme si me apetecía irme a Estados Unidos a hacerle una visita y para que pasara algo de tiempo con sus hijas, ya supe a ciencia cierta que algo estaba pasando.
Le pregunté si ocurría algo, pero ella era una buena mentirosa en la distancia. Supuse que algo no iba bien, pero si no la veía cara a cara ella no me lo diría, por lo que comencé a prepararme para ir a Estados Unidos.
El segundo golpe de la vida.
A los pocos días de aquella llamada y en mitad de los papeleos para viajar a Estados Unidos, llegó otra llamada de esas que te cambian la vida en cuestión de segundos. Recibir una llamada en nombre de Victoria por parte de su abogado que sin darte explicaciones te dice que tienes que personificarte en su despacho de Madrid es señal de que algo va realmente mal.
No me dijo de qué se trataba, aunque en las 4 horas de viaje de a Madrid busqué en mi mente el mal menor. Quise imaginar que había tenido algún problema legal, o cualquier otro problema que sin duda pondría toda mi energía y mi vida en darle una solución.
Una vez que llegué al despacho del abogado muy sobresaltado, el tipo me estaba poniendo aún más nervioso cada vez que le preguntaba qué ocurría y él me pedía que me sentara y me relajara. Me sentía como el pasajero de un avión que está viendo que el avión va a estrellarse y le están pidiendo que se tranquilice.
«Victoria está encamada en el hospital en Estados Unidos», fueron las palabras de este abogado, unas palabras que hicieron que volvieran todos los demonios que ya había combatido años atrás.
El mundo se me volvió a caer encima, aunque había esperanza, pues estar encamada (pensaba..) significa que sigue viva y que puede ponerse bien.
La llamada definitiva.
Pero la suerte en esta ocasión tampoco estuvo de mi lado. Horas más tarde llegaba la llamada definitiva en la que me comunicaban que Victoria había muerto de cáncer.
Y es que Victoria estuvo luchando en silencio contra el cáncer durante años. Nadie lo sabía. Ni sus hijas ni yo. Únicamente lo sabían su oncólogo y ella.
Dedicó los últimos días de su vida a escribir varias cartas. En algunas de estas cartas básicamente nos pedía a sus seres queridos que por favor, que no nos viniésemos abajo, que siguiéramos luchando como lo habíamos hecho hasta ahora.
¿Por qué no me contó nada de su enfermedad? En palabras de la propia Victoria, y para entender cómo funcionaba su mente, no me lo dijo porque ella recordaba los buenos momentos que habíamos pasado juntos, y prefería irse recordando eso y no recordando cómo la miraba con tristeza o melancolía.
En una de sus cartas me recordó que había cumplido una promesa que me hizo hace tiempo: «Te prometí que te iba a querer hasta el fin de mis días, y eso lo he cumplido.»
Tiempos de Gloria, Dioses y Monstruos.
El hecho de haber perdido a las dos personas ajenas a tu sangre que más has querido, no es algo que se pueda normalizar y hacer como si nada hubiera pasado.
Estas dos personas me cambiaron minuto a minuto, dieron sentido a mi vida en todos los aspectos. Nunca hubiera podido reprocharles absolutamente nada.
Hoy día recuerdo aquella época como si recordara una preciosa película en la que todos eran plenamente felices y habían cumplido sus sueños. Luego caes en la cuenta de que eso solo lo puedes tener en tu recuerdo y seguir caminando.
Y sí, qué remedio, al final se asume y aprendes a vivir con estas pérdidas, y llega un momento en que ya no las recuerdas con tristeza, sino con una sonrisa, agradecido de que hayan pasado por tu vida. Y a fin de cuentas, sientes que hay una parte de ellas en ti, porque parte de la persona que soy se lo debo a ellas.
A veces me preguntan de dónde viene esa forma de pensar que tengo o cómo puedo tomarme con humor ciertas cosas, incluso no preocuparme por lo que deprime a la mayoría de la gente. Pues bien, esta es parte de mi historia que espero que responda a esas cuestiones.
Durante mucho tiempo caminé de la mano de Diosas y combatí con Monstruos que me destrozaron. Pero una vez te recompones y te pones en pie, ya solo queda una huida hacia delante.
Estos fueron mis maestros.
Gisella me contagió de su bondad. Me enseñó que existen personas a las que les importa mucho más la felicidad de los demás que la suya propia. Me enseñó a entender y amar a las personas con sus defectos y virtudes. Me enseñó el verdadero amor, algo realmente difícil de encontrar. Me enseñó que los ángeles pueden tener forma humana.
Victoria era una mujer con diferentes capas, selectiva a la hora de demostrar sus capas más profundas. Amaba solo a unas pocas personas, pero a esas pocas personas las amaba de verdad. Y por ello me sentí eternamente agradecido de pertenecer a ese selecto grupo.
Ella me contagió la estrategia, me enseñó a a buscar tu propia perspectiva de las cosas. Me enseñó el valor de la amistad y fue mi maestra para enseñarme a hacer frente a las dificultades de la vida. Incluso a hacer frente a las personas que intentan dificultarte la vida.
Me enseñó que eso de amar al prójimo está bien, siempre que recuerdes que cuando un «prójimo» venga con la intención de atacarte, debes poner toda tu energía en aplastarlo.
Dos escuelas diferentes, dos maestras muy distintas, pero ambas tuvieron algo en común. Tuvieron a su disposición a una persona que las amó más que a sí mismo. Y no voy a negar que estoy cabreado con la vida o con el destino (o lo que sea) por arrebatarme a estas dos personas, pero no puedo hacer nada por revertir esta situación.
Así que solo me queda recurrir a sentirme agradecido con la vida por el simple hecho de que un día las pusiera en mi camino.
Tampoco voy a negar que me vengan sentimientos de tristeza conforme estoy escribiendo estas líneas, pero también es cierto que hoy día las recuerdo y en cierto modo su recuerdo consigue sacarme una sonrisa.
Nadie nos prometió que en la vida todo sería color de rosa.
Querido Carlos, me gustaría que me dejaras llamarte amigo, porque amigo es quien te ayuda, y tengo que decirte que tú me ayudaste de una manera increíble cuando estaba en mis horas más bajas. Todos tus post, tus vídeos, tus enseñanzas, son las de un amigo. Allá por el 2010-2011, recuerdo leer tu (vuestro) blog y pensar «yo quiero ser como ellos». Recuerdo cuando se fue Victoria y no podía dar crédito; no sabía esa parte de la historia que has compartido ahora. Tampoco sabía hasta ahora de la historia de Gisella. Lo siento muchísimo.
Sólo quiero darte las gracias por todo lo que has compartido con nosotros (conmigo) todos estos años, y gracias por compartir también tus momentos buenos y tus momentos malos.
Un abrazo fuerte
Gracias Carlos por compartir esta historia. Siento muchísimo que hayas que tenido que pasar por todo ello, pero me alegra que hayas podido seguir adelante y recordar todo lo bueno con una sonrisa.
A veces nos ponemos tristes, preocupados, estresados por cosas tan banales de la vida, que reflexionar en tu historia nos permite ser más conscientes de lo que realmente importa, de no perder el tiempo y energías en cosas que no valen.
Fuerte abrazo desde Uruguay.
Vaya Carlos !!
Me has dejado impactada con tu historia y las terribles experiencias que has tenido que vivir !!
Lamento que a una persona con la calidad humana que tienes tú y la generosidad de compartir sus conocimientos como lo haces tú, le toque pasar por situaciones tan difíciles como las que narras !!
Por mi parte, te dejo saber mi admiración y respeto por la persona que eres, en la que te has convertido ensayando en todos estos escenarios, tanto tristes como fortalecedores !!
Y te agradezco mucho por todas las publicaciones que nos cedes en cada entrega, y por permitirnos conocer a ese ser espléndido y sensible que hay detrás de todo este compendio de informaciones que nos regalas continuamente !!
Un abrazo muy fuerte !!
Hola Carlos, gracias por compartir tu historia. Me he encontrado casualmente con ella, pero ha sido muy oportuna, me ha llegado en un momento en el acabo de recibir uno de esos durísimos golpes que han cambiado mi vida y sé que nada volverá a ser igual. Tan solo espero que, aunque sea con mucho tiempo por delante, aprenda a vivir con ello.
Te quiero agradecer que hayas compartido tu vivencia. Pienso, al igual que tú, que el haber compartido mi vida y mi amor con las dos personas que ya no tengo, me hace crecer y ser mejor persona y todos sus recuerdos y el amor que hemos compartido, siempre seguirán conmigo.
Tus palabras me ayudan a poner un granito de arena esperanzador en mi futuro.
Muchas gracias
Muchas gracias por tus palabras, Mercedes. Lamento que hayas pasado por esta experiencia en la que poco puedo decirte. Simplemente darte ánimos para que sigas adelante en esos días más grises, pues con más o menos ganas, hay que seguir adelante.. Al final con paciencia y tiempo se vuelve a disfrutar de la vida y volverán momentos de felicidad plena. Te doy fe de ello.
Un gran abrazo y muchas gracias a ti por tu aporte y comentario. Para cualquier cosa, por aquí estamos.
Eres admirable, Carlos. Intuía que había alguna historia de este tipo tras de ti, por la expresión que tienes en la mirada (no me pierdo ni un vídeo tuyo) y por la madurez mental que muestras con cada tema que tratas. Es un lujo para mí poder leerte y escucharte cada día, porque aprendo mucho de ti. Nunca cambies, Carlos.
Muchas gracias, Estrella. El lujo es mío por tener a personas como tú que dedican algo de su tiempo a dedicarme estas palabras.
Un abrazo, Estrella.
Carlos, es un honor ser tu amigo, aunque sea virtualmente 🙂
Entiendo perfectamente tu historia, también he tenido la desgracia de vivir casos similares y siempre ocurren de un momento a otro: Todo está fabuloso y recibes una llamada o llaman a tu puerta y te dan una noticia fulminante que te cambia la vida totalmente de un minuto a otro.
Tú tienes la suerte de ser todavía joven, aunque también el inconveniente de que tienes más tiempo para volver a pasar malos momentos. Quién sabe, lo mismo ya has cumplido tu cuota de cosas malas y de ahora en adelante todo es bueno.
Yo soy bastante más mayor que tú, así que me queda menos tiempo para pasar malos ratos, ¡¡¡el que no se consuela es porque no quiere!!! jajaja
Y me quedo con lo último que has dicho, que hay que estar agradecido por el tiempo vivido con esas personas tan fabulosas. Y recordar los buenos momentos, sin duda.
Un gran saludo, amigo.
Hola, amigo. Pues espero haber cumplido ya la cuota de este tipo de dolor, porque si no…
Eso sí, debo reconocer que tienes un talento innato para el coaching motivacional 😁 Un gran abrazo, y me alegra saber de ti.