¿Existe alguien que no esté de acuerdo en que todas las personas, independientemente de su género, orientación sexual o color deben ser iguales? Sinceramente no creo que nadie a día de hoy esté en contra de ello (salvo algún loco, claro).
¿Podríamos decir que a día de hoy todos gozamos de igualdad ante la ley? En este sentido no existe ningún tipo de duda. Entonces, ¿por qué esa lucha por perseguir la igualdad cuando ya gozamos de igualdad? En este sentido la respuesta es sencilla: estamos confundiendo la igualdad con el igualitarismo, y por tanto, cuando un movimiento como en este caso es el movimiento feminista dice pelear por el derecho a la igualdad, en realidad no busca la igualdad, sino el igualitarismo. Veamos las diferencias.
Cuando el feminismo confunde la igualdad con el igualitarismo.
En el nuevo libro «La involución del siglo XXI» se incluye el feminismo del siglo XXI como uno de los principales problemas de este siglo y como una de las mayores amenazas para el bienestar social. Este es un pequeño fragmento extraído del libro.
La igualdad entre hombres y mujeres es un derecho a través del cual, ambos géneros tienen los mismos derechos y oportunidades. Dada esta definición, como es lógico, en igualdad de derechos y oportunidades, se producirá una desigualdad en los resultados. Y esto ocurriría tanto entre hombres vs mujeres compitiendo por un mismo puesto de trabajo, así como entre dos hombres compitiendo por ese mismo puesto de trabajo. Es decir, a nadie se le puede negar la oportunidad de pelear por el puesto de trabajo, siendo el más válido el que lo consiga, en cuyo caso, no ha existido una discriminación de ningún tipo. Simplemente ha logrado el puesto la persona más válida en aptitudes y capacidades. De esta manera, en una sociedad igualitaria podemos encontrar cierta desigualdad orgánica en los resultados.
Por el contrario, el igualitarismo no propone esto. El igualitarismo impone cuotas mínimas, justificando que la desigualdad orgánica es fruto de una injusticia provocada por algún tipo de discriminación. Si esta desigualdad se ha dado entre dos hombres, simplemente ha ganado el mejor preparado para el puesto de trabajo. Si, por el contrario, competía un hombre contra una mujer, y ha ganado el hombre, el igualitarismo dice que ha existido discriminación hacia la mujer, proponiendo que ese puesto de trabajo sea reservado para la mujer para que no exista discriminación.
La igualdad sería sacar 200 plazas para funcionarios del Gobierno, a las que puedan acceder hombres y mujeres por igual. Igualitarismo sería reservar un cupo de plazas exclusivamente para mujeres, no por estar mejor preparadas que los hombres, sino con el fin de evitar una supuesta discriminación de género. Y de esta manera, se acaba discriminando al hombre de forma negativa al mismo tiempo que se produce una discriminación positiva hacia la mujer. En la búsqueda de una supuesta igualdad, se acaba provocando la desigualdad.
Con la reserva de plazas destinadas a un género concreto, puedo estar de acuerdo, pero, de la misma manera, me gustaría que estén de acuerdo en que eso no es igualdad, sino igualitarismo.
Y es que si yo necesito una operación a vida o muerte, me importa un carajo si la operación la va a realizar un hombre o una mujer. Simplemente quiero al mejor cirujano o cirujana, sea del género que sea. No estaría muy cómodo en la camilla de operaciones sabiendo que me va a operar una persona que no estaba tan preparada como otros cirujanos que eran mucho mejores, pero que no pudieron entrar porque se habían reservado plazas a otras personas, sin importar si eran mejores o peores profesionales.
Podemos aceptar cierto grado de igualitarismo, aunque lo disfracen de igualdad, pero no podemos dejar completamente de lado la meritocracia. Las mujeres, al igual que los hombres, están perfectamente preparadas para competir con hombres en cualquier área, salvo en todo lo que tenga que ver con fuerza, velocidad y resistencia física.
Y por este motivo no veo mal que se reserven plazas para ciertas oposiciones que requieren de exámenes físicos. Por el contrario, no veo bien que hoy en día se obligue a las empresas a tener un cupo mínimo de personas de un género concreto por el simple hecho de pertenecer al género, y no por haber demostrado una valía superior hacia los miembros del otro género.
Un empresario debe tener la libertad de contratar a quien desee, en función de sus méritos y capacidades, puesto que hacerlo de otra forma, podría dar lugar a premiar la mediocridad en lugar de la competitividad.
Si hablamos de la igualdad ante la ley, es el propio feminismo el que, a efectos prácticos, promueve que la ley diferencie entre hombres y mujeres.
Busca en cierto modo eliminar las garantías procesales a los hombres: presunción de inocencia, inversión de la carga de prueba, asimetría penal… Es decir, el feminismo busca que una mujer (por el simple hecho de ser mujer) pueda tener ventajas legales sobre el hombre y que su mero testimonio anule las libertades del hombre (por el simple hecho de ser hombre). Dicho de otra manera: que el testimonio de una mujer valga más que el testimonio de un hombre cuando se sienten frente a un juez. Y eso, evidentemente, no es igualdad.
En su búsqueda por evitar una supuesta discriminación inexistente hacia un hombre, el feminismo acaba discriminando al hombre por el simple hecho de ser hombre.
Y respondiendo a la pregunta del inicio del artículo, cuando en pleno siglo XXI se produce una lucha por igualdad de derechos, cuando ya existe esa igualdad, podemos inferir que no se están buscando derechos, sino privilegios.
Tienes la suerte de vivir en una zona de España donde no hay dos lenguas. Yo no la tengo y puedo decirte que tanto el tema de los nacionalismos como el del feminismo son temas que no conducen a nada, entra en juego el sentimiento y la razón se anula, discutir cuando uno está caliente es tontería, solo trae problemas
Por otro lado, tanto el feminismo como el nacionalismo son temas inventados por determinados sujetos que lo único que buscan es darse protagonismo y ya de paso, si se puede, vivr del cuento. Para mi, tanto la ministra de igualdad como el presidente de la Generalidad Catalana son personajes que viven del cuento, la verdad se la trae al pairo y lo único que buscan es su nómina a fin de mes y el protagonismo de los focos
Por lo que te animo a que no pierdas mucho tiempo con estas temáticas que además lo único que te van a aportar son haters a la vez que no vas a convencer ni aclarar nada, porque no hay nada que aclarar, está todo muy claro; vividores asegurándose sus pagas y desviando la atención de los temas que de verdad afectan a a la sociedad
Hola, Manuel. Qué gusto verte por aquí. Verás, con el tema del feminismo creo que hemos subestimado el problema que supone (y yo el primero), pues una cosa es un movimiento feminista, y otra cosa muy diferente es que el feminismo esté dentro del Gobierno.
Cuando escribí el último libro no tenía pensado hablar ni incluir esa temática, pero ahí me di cuenta de que muchos problemas sociales están directamente relacionados con el feminismo y todo lo que han provocado. Y de no tomar en serio ese problema y combatirlo estamos a punto de provocar una involución social sin precedentes.
Hemos cometido el error de pensar que son un grupo de locas, y no son un grupo, sino una ideología implantada en los Gobiernos de prácticamente todos los países y que no sólo buscan echar a pelear a hombres y mujeres. Es más grave de lo que parece a simple vista.
Ya sé que no te gusta este tema, pero en el próximo vídeo tengo que hablar de esto. Un abrazo, Manuel.