Muchas son las personas que ven como algo denigrante el legalizar la prostitución en un país, aunque sinceramente, desde tiempos remotos, ésta profesión convive con nosotros y lo seguirá haciendo por mucho tiempo. Es por eso que se le llama «la profesión más antigua del mundo». Tenemos datos de la economía española, los cuales no son muy alentadores, del mismo modo que tenemos datos sobre el negocio de la prostitución. En un anterior artículo mencionábamos que los españoles, para bien o para mal, somos los más «puteros» de Europa, y se calcula que diariamente gastamos unos 50 millones de euros en éste tipo de servicios.
50 millones de euros que no pasan por el fisco y que no vendrían nada mal a las arcas del estado. En tiempos de crisis, y con una amenaza de una nueva recesión, creo que es de locos el plantear medidas de recortes y no plantear otro tipo de medidas que consistan en general ingresos. El negocio de la prostitución nos interesa que sea legal, pues aunque vaya en contra de la religión de algunos,de forma legal o ilegal lo vamos a tener. A menudo pensamos que el legalizar la prostitución en España incrementaría la trata de blancas y crearíamos el entorno perfecto para las mafias. Ese planteamiento es equívoco, pues legalizando este negocio, las «trabajadoras del sexo» no dependerían de un tercero y podrían ejercerla con total libertad.
¿Cual sería la situación legal para una prostituta?
Hoy día, una prostituta es una profesional como otra cualquiera, y así lo reconoce la Seguridad Social, por lo que no tiene ningún inconveniente legal para darse de alta como autónoma. Gloria Poyatos, una jueza española concienciada con la causa, demostró (al hacerse pasar por prostituta) que una mujer puede inscribirse sin ningún tipo de problema en la Tesorería de la Seguridad Social. Pueden cotizar, pagar impuestos por lo que ganan y acceder a prestaciones sociales.
Del mismo modo, y bajo el Régimen General de Trabajadores Autónomos, gracias a esa cotización no tendrían problema a la hora de jubilarse, del mismo modo que podrían acceder a seguros para recibir una prestación en periodos de embarazo o baja de cualquier tipo.
El problema al que se enfrenta una prostituta.
Una vez que una profesional de éste sector se convierte en autónoma, para ejercer la profesión de forma legal, debería facturar sus servicios al cliente. Quizás ese sea el mayor problema, pues una de las cosas que un cliente busca en éste tipo de servicios es la discreción, y con una factura a su nombre, la discreción se acaba.
Por otra parte, muchas prostitutas deciden ejercer éste tipo de negocio por necesidad y como algo temporal, por lo que el darse de alta como «trabajadora del sexo» sería marcarse de por vida.
Este tipo de problemas son los que tienen que resolver los organismos públicos para intentar buscar la forma de que una mujer pueda ejercer la profesión de forma legal y buscar la forma de no quedar «manchada» de por vida.
No obstante, existen otras muchas profesionales que no les avergüenza reconocer su profesión, y en caso de legalizar la prostitución no tendrían ningún inconveniente en darse de alta en la seguridad social. Legalizando la prostitución no se fomenta su aumento, más bien se regula, mejora las estadísticas de desempleo y engorda los ingresos del estado.
Mientras que en España miramos hacia otro lado cuando se habla de prostitución, ya son muchos los países que están aprovechando la profesión. Sin ir más lejos, Alemania, ante la imposibilidad de acabar con la prostitución en plena calle, no se ha dado por vencida, y han instalado una especie de parquímetros, para que las prostitutas abonen una cantidad diaria para poder ejercer la prostitución sin problema, por no olvidar Holanda, donde la prostitución no se persigue y eso permite que tengan total libertad y regulación.
¿Cual es tu postura frente a la legalización de la prostitución? Puedes dejar tu comentario.